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La consigna era amplia. Se trataba de sentarse a discutir sobre un nuevo orden democrático y las reformas a las instituciones internacionales. Como sucede cada vez que se anuncia una actividad del Nobel de Literatura, José Saramago, los participantes del Foro Social colmaron el predio. Fue una dosis homeopática. El portugués habló tan sólo durante cinco minutos. Los suficientes para decir que en 2048, cuando se cumpla el Centenario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, “el mundo seguramente estará peor”.
Entre otros, junto a Saramago se sentaron el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, el asesor en relaciones internacionales del gobierno de Lula, Marco Aurelio García y la nigeriana Aminata Traoré, ex ministra de cultura, que tuvo un destacado papel en la primera sesión del Foro en 2001 cuando se debatió con un grupo de empresarios presentes en Davos. Para Saramago, todos los días, los políticos y los gobiernos se someten a las exigencias del poder económico. Luego de preguntarse “¿dónde está el poder político, entonces?”, recomendó a reconocer que “si es el mercado el que manda, si son las multinacionales las que dicen para donde va el mundo, digan, por favor, qué democracia es ésta”.
Marco Aurelio García, en concordancia de la estrategia petista, puso el acento en lograr cambios en la ONU. Democratizar su funcionamiento e incorporar mayor cantidad de países. También dijo que había que cambiar los criterios de seguridad y que ésta se vincula a cuestiones sociales y políticas. Aquí reclamó un duro combate contra la miseria.
Fue una ponzoñosa pregunta dirigida desde el público lo que le permitió avanzar sobre Argentina. Cuando se le preguntó por qué Brasil no acompañaba a la Argentina en su pelea por la deuda externa, lo primero que hizo fue recomendarle a su interlocutor que se informara. Luego repasó un montón de gestiones y movidas que tanto Lula como él habían realizado en distintos encuentros internacionales apoyando a la Argentina. Comentó el apoyó que Petrobras realizó a instancia del gobierno petista para contribuir a la superación de la reciente crisis energética. Defendió a ultranza la participación de fuerzas armadas de Brasil, la Argentina, Chile y Uruguay en Haití. Dijo que esto permitía una salida multilateral y evitaba el fantasma de convertirla en una nueva Irak con la presencia de los Estados Unidos. Volvió a humillar a quien le había formulado la pregunta, diciéndole que “no sabía que el principal tema a resolver en Haití es su profunda miseria y la profunda crisis económica y social”.
Un conocedor de Haití, el profesor de economía social de la Universidad Pública, Camile Chalmers, había dicho que los 25 millones de dólares mensuales que cuesta la misión de paz, serán cargados a la futura deuda externa de Haití. Chalmers también había comentado que hay acuerdos firmados que lejos de marcar a la misión de las tropas como algo temporario, por lo menos hasta 2006, se quedarán en este país caribeño. Un contraste interesante y un tema que hubiera sido importante debatir en profundidad. García le cuestionó a su entrevistador su falta de información. Más que de información, el problema tal vez sean las fuentes informativas. Algo que el propio Chalmers cuestionó y calificó como “el silencio de la prensa internacional”.