EL PAíS › LA COMITIVA ARGENTINA DE VISITA EN VOLKSWAGEN

El auto del millón de euros

Por S. M.
Desde Wolfsburg

A poco más de 200 kilómetros de Berlín está Wolfsburg, una ciudad cincelada al calor de la forja de la mayor fábrica automotriz de Europa, la Wolkswagen. Un gigante que emplea, en esta planta, a 50.000 trabajadores. Una cifra que abruma, pero que no se llega a comprender. El prodigio se produce porque la planta, de 18.000 metros cuadrados, donde entran 20 estadios de fútbol, está completamente automatizada, por lo que se ven robots y más robots que hacen el trabajo que a los humanos ya les causa perjuicio físico. En este país, vale recordarlo, se mantiene el estado de bienestar que se pasan denostando los neoliberales sudamericanos. Kirchner llegó hasta ahí con la delegación argentina y se dio el gusto, a insistencia de Carlos Reutemann, de subirse a un Bentley azul metalizado, un coche que, según el senador y ex corredor de F-1, “cuesta un millón de euros”.
Bernd Pischetsrieder, presidente del consorcio y de la asociación que reúne a los fabricantes de autos de Europa (ACEA), Peter Hartz, vice de VW y responsable de las operaciones en Sudamérica, Víctor Klima, CEO argentino de la automotriz, y Bernd Osterloh, secretario general del gremio de los trabajadores de la planta, recibieron a los argentinos que ya venían un tanto shockeados al ver el estadio de fútbol, el Wolfsburg Arena, cuya cara lateral está totalmente vidriada. Son dos inmensos ruleros transparentes de 15 pisos, donde se exhiben los coches que acaban de ser vendidos. Los compradores vienen a la ciudad a buscar su auto nuevo, y pueden instalarse unos días, gratis, en el hotel 5 estrellas que la compañía pone a su disposición para conocer la impresionante planta.
En el Wolfsburgo juegan varios argentinos. El ex River Andrés D’Alessandro, el ex Lanús Diego Klimowicz y el ex Newell’s Facundo Quiroga.
Luego de un almuerzo con las autoridades de la automotriz, la delegación visitó la planta. A sus puertas, una hilera de coches era exhibida. Desde los nuevos modelos Fox, pasando por el Jetta y la Touareg, hasta modelos exquisitos, ya no de la empresa local. “Subite Néstor, probá un auto de un millón de euros”, chuceó Lole Reutemann a Kirchner. Longilíneo, el Presidente se dobló para entrar al Bentley. Todos miraban extasiados.
Al lado había un Lamborghini amarillo huevo; a su lado un Lamborghini Murciélago gris oscuro que la primera dama, Cristina Fernández de Kirchner, aceleraba sin parar. Cuando fue el turno de Reutemann, ese mismo coche se paró en dos oportunidades. Las bromas fueron un tanto obvias.
El ex corredor merece unas líneas aparte. Conocido es el senador por su parquedad, de la que volvió a hacer gala en este viaje. Pero en la planta automotriz, ante esos portentos mecánicos, su rostro se iluminó, estaba sonriente y daba explicaciones desasnando a diestra y siniestra.
“¿Cuánto levanta?”, preguntó un miembro de la comitiva a un periodista que se había puesto al volante de una Maseratti amarilla. “Marca 340 km/hora”, respondió el cronista. “Pero alcanza los 375”, acotó el Lole, entrometiéndose en la conversación, feliz, en su salsa.
Ya en la planta, en un trencito que empujaban a unos coches descapotables tipo nuevo Escarabajo, con vagones parecidos a los de las montañas rusas, la comitiva realizó una gira por una pequeña parte de los 18.000 metros cuadrados. Al igual que en Berlín o el Wolfsburg, dentro de la planta de montaje reina el silencio. Los robots trabajan 24 horas seguidas, cinco días a la semana. Su ritmo no para, pero el silencio abarca todo. Los trabajadores que aparecen en las líneas de montaje hablan por sus celulares, algunos ajustan piezas, otros miran pasar el trencito, no por no estar acostumbrados sino por los trajeados hombres que parecen importantes, empezando por el patrón que acompaña al presidente Kirchner en el primer vagón.
El trencito recorrió apenas cinco kilómetros dentro de la planta, “la más grande del mundo”, según dijo el guía. Algunos números:
- El área que ocupa la nave es de 6,4 kilómetros cuadrados.
- En un día se fabrican 7500 partes de carrocería.
- En cada línea de montaje trabajan 200 personas.
“Miren, la VW va a presentar un nuevo modelo a fin de año, pero este señor no me deja que les cuente cuál es”, dijo Kirchner señalando a Hartz. “Es un secreto, lo lamento”, aclaró el alemán en perfecto castellano.
La delegación emprendió el regreso. Todos subieron a coches y combis marca Volkswagen. No fue casualidad: antes de partir hacia Wolfsburg los encargados de la logística de la comitiva cambiaron dos camionetas. Eran Mercedes-Benz y la VW no quería que pisaran su planta.

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