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–Se anularon las leyes de punto final y obediencia debida y avanzan los procesos contra los represores. ¿Realmente se están construyendo cárceles para alojarlos?
–En el ámbito de Defensa hemos hecho algunas remodelaciones, previendo que puede aumentar el número de detenidos, en Campo de Mayo, en Punta Indio.
–¿Qué cantidad de nuevos detenidos prevén?
–Es muy difícil saberlo, no podría decir cuántos. Hoy hay 161 detenidos, cinco de los cuales están en actividad. La mayoría está con prisión domiciliaria.
–¿Se pueden rever las prisiones domiciliarias, teniendo en cuenta los pedidos de organismos de derechos humanos?
–Eso está en mano de los jueces.
–Usted tomó las Fuerzas Armadas en un momento crítico y con un cambio doctrinario del Gobierno nacional en el tema de derechos humanos. A dos años, ¿qué evaluación hace?
–Las Fuerzas Armadas están mejor. Es la forma de terminar este proceso tan cruel, está ya muy entronizado el tema de deslindar lo que pasó con lo actual, hay que seguir trabajando fuertemente en esto. Los retirados pueden pensar en algo diferente, pero la masa está pensando en lo profesional, en transformaciones profundas que hagan posible el mantenimiento de las estructuras; esto obliga a ver cómo reordenamos el sistema.
–¿Cómo analizan el ingreso de los marines en Paraguay?
–Mientras esto sea una cuestión transitoria es una potestad de Paraguay, no podemos involucrarnos en la vida interna de otro país. Si fuera una base estadounidense estable, con bandera americana en la zona, habría que analizarlo, sería un tema más preocupante.
–¿Paraguay no había informado?
–A mí no. Yo después hablé con las autoridades paraguayas y me explicaron que era por seis meses. Esta semana hay una reunión de jefes de Ejército en Brasilia –Brasil estaba muy enojado– y este tema va a ser central.