ESPECIALES › MARIO RAPOPORT, HISTORIADOR Y ECONOMISTA

“Estamos así porque nos han engañado”

–¿Qué
piensa sobre las recomendaciones económicas que el “grupo de notables”
hizo a la Argentina?

–Por lo que se conoce, no se desvían de las que hasta ahora hizo
el FMI: continuar con el ajuste, contener el gasto y la inflación, mantener
el esquema del dólar libre. No son recomendaciones nuevas para el país,
ni van a solucionar la situación económica.

–¿Son coyunturales o apuntan a modificaciones estructurales?

–Tienen que ver con la continuidad de un modelo económico, que se
viene dando desde el comienzo de la dictadura militar y que ha fracasado en
Argentina, para la mayoría de la población.

–¿Qué sería lo adecuado en esta situación?


–Las recomendaciones tienen que venir de nosotros mismos. Hay quienes plantean
que necesitamos gobiernos “offshore”. Creo que la Argentina tiene
un grado de soberanía tal que le permite resolver los problemas sin recurrir
a opiniones ajenas que lo único que hacen es proponer una misma receta
para circunstancias nacionales diferentes. Esos consejos han contribuido a la
crisis que tenemos hoy.

–¿Qué alcances puede tener la crisis argentina?

–Con la crisis de la región se ha puesto de manifiesto que el problema
es más grave de lo que podíamos suponer. Lo que está en
crisis es un modelo de políticas económicas que afecta a la región
y a todo el mundo.

–¿La inestabilidad financiera y la deflación a nivel mundial
son manifestaciones de esta crisis?

–Sí. Termina afectando al centro económico mundial, que es
Estados Unidos. Esta es una situación que se viene verificando desde
la crisis del Sudeste asiático en 1997. Fue el primer paso de una cadena
de crisis nacionales y regionales que se fueron agravando y hoy llegan al centro.


–¿Qué relación encuentra entre esta crisis y la del
‘30?

–La crisis que comienza en 1929 en Wall Street se inicia en el centro económico
mundial y se expande al resto del mundo. Esta crisis empieza en la periferia
pero necesariamente tuvo que llegar al centro.

–¿Por qué razón empieza en la periferia?

–Porque había una gran cantidad de capitales especulativos que se
movían por el mundo que aprovecharon la caída del bloque soviético,
a principio de los noventa. A esto se sumó la liberalización de
los mercados financieros y la menor rentabilidad que existía en los países
capitalistas más desarrollados. Esta crisis es la culminación
de un relativo decrecimiento económico que comienza a principio de los
setenta.

–¿Estamos hablando de una crisis de nivel mundial?

–Sí. Con la crisis del dólar en 1971 y la crisis del petróleo
en 1973. A partir de allí, la tasa de crecimiento, incluso de los países
más desarrollados, es mucho menor que la que se verifica en la segunda
posguerra. La caída del muro de Berlín y la aparición de
las empresas de nueva tecnología hicieron pensar en el fin de la historia
y en la existencia de un poder económico y político que podía
hacer lo que quisiera en el mundo. Pero de la misma forma que con la caída
del muro de Berlín se llegó al fin de la ilusión del socialismo
real, ahora con esta crisis que padecemos en el Cono Sur y en el mundo se llega
al fin de la ilusión del capitalismo real.

–¿Cuál es el panorama hoy?

–El mundo no está muy tranquilo. Los atentados a las Torres Gemelas
muestran que bajo la superficie está pasando algo muy grave a pesar del
presunto auge económico que vivía Estados Unidos hasta ese momento.
Se dieron procesos complejos de migraciones de países pobres que trataban
de huir hacia los países desarrollados del Norte que, a su vez, generan
mecanismos de protección en sus fronteras. Pero este fenómeno
de lasmigraciones no va sólo para los pobres, también va para
los que tienen. Los capitales argentinos, sobre todo los sectores más
protegidos financieramente, fueron a refugiarse a Punta del Este. Ahora saltarán
a Miami y no sé si estarán más seguros en Miami... ¿y
adónde tendrán que saltar? Además, que se cuiden porque
los 120 mil millones tampoco están muy seguros en el exterior. Hay que
ver lo que valen hoy colocados en las empresas de nuevas economías o
en los Fondos de Pensiones. Quizás terminan rindiéndoles menos
que si los hubieran dejado en Argentina. No hay milagro monetario si no hay
empleo y producción.

–¿Cuánto influye este modelo financiero en la crisis actual?

–El predominio del sector financiero sobre el sector productivo es intrínseco
a este modelo. Pero también lo es la aplicación de políticas
“neomalthusianas”, ya que a pesar de que con la capacidad de producción
actual el mundo no debería pasar hambre, prácticamente dos tercios
de la población mundial están excluidos y bajo los límites
de pobreza o directamente hambrientas. Hay algo que no funciona en este sistema.

–¿Cómo repercute la crisis de Estados Unidos en el Fondo
Monetario Internacional?

–El FMI forma parte de la crisis. Está en crisis de pensamiento,
en su accionar. El Fondo fue creado para ayudar transitoriamente a países
con problemas en su balanza de pagos, pero no para dar consejos de política
económica. Los organismos internacionales se crearon con cierta intención
de participación global de los estados nacionales, pero terminaron siendo
hegemonizados por los países centrales y Estados Unidos, que son los
que tienen mayor cantidad de votos. Se han desvirtuado en sus funciones. Han
aplaudido políticas equivocadas.

–¿Las funciones del FMI se han desvirtuado ahora o la crisis es
intrínseca a la conformación del organismo?

–Es intrínseca. Cuando se crea el FMI hay dos planes. Uno lo imponen
los americanos y otro lo proponen los ingleses. Éste último planteaba
una especie de clearing, con una moneda compensatoria al nivel mundial. Estados
Unidos pretendía la vigencia del patrón dólar, que favorecía
al país que emite. Ellos pueden tener grandes déficit en su balanza
comercial y lo solucionan emitiendo, algo que nosotros no podemos hacer. Desde
el principio, estos organismos tendieron a favorecer la hegemonía de
Estados Unidos. Y esto fue aceptado por la comunidad internacional, porque incluso
los países europeos estaban en ruinas y necesitaban el apoyo de Estados
Unidos.

–¿Cree que los préstamos hechos por Estados Unidos responden
a la necesidad de “exportar inflación”?

–Por supuesto. De alguna manera es lo que ocurre con la crisis del dólar,
en el ‘71. Estados Unidos exporta capital al Tercer Mundo pero en un momento
dado, esa sobreabundancia de capital termina produciendo procesos inflacionarios
en el propio país de origen. La ventaja que tiene Estados Unidos es que
puede emitir. A nosotros nos prohíben emitir. No significa que acá
la emisión implicaría una inflación. Frente a la recesión
que tenemos es imposible que se dé una hiperinflación, aunque
hicieron todo lo posible para que acá haya una inflación.

–¿Cuáles son las consecuencias de haber llegado a una situación
límite?

–Que pone en juego la propia existencia de la democracia que ya no refleja
la voluntad de los ciudadanos sino el voto de los mercados. En Argentina hay
una crisis de legitimidad: los representantes no reflejan los intereses de la
gente sino los propios. No han fracasado en sus objetivos. Han tenido éxito,
pero para ellos. Esto supone comprar la democracia. Esto se llama corrupción.
Una corrupción estructural.

–La crisis económica se regionalizó, ¿qué pasa
en el ámbito político?

–El problema también es regional. No es casual que en Brasil se
desestabilice la situación poco antes de entrar en campaña electoral
y queen Argentina se estabilice el dólar. La inseguridad no está
creada porque existan más delincuentes, sino por el propio modelo. Y
no se van a proteger porque levanten murallas de Jericó en la puerta
de los countries. A la larga, van a ser tantos los hambrientos que van a terminar
derribando las murallas, como terminaron derribando los castillos medievales.
Ni los ricos se van a salvar con esta situación. Aunque crean que sí.


–¿Lula, Evo Morales y Chávez son capaces de construir una
oposición al modelo?

–Representan lo que la gente asume como diferente al modelo. Si van a enfrentar
al modelo o tratar de cambiarlo, va a depender de la conciencia de la gente.
Nosotros estamos así no porque las mayorías populares se hayan
equivocado sino porque las han engañado. Se aprovecharon de la voluntad
popular para hacer otras cosas. No voy a culpar a la mayoría de los argentinos
por lo que pasó en Argentina. Hoy tenemos que dar nombre y apellido de
los culpables de esta situación. Estas expresiones políticas representan
un cambio desde el punto de vista de lo que la gente quiere.


 


¿Por que Mario Rapoport?

Por Washington
Uranga y Natalia Aruguete


La historia y la economía

Mario Rapoport,
que combina su condición de doctor en Historia y licenciado en Economía
Política con una larga trayectoria como académico e investigador,
no puede dejar de mirar la realidad argentina con el prisma de la crisis que
atraviesa el sistema económico y financiero en todo el mundo. Investigador
del Conicet, Rapoport se desempeña actualmente como director del Instituto
de Investigaciones de Historia Económica y Social de la UBA. A una larga
lista de obras publicadas (14 libros, ensayos) suma su última producción
aparecida días atrás: “Cono Sur. Una historia común”.

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