ESPECTáCULOS › “LA OTRA VERDAD”, UN ENTRETENIDO DEBUT DE LOS VERGARA

Un aerosol con buena carga

El trío grafitero de los ‘80 mostró una serie interesante de nuevas ideas, en la primera emisión de su primer programa, por América.

 Por Eduardo Fabregat

Allá lejos y hace tiempo, desde unas paredes con el gris dictadura felizmente resquebrajado, Los Vergara se destacaron por una característica esencial: tenían buenas ideas. El arte grafitero no es precisamente nuevo, pero ese enigmático grupo de activistas del aerosol encontró en él un gran método de expresión para su humorismo porteño y ácido, un brote de cinismo en épocas de reverdecimiento social. No es necesario –ni sobra el espacio– hacer un recuento de cuánta agua ha pasado bajo el puente, pero quizá alcance la misma frase que utilizó Alejandro Korol para cerrar la primera emisión de “La otra verdad” (martes a las 23, por América): “Un día volvieron Los Vergara”. Lo hicieron con buenas ideas. En algún caso recicladas, pero buenas al fin.
“La otra verdad” está planteado por sus conductores como algo que llevará “a que te fijes en cosas que nunca te fijaste antes”. Excesivamente ambicioso o no, el planteo trata de encontrar algo de aire fresco en una pantalla que llegó a saturarse de ciertos mecanismos. No apela a una búsqueda excesiva de la originalidad, sino de ángulos menos transitados, y a concepciones menos a la moda que llevan a –por ejemplo– prescindir de todo atisbo de esa edición maniática que ya parecía condición ineludible de los tiempos modernos. Y aunque la sección “Taxi voy” es un refrito de aquellas “Taxicab confessions” de HBO, en este caso resultaron apreciables los diálogos entre Diego y un residente cubano feliz de vivir en la Argentina, o un muchacho gay con pocos tapujos y muchas anécdotas. Color local, como suele decirse.
En otros casos, el espíritu Vergara se impuso por la vía del absurdo. Mucho de eso hay en “Aguante naranja”, una convocatoria a que el público haga sus propias notas, con la única condición de vestir un solo guante de limpieza. El recurso cumplirá sus fines en función de la inventiva de los que respondan, pero un pequeño resumen en el debut permitió ver al guante destacándose entre nubes de micrófonos en varios canales de noticias, y el efecto fue surrealista. Tanto como la participación de Diego con micrófono incluido en un partido de fútbol a beneficio de la fundación del Pupi Zanetti. O la intervención de Cristian, un pibe de 7 años que, “Magazine For Fai” en plan freak, intentó dar las bases de su gobierno para el 2050, y así pasó de algunas frases bien estudiadas a la espontaneidad más rendidora.
El programa, claro, finalizó cerrando el círculo con un poco de tinta en la pared. A pesar de los efectos del tiempo y el desarrollo generalizado de aquel cinismo, la fría síntesis conservó su impacto: “Que donde hoy duerme Chiche, nunca duerma Chechu”. Los ex pibes no pierden las mañas. El crédito está abierto.

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Los Vergara, militantes del graffiti en los ‘80, ahora solos en TV.
 
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