ESPECTáCULOS › EVA ORBANZ, PRESIDENTA DE LA FEDERACION INTERNACIONAL DE ARCHIVOS DE FILMS

“Lang y Murnau hacían un cine muy popular”

La curadora de la Cinemateca de Berlín presenta hoy, en el Teatro San Martín, un ciclo y una muestra de afiches de la colosal productora alemana UFA, de donde salieron algunos de los grandes clásicos de la historia del cine mundial, como “Metrópolis” y “El ángel azul”.

 Por Horacio Bernades

Durante la segunda década del siglo XX el cine alemán conoció una edad de oro, que le permitió generar innovaciones estéticas que se incorporarían para siempre a la naciente gramática cinematográfica. Desarrolladas sobre todo por el movimiento conocido como expresionismo, esas innovaciones afectaron la luz y el sonido, herramientas esenciales del cine, generando un rosario de obras maestras que va desde El gabinete del Dr. Caligari hasta La caja de Pandora y M, el vampiro (pasando por Nosferatu, Fausto, la serie del Dr. Mabuse y Metrópolis, entre tantas otras) y estableciendo los nombres de Friedrich W. Murnau, Fritz Lang, Ernst Lubitsch, Josef Von Sternberg y G. W. Pabst entre los de los grandes maestros del cine de todos los tiempos.
Casi todas esas películas fueron producidas por una misma compañía, la UFA (Universum-Film Aktien Gesellschaft), que llegó a monopolizar el conjunto de la producción germana, convirtiéndose, a lo largo de cuatro décadas, en una de las más poderosas corporaciones cinematográficas del mundo entero. A partir de hoy y hasta el jueves 7 de agosto, quince clásicos de la UFA y una muestra de deslumbrantes afiches originales serán presentados en la sala Leopoldo Lugones y el Hall Central del Teatro San Martín (Corrientes 1530), con la organización del Complejo Teatral de Buenos Aires, el Goethe Institut y la Fundación Cinemateca Argentina.
Para presentar esta muestra –en la que podrán verse, en copias flamantes y en ocasiones recientemente restauradas, monumentos fílmicos como Asfalto, Spione y El ángel azul– llegó hasta Buenos Aires Eva Orbanz, curadora de la Cinemateca de Berlín y flamante presidenta de la Federación Internacional de Archivos de Films (FIAF). Orbanz dialogó con Página/12 sobre el surgimiento, apogeo y caída de la UFA, así como sobre sus vinculaciones con el Estado alemán y con el nazismo. De hecho, el ciclo que se presenta en la sala Lugones se cerrará con la primera proyección en Buenos Aires de Concierto a pedido. Un film que –como su título delata– se rodó bajo el ojo vigilante del mismísimo Josef Goebbels.
–¿Cómo surgió la UFA?
–Nació en 1917 como producto de la fusión de compañías pequeñas y con intervención directa del Deutsche Bank y el propio Estado alemán. Tenía la intención explícita de levantar el espíritu de la población, alicaído tras la derrota en la Primera Guerra, por lo cual la producción se encaminó hacia el desarrollo de un cine de entretenimiento masivo, sostenido en los ingentes medios económicos, financieros y de producción provistos por el Estado.
–Teniendo en cuenta que la UFA solventó algunas de las películas que aún hoy son paradigma de arte visual en estado puro, aquellas intenciones resultan contradictorias con los resultados.
–Sin embargo, no hay que olvidar que las películas de Murnau, Lang, Sternberg o Pabst eran sumamente populares. Si bien innovaban en términos artísticos, las historias eran, en términos generales, sumamente sencillas y comprensibles. Si se las reduce a su esqueleto argumental o temático, películas como Nosferatu, El ángel azul o M, el vampiro trabajan sobre oposiciones más bien elementales, entre el bien y el mal o el honor y la tentación.
–¿Esas películas debían obedecer alguna preceptiva estética que apuntara a su “legibilidad” en términos masivos?
–Hasta la llegada de Goebbels, que asume como ministro de Propaganda en 1933, no había un decálogo explícito, más allá del final feliz que sí debían tener todas esas películas y que en algunos casos (los de Nosferatu y M, por ejemplo), es bastante claro que los realizadores se vieron obligados a rodar contra voluntad. Cuando asume Goebbels ya se establece que las películas debían fortalecer el espíritu alemán, los valores nacionales y cosas por el estilo. O si no, debían ser puro escapismo, para hacerle olvidar al público todo aquello.
–¿Qué papel jugaba, dentro de este esquema, Erich Pommer, que fue durante años el todopoderoso jefe de producción de la UFA?
–El rol de Pommer consistía en hacer cumplir aquellos preceptos, pero también se pretendía que las películas producidas por la UFA tuvieran suficientes valores artísticos como para exportarlas a otros mercados, por lo cual él tenía carta blanca para estimular la creatividad.
–¿Qué pasaba por entonces con las otras compañías productoras?
–Como la UFA contaba con la ventaja comparativa de ser propiedad del Estado, fue absorbiendo a las otras compañías, y ya para 1927 monopolizaba el mercado por completo.
–¿Qué ocurrió con la llegada del nazismo?
–Al ponerse toda la producción al servicio de la ideología nazi y la maquinaria bélica se perdió todo valor artístico, y a esto se le sumó la emigración en masa de los grandes nombres del cine alemán. Incluido el propio Pommer, que como era judío partió a Estados Unidos. Hasta que en abril de 1945 el ejército soviético se apoderó de los restos del estudio de Babelsberg, en las afueras de Berlín, y la UFA dejó de existir como tal.

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“Hasta que llegó Goebbels, en 1933, no había un decálogo explícito, más allá del final feliz”, dice Orbanz.
 
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