ESPECTáCULOS

Siete peleas para recordar por qué Carlos Monzón hizo historia grande

Los combates que emitirá Volver sirven para recordar al boxeador antes que al hombre de triste final. También se verá “La Mary”.

 Por Esteban Pintos

Quien no sepa o no le hayan contado cómo se vivía en la Argentina de los ‘70 cada pelea de Carlos Monzón –campeón mundial de los pesos mediano entre 1971 y 1977, record de 13 defensas exitosas de su título, retirado campeón– debería pensar en el mismo temblor que paraliza al país ante cada partido de la Selección argentina de fútbol en un Mundial. Así de grande era el acontecimiento nacional alrededor de un hecho ¿deportivo?, protagonizado por quien fue (y es, no hay dudas) el más grande campeón del mundo que dio el boxeo argentino. Por radio, con el sonido lejano de la transmisión telefónica vía AM, y por televisión, “vía satélite” y en blanco y negro, con la voz de Ricardo Arias. Claro: más allá de sus hazañas en el ring, Monzón tuvo después una vida signada por el ruido mediático de sus romances y peleas, con un final que no hizo más que cerrar la parábola trágica del ídolo que arranca muy abajo, roza las estrellas, juega con ellas y vuelve a caer, más rápido de lo que ascendió. La muerte de su esposa Alicia Muñiz, aquel juicio como de ficción, las cárceles (Mar del Plata, Junín, Santa Fe), el fatal accidente automovilístico del 8 de enero de 1995, cerraron una vida fascinante y contradictoria, con grandezas y miserias, en donde siempre costó separar al hombre y sus circunstancias del boxeador supercampeón, todopoderoso, ganador.
Hoy Carlos Monzón cumpliría 61 años y por eso el canal Volver ofrecerá un especial sobre su obra. Tal vez cueste pensarlo en estos términos –sobre todo si se discute sobre la condición deportiva o no del boxeo–, pero eso fueron sus peleas en defensa del título mundial. Serán siete combates y se verán en continuado desde las 17.20. Pasarán primero los dos enfrentamientos con el italiano Nino Benvenutti, fundacionales para la leyenda del morocho santafesino, flaco de brazos largos y mirada torva, de golpes de estilo quirúrgico. Monzón era, al momento de aquella primera pelea, casi un don nadie en el superpoblado universo boxístico de principios de los setenta. Así viajó a Roma para intentar quitarle la corona a Benvenutti. Y provocó uno de los más espectaculares knock-outs de la historia del boxeo (una imagen histórica del deporte argentino), sobre una esquina y con un tremendo derecha en volea. Y fue campeón.
La revancha trajo consigo otra victoria, más concluyente aún. En blanco y negro, con imagen y sonido restaurado para la ocasión, Volver promete, además: una de las dos tremendas peleas que sostuvo con el morocho Emile Griffith (la primera, en el Luna Park, definida en el 14º round); el triunfo frente al guapo francés Jean-Claude Bouttier en el viejo estadio olímpico parisino de Colombres, las victorias frente a Tony Mundine y Grattien Toná (un tanto menos complicadas, por cierto) y la demolición del cubano-mexicano José Angel “Mantequilla” Nápoles, también en París, con la particularidad de que fue organizada y producida por el actor Alain Delon, admirador y luego amigo. Esta última pelea, coinciden los especialistas, resultó emblemática sobre el estilo Monzón: superior en peso –Nápoles era un welter natural, o sea, unos siete kilos por debajo de los mediano–, el campeón se dedicó a golpear paciente y mecánicamente, durante seis rounds. Cuentan los relatos de época que aquello se pareció bastante a una sesión de tortura, pero con público y televisada. Hasta que el famoso Mantequilla, un ídolo en patria de boxeadores guapos como México, no quiso más antes de iniciarse el séptimo round.
Antes de la colección de combates se emitirá una aparición televisiva de Monzón junto al actor cómico Juan Carlos Altavista. Y a las 22, después del boxeo, se proyectará La Mary, la película que protagonizó junto a Susana Giménez y de cuyo rodaje resultó uno de los romances más publicitados, morbosos y atractivos de los últimos treinta años de romances entre famosos en la Argentina. Imagínese por un instante la conmoción: la estrella y el campeón. En verdad, durante más de veinte años, desde la piña en Roma hasta el choque en una ruta santafesina, todo fue así de conmocionante alrededor de Carlos Monzón.

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Una postal clásica del boxeador, dominante frente a cualquier rival.
 
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