ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A ALBERTO ROJO, MUSICO Y DOCTOR EN FISICA

“Tocar es algo religioso”

El compositor tucumano, que acaba de editar un disco folklórico, explica cómo conviven su vocación artística y su formación científica.

Por K. M.

La trayectoria del guitarrista, cantante y compositor tucumano Alberto Rojo comienza en la música clásica. Algunas de sus obras para guitarra se incluyen en los planes de estudio de los conservatorios nacionales. Pero desde hace unos años cambió el rumbo, y se dedica a componer e interpretar temas folklóricos. Para Rojo, no hay grandes diferencias entre un ámbito y el otro. Esa particularidad puede apreciarse en las zambas, cuecas y chacareras que integran el disco Para mi sombra, producido por Pedro Aznar, quien además participa en un tema, al igual que Charly García. Lo que hay allí es un repertorio netamente folklórico, pero con un interesantísimo cruce con Alberto Ginastera, y con canciones como “Desarma y sangra” de Charly García. Hoy a las 21.30, el tucumano presentará este disco en Uno y Medio, un nuevo espacio de música situado en Suipacha 1025.
Rojo alterna su trabajo como músico con otra profesión: es doctor en física. En 1990 partió a Estados Unidos con una beca posdoctoral, y allí se quedó desarrollando una tarea docente y de investigación. Y también aprovechó para hacer un seminario de jazz en la Berklee. “Quiero entender ese idioma para incorporarlo al folklore. Tengo un desafío: hacer folklore nuevo sin que suene a jazz”, explica el músico y físico. “Me gustan la música clásica, la música popular y el jazz, y estoy contento porque en el disco hay algo de eso”, sintetiza. Algunos de los temas compuestos por Rojo, como “Qué bonito”, integran el repertorio habitual de Mercedes Sosa, pero además la tucumana lo invitó a tocar con ella en Toronto (“mi mayor expectativa era poder entrar gratis al recital, y terminé tocando con La Negra”, cuenta él), y luego en una gira por el interior del país.
Además de músico y físico, Rojo es un “lector atento” de Borges, según su propia definición. Tan atento, que publicó el estudio El jardín de los mundos que se ramifican, en el que relaciona a Borges con la mecánica cuántica. La tesis de su estudio es que en “El jardín de los senderos que se bifurcan” Borges propone, sin saberlo, la solución a un problema de la física cuántica, anticipándose a una teoría científica que sería conocida recién dieciséis años después. La idea básica de la solución es que en cada decisión que uno toma, el universo se ramifica.
Para Rojo, la conexión entre literatura y ciencia, y especialmente entre Borges y la física, es evidente. No es el único que sostiene esa relación. Muchos textos de física hacen referencia a las obras del autor de El Aleph, explica Rojo. Cuando se lo dijo personalmente, Borges respondió: “¡No me diga! Fíjese qué curioso, porque lo único que yo sé de física viene de mi padre, que me enseñó cómo funcionaba el barómetro. ¡Qué imaginativos que son los físicos!”. Rojo recuerda de memoria citas que testifican “homenajes” de otros escritores que, está seguro, le deben su existencia a Borges. “Crecí leyéndolo, y en sus obras está todo. Cada vez que abro un libro suyo me produce una herida diferente”, asegura en la entrevista con Página/12, en un bar cercano a la manzana de la “Fundación mítica de Buenos Aires”, por la que Rojo le hace dar vueltas al taxista cada vez que vuelve a Buenos Aires.
–¿Cómo fue la experiencia de grabar con Charly García?
–Fue una lección de música. Fuimos a su casa con Pedro Aznar, y grabamos en vivo. Le pedimos un tema que no fuera de los más conocidos, y él eligió “Desarma y sangra”, con la letra original. Charly es un profesional a la hora de hacer lo que sabe.
–¿Y la de escuchar a Mercedes Sosa haciendo sus temas?
–Y... cualquier compositor fantasea con que ella le interprete un tema. Es una voz que glorifica toda música. De alguna manera, las canciones quedas bendecidas si pasan por Mercedes.
–¿Usted es más músico o más físico?
–Ahora me siento más músico. Creo que salí del placard. Pero sigo apasionado por los dos mundos, y trato de integrarlos para no sentirme un anfibio. Yo quise ser físico por curiosidad, para saber cómo funcionan las cosas, para responder a los grandes dilemas de la humanidad. Y, enrealidad, la física me dio más preguntas. Y quise ser músico para saber por qué un sonido puede llegar a conmover. En ese viaje me divierto mucho. Tocar es algo religioso. La música es un gran misterio, un idioma en el que uno trata de buscar una expresión, es el placer de buscar sonidos.
–¿Cómo se relacionan esos mundos?
–Son muy parecidos, en ambos está el acto creativo. Hay una intención de contacto, en un caso con el corazón y la mente del espectador, en el otro con los secretos del mundo. Además, para la música tengo un método muy parecido al científico: trato de ver cómo lo hicieron otros, y a partir de eso sigo mi propio camino. Me divierte pensar cuáles son los sonidos que no existen y que quiero escuchar.

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Alberto Rojo presenta hoy su disco “Para mi sombra” en Uno y Medio.
 
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