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De Niro, el toro salvaje, es un padrino de 60 años

El actor cumple años con la tranquilidad de ser considerado uno de los mejores de Hollywood, aunque en sus últimos trabajos parece haber puesto piloto automático.

Robert De Niro entusiasmó al público como boxeador o taxista, veterano de guerra o aficionado al béisbol, aristócrata o músico de jazz. También como mafioso fue extraordinario, pero en 2003, su figura, el “personaje De Niro”, parece haber neutralizado cualquier variante actoral que imponga un guión. Es El, simplemente, y todo lo demás gira alrededor de su leyenda. Una leyenda que hoy cumple 60 años. Su inmensa capacidad de transformación le valió el apodo de camaleón. “Lo maravilloso del oficio de actor para mí es que puedo tener diferentes vidas, sin correr riesgos reales”, dijo alguna vez.
El mundo del espectáculo lo respeta por la meticulosidad con que se preparó para sus papeles en películas inolvidables como El padrino II, Taxi Driver, New York, New York o El Toro Salvaje. Por ejemplo, durante casi un año, entrenó con el verdadero Jake La Motta para poder encarnar a esta leyenda del boxeo de la manera más verosímil posible. “Quería conseguir a toda costa moverme exactamente de esa forma”, relató. “El tema con el peso de todas maneras fue bastante exagerado”, minimizó. Exagerada o no, la historia de De Niro comiendo de todo para aumentar 25 kilos y poder encarnar a La Motta de mayor de manera creíble en la segunda parte de El Toro Salvaje forma parte de la leyenda. Por la película dirigida por Martin Scorsese el actor fue distinguido con un Oscar en 1981.
Había ganado su primera estatuilla dorada en 1975, como mejor actor de reparto en El padrino II, dirigida por Francis Ford Coppola. También de esa película circulan una serie de anécdotas, algunas comprobadas y otras enriquecidas por la leyenda. Brando ya había marcado el papel del mafioso Corleone que debía encarnar De Niro. El actor fue al dentista de Brando y se hizo fabricar una dentadura similar a la de él, para poder imitar mejor su forma de hablar. Además, ensayó acento con un maestro siciliano. “Observar una interpretación de De Niro es como participar en una clase magistral de actuación”, destacó el Instituto del Cine Americano (ACI), que honró al actor con un premio ACI a la trayectoria por éste su cumpleaños. Respecto de algunas de sus películas más recientes, los críticos, sin embargo, tienen otra opinión. Para actuar en Analízame y en su floja segunda parte, Analízate, el actor no parece haberse concentrado tanto en los preparativos, opinan, refugiándose en su innegable “oficio” para “sacar” películas.
De hecho, se dice que De Niro aceptó algunos papeles bien remunerados para poder financiar su productora TriBeCa Productions y su centro cultural bautizado también con el nombre de ese barrio neoyorquino. Generosamente, el astro apoya además la celebración cada año del Festival de Cine de TriBeCa, que impulsó tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 para revitalizar la golpeada zona del sur de Manhattan. No es casual que la “Gran Manzana” sea el escenario de varias
películas de De Niro. De pequeño, el neoyorquino visitaba habitualmente el cine Laugh Movie en la calle 42 de Manhattan. Para hacer realidad su sueño de convertirse en actor, la madre de De Niro renunció a parte de su sueldo como mecanógrafa en Maria Ley y Erwin Piscator. A cambio, el joven Robert podía tomar clases de actuación en el “Dramatic Workshop” de Piscator cada sábado. Antes de él, Marlon Brando ya había aprendido allí algunas cosas.

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Robert De Niro en “Taxi Driver”.
 
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