ESPECTáCULOS

El “Crepúsculo rojo” de Edgardo Cozarinsky iluminó San Sebastián

La nueva ficción del cineasta y escritor argentino radicado en París se lució en la competencia del festival donostiarra, donde “Bar El Chino”, “La mecha”, “El polaquito” y “Pyme” siguen cosechando elogios.

 Por Horacio Bernades

Sala llena, salva de aplausos y funciones agregadas para Bar El Chino, opera prima de Daniel Burak sobre cierto mítico boliche tanguero de Pompeya. Asistencia a tope y gente afuera durante las proyecciones de La mecha, último opus de Raúl Perrone, en el que éste sigue los pasos de un anciano que busca una mecha para su calentador. Interés y repercusión de películas que tratan temas sociales, como El polaquito (donde un chico de la calle y una joven prostituta se enfrentan a un peligroso explotador de menores) o Pyme/Sitiados, donde los obreros y el patrón de una pequeña fábrica de plásticos intentan salvar a la empresa de la voracidad de bancos y abogados. Potenciales compradores internacionales presenciando películas aún sin terminar –como Pueblo chico, El cielito u Otra vuelta– en vistas a su posible adquisición.
Por más que esta 51ª edición no cuente con ninguna película en competencia, el cine argentino se mueve fuerte en San Sebastián, aprovechando la oportunidad que brinda un festival de estas dimensiones, puerta de entrada al soñado mercado europeo. No hay más que contar cuántas películas argentinas integran la muestra “Selección Horizontes” (nueve, sobre un total de quince) o las que forman parte de la sección “Cine en Construcción”, destinada a mostrar a los posibles interesados películas iberoamericanas aún sin terminar (cinco sobre ocho, sin contar una que se presenta como coproducción hispanoargentina) para verificar, una vez más, la creciente resonancia que nuestra cinematografía viene obteniendo en el extranjero. Por si quedara alguna duda, bastaba con correrse, en los últimos días, hasta la sala 10 de los cines Príncipe, donde se mostraban las películas seleccionadas por “Cine en Construcción”, iniciativa para la que se asocian el Festival de San Sebastián y los Rencontres de Cinéma de Amerique Latine de la ciudad de Toulouse. Allí, luego de cada pasada de un film argentina, llovían preguntas en francés que productores, distribuidores y agentes de ese origen dirigían a los realizadores. Cómo no va a ser así, si a lo largo del año se estrenaron, en París, casi una decena de films argentinos.
De París llegó a San Sebastián un argentino con una película bajo el brazo. Se trata de Edgardo Cozarinsky, radicado desde hace treinta años en la capital francesa. Cozarinsky presentó en la competencia su película más reciente, la coproducción francohispana Dans le rouge du couchant (o Crepúsculo rojo, como se llamará en España). Protagonizada por Marisa Paredes, Dans... es un entramado de historias en el que vuelven a ser determinantes los temas que obsesionan al cineasta y escritor de 64 años, realizador de películas como Guerreros y cautivas y Fantasmas de Tánger y autor del libro de relatos Vudú urbano. Los fantasmas del pasado, el exilio como fatalidad o elección, el viaje a través de la memoria y los viajes de ciudad en ciudad son cuestiones que reaparecen aquí, esta vez con la Argentina como marca a fuego.
Argentinos son los tres protagonistas de Dans le rouge du couchant, aunque ninguno de los actores lo sea. Michel (el francés Bruno Putzulu) es un joven hijo de franceses, que viaja de Buenos Aires a París queriendo romper con su pasado. Paradójicamente, será el pasado el que le dé caza, cuando se entere de ciertos secretos que vinculan a su padre con el colaboracionismo. Clara (Marisa Paredes) es una psicoanalista argentina radicada en la capital francesa, ex militante durante los años ‘70 y con una cuenta muy dura para cobrarle a quien en aquel momento traicionó los sueños de ella y sus compañeros. Uno de estos es David (Feodor Atkine), artista plástico que se gana la vida como falsificador de arte y que también carga con la sombra de la tragedia a sus espaldas.
Hablada en castellano y francés, y con una fuerte presencia del tango (no sólo en la banda de sonido sino en la historia misma), Dans le rouge du couchant es, como todo el cine de Cozarinsky, un film pausado, melancólico y de finísima construcción, en el que los temas que lo animan van aflorando de a poco, como si se tratara de una lenta inundación. Aunque se trata de una de las películas más refinadas que se hayan visto en competencia, aquí el “caballo del comisario” es Te doy mis ojos, drama sobre la violencia familiar que Iciar Bollain (la realizadora de Hola, ¿estás sola?) dirige con honestidad, pericia y sin caer en maniqueísmos. Pero sin levantar demasiado vuelo, tampoco. Eso no impide que, cuando la competencia se halla ya en sus postrimerías, en los corrillos se la mencione insistentemente como posible candidata a más de un premio.

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