ESPECTáCULOS

Una historia de amor que cambió para siempre el género operístico

“Armide” de Gluck es una obra maestra. Hoy sube a escena en el Colón con dirección de Carlos López Puccio y régie de Carlos Sorín.

 Por Diego Fischerman

”Cuando Armide va a vengarse de Renaud, en la escena final del segundo acto, pude sentir a la audiencia entera paralizarse con terror, conteniendo el aliento, incapaces de moverse, sus corazones y almas puestos en sus ojos y oídos, hasta el punto en que la frase del violín, en el final de la escena, les devolvió la respiración y entonces respiraron una vez más, con una ráfaga de alegría y admiración”, escribía JeanLaurent Lecerf de la Viéville en 1706, en su Comparaison de la musique italienne et de la musique françoise.
El objeto de su admiración era una ópera, compuesta por Jean-Baptiste Lully (autor oficial de la corte de Luis XIV) sobre un libreto de Philippe Quinault basado a su vez en los cantos IV, V, X, IX, XV y XVI de La Gerusalemme liberata, de Torquato Tasso. La historia era la del amor entre un caballero tan cristiano como impoluto (Rinaldo, convertido en Renaud en la versión francesa) y la bellísima y temible hechicera sarracena Armida (Armide para Quinault). Noventa y dos años después del estreno de Lully, el gran reformulador del género, aquel que hablaba de la falta de sentido dramático y musical de la mayoría de las convenciones de la ópera, el que con Alceste había fundado un nuevo concepto de teatro musical, recurría al mismo libreto. Christoph Willibald Gluck, para su obra maestra, la que lleva a un grado mayor de perfección la reforma que pregonaba a viva voz, usaba no sólo un libreto tradicional y ya utilizado sino, además, “el símbolo de la ópera francesa por antonomasia”, en palabras de Carlos López Puccio, director musical de la puesta que se verá a partir de hoy en el Teatro Colón. “Es algo así como una boutade”, define. “Esta es su primera ópera realmente francesa y la intención es demostrar que aun dentro del molde de la ópera francesa se puede hacer una ópera de la reforma. En ese sentido, Armide cumple con creces con ambas condiciones. Por un lado resuelve exitosamente el desafío que el propio autor se impone, al lograr una obra tan francesa como la de Lully. Y por el otro, consigue una auténtica ópera moderna, mucho más libre de convenciones, incluso, que Alceste. Con ciertas agachadas, ciertas caídas en lo que era del gusto popular francés, pero es, sin duda, una demostración de poderío”.
El director, fundador e integrante de Les Luthiers, conductor de uno de los mejores coros argentinos, el Estudio Coral de Buenos Aires, y director desde 2000 del Coro Polifónico Nacional, realizó un concienzudo análisis de la partitura y explica, por ejemplo, que “es la primera ópera de Gluck que tiene marcas de articulación de arco que, si se ponen en práctica, dan un resultado notable. El distingue el staccato del spiccato. Utiliza marcas de ligado. En esto Gluck es, manifiestamente, un compositor francés, que funciona como corolario de toda una tradición. No es un Mozart temprano. Si uno hace sus obras pensándolo de esa manera, fracasa. Queda algo incompleto, algo a lo que le falta para llegar a lo que se tiene en la expectativa. En cambio, si se lo toma desde Lully, aparece toda esa tradición y, al mismo tiempo, como la figura contra el fondo, su modernidad”. La voz de López Puccio es, en este aspecto, casi la de un experto. Una de sus primeras experiencias con el género operístico fue Orfeo ed Euridice, que condujo hace casi veinte años en el Parque Centenario, y el año pasado dirigió Alceste en el Teatro Argentino de La Plata.
La versión que se presentará, además de la del estreno, en cuatro funciones (viernes 24, sábado 25, martes 28 y domingo 26) contará también con otra presencia llamativa. La régie es del cineasta Carlos Sorín, cuya reciente Historias mínimas recibió el Premio Especial del Jurado del Festival 2002 de San Sebastián y fue galardonado con el Segundo Premio Coral en La Habana. La escenografía será de Margarita Jusid, el vestuario de Alicia Gumá y la coreografía de Oscar Araiz. Actuarán la OrquestaEstable y el Coro Estable del Teatro Colón, con Eduviges Picone como directora invitada. Los papeles principales estarán a cargo de la mezzosoprano húngara Klara Csordas (21, 24, 26 y 28) y la soprano Patricia González (25) en el papel de Armide, el tenor Gustavo López Manzitti en el papel de Renaud, Graciela Oddone como Phénice, Silvina Sadoly (21, 24, 26 y 28) y Corina Díaz (25) como Sidonie, Alejandro Meerapfel como Hidraot, Alejandra Malvino como La Haine (El Odio), Carlos Ullán como el caballero danés y Víctor Torres en el papel de Ubalde.
López Puccio cuenta a Página/12 que “con Sorín hubo un muy buen clima de trabajo. El construyó un bellísimo cuento de hadas y algunas decisiones, como la de hacer que las hechiceras sean casi como apariciones, representadas por bailarinas, tienen un efecto sumamente interesante”. Por otra parte, en cuanto a un trabajo musical que obligó a los integrantes de la Orquesta Estable a frasear de una manera distinta de la habitual, respetando esas indicaciones de arco escritas por Gluck y limitando el vibrato todo lo posible, el director relata que “en la mayoría de los casos hubo una excelente disposición para profundizar cuestiones estilísticas y para adecuarse a una forma de tocar que no es la acostumbrada”.

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Carlos López Puccio dirige esta puesta de “Armide” de Gluck.
 
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