ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A MARTIN SLIPAK, UN DESTAPADO DEL ULTIMO AÑO

“Estoy atento a todo lo que pasa”

Tiene solamente 16 años y una respetable trayectoria en su haber. El año pasado, su “Cesarito” de Resistiré fue aclamado. Hoy, en el teatro, haciendo El protagonista, se lleva los aplausos más fuertes.

 Por Emanuel Respighi

Desde muy pequeño, cuando animaba fiestas familiares con números artísticos, Martín Slipak tuvo una relación estrecha con la actuación. Por eso no les extrañó a sus padres que, a los siete años, mientras sus amigos enloquecían detrás de una pelota, él les pidiera que lo llevaran a estudiar teatro. “Y tuve la suerte de caer en la escuela de Hugo Midón. Fueron cuatro años fantásticos, en los que aprendí mucho”, recuerda Slipak. Dos años más tarde, el chico que se destacaba en las clases logró dar el salto y participar en Magazine for fai, el recordado ciclo humorístico que recorrió las pantallas de Cablín, TyC Sports y América. A partir de allí, los trabajos en TV no dejaron de sucederse: Carola Casini, Verdad/Consecuencia, Primicias, PNP y Franco Buenaventura, hasta llegar el año pasado a Resistiré. Su prematuro entusiasmo por la actuación no había sido en vano. Aunque él, admite, nunca había pensado en convertirse en actor profesional. “A los siete años –aclara– nadie puede decir qué es lo que quiere hacer con su vida, más allá de soñar con ser futbolista o astronauta. Yo fui a estudiar porque me resultaba divertido actuar. Recién hoy puedo decir que quiero ser actor toda mi vida.”
Con 16 años sobre sus delgados hombros, Slipak es en la actualidad uno de los actores jóvenes de mayor proyección en la escena local. Un promisorio lugar que lo reconforta, pero que también requiere de esfuerzos y sacrificios que no muchos adolescentes están dispuestos a realizar: levantarse a las 7 de la mañana para ir a cursar cuarto año, viajar diariamente hasta Martínez para grabar por la tarde escenas de El deseo, la nueva telenovela de Natalia Oreiro (ver aparte), y por la noche adquirir en El protagonista la personalidad de Federico, el personaje que interpreta de jueves a domingos en el Paseo La Plaza. Ese papel, donde encarna a un adolescente que sufre las complicaciones lógicas –y no tanto– de ser hijo de padres separados, le vale al actor la mayor ovación después de cada función. “Lo que me atrajo de Federico es su personalidad, parece que no le importa nada, pero sin embargo toda esa superficialidad se viene abajo cuando estalla y le dice todo lo que siente a su padre. Me gustó indagar en ese vínculo tan difícil de desentrañar que es la relación padre-hijo”, señala el actor en diálogo con Página/12.
–¿Cómo construyó ese personaje tan ambiguo pero real, a la vez?
–En base a la oposición de las personalidades entre padre e hijo. El padre es extrovertido, cuidadoso de su imagen y galán, mientras que el pibe es introvertido, desprolijo y sufre la separación de sus padres. Las relaciones entre los personajes están muy bien tratadas. Porque en el fondo, el hijo es la persona más importante para una persona, más allá de sus amigos o sus novias ocasionales. Por eso cuando estalla y le pone los puntos sobres las ies, el padre reacciona por primera vez. Hay muchos chicos que no tienen una relación de confianza con el viejo, pero eso no significa que no se interesen por sus afectos.
–En tiempos en que ciertos sectores señalan a una juventud a la que todo le importa poco y nada, tu personaje se descubre en el momento del estallido como el que tiene la visión más clara sobre la realidad.
–Ojalá le sirva a la gente mayor para que se den cuenta de que la juventud no vive eternamente pelotudizada, que por más que se vistan raro no son nabos y que tienen cosas mucho más claras que los adultos. Yo eso lo vivo en carne propia con mis amigos. Cuando charlamos me doy cuenta de que hay ciertas cosas por las que no nos hacemos un drama, como nuestros padres, pero sin embargo estamos atentos a lo que pasa en el país, o en nuestras familias. No expresamos tanto lo que vivimos, sentimos y pensamos. En todo caso, muere en nosotros.
–¿Actuar lo sigue divirtiendo como cuando era chico?
–Sí y no. Actuar me divierte mucho, pero también me pone mal, me deprime, me desgasta y me quita mucho. Depende mucho del tipo depersonajes que uno hace y de las sensaciones que tiene uno que transmitir.
–¿Qué es lo que más le atrae?
–La construcción de los personajes. Me gusta investigar para sortear los obstáculos y componer de la mejor manera los personajes. Y actuar en vivo también es un momento copado. En el teatro, me divierte todo lo que tenga que ver con la relación directa que hay con el público y los cambios que se producen en las escenas en cada función. Y en televisión, a mí me gusta buscar mi lugar en los programas, buscar cierta actuación teatral en TV.
–¿Resulta muy complicado hacer teatro en TV?
–A mi modo de ver, actuar en TV es más fácil. Si bien el plano corto te exige menos movimientos, también debés saber moverte en un espacio reducido. En teatro hay que actuar en todo momento, hay que cuidar la voz, la entrada a escena, la salida, la actuación secundaria. Actuar es más relajado en la TV. Pero me parece que lo que se vio en Resistiré es que muchos actores trataron de hacer teatro dentro de la lógica televisiva.
–¿Cómo convive el colegio con la actuación?
–El año pasado con cinco materias en marzo.
–¿Las dio bien?
–Sí, salvo una, todas adentro.
–¿Y sus amigos se acostumbran a tener un amigo famoso?
–No le dan bola al tema. Yo siento la carga porque no puedo hacer todo lo que hacen ellos, salir a bailar, juntarme seguido a charlar. Hoy empecé en un colegio nuevo y el tema con los chicos que hablé ni se tocó. Mejor.
–¿Es usted quien toma las decisiones sobre su carrera o las consulta con alguien en especial?
–Entre todos: yo, mi papá, mi mamá y mis representantes. Pero la palabra final es mía. Tengo el poder de decisión, pero soy un adicto al trabajo.
–¿Pensó en dejar el colegio?
–Claro. Pero esa sí es una decisión que no tomo yo.

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