ESPECTáCULOS › FASCINANTE TRIP DEL DIRECTOR MICHEL GONDRY, CON JIM CARREY

Un viaje al final de la conciencia

Sobre una idea de Charlie Kaufman, el director francés, fogueado en el campo del videoclip, compone una emocionante fábula romántica.

 Por Martín Pérez

Una fiesta en una playa, donde se conocieron. Una noche mirando las estrellas tirados sobre un lago helado, donde se enamoraron. Un paseo por un mercado callejero, donde se pelearon. Una tarde en la librería donde ella trabaja, donde ella fue incapaz de reconocerlo. Una sucesión de recuerdos, apenas unos pocos de todos los que forman la historia de la intensa relación de Joel con Clementine, que ha decidido borrar para siempre de su mente, luego de enterarse que ella ha hecho lo propio con los suyos. “Ya sabés lo impulsiva que es Clementine”, intentan explicarle a Joel unos amigos en común, cuando descubre lo que ha sucedido. “Tenés que olvidarte de ella y seguir adelante”, le recomiendan. Para poder “seguir adelante”, entonces, es que un desesperado Joel irrumpe en el consultorio de Lacuna Inc., una curiosa empresa dedicada a borrar de la mente toda clase de recuerdos dolorosos. “¿El tratamiento puede producir un daño cerebral?”, le pregunta Joel al Dr. Mierzwiak antes de entregarse a su descubrimiento. “Técnicamente hablando, el tratamiento es un daño cerebral”, es la no-tan-tranquilizadora respuesta.
Con Jim Carrey en el papel del reservado y melancólico Joel y Kate Winslet encarnando a la encantadora y arrebatada Clementine, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos es la segunda película del tándem Gondry-Kaufman, la primera en llegar aquí a los cines. Conocido más por su trabajo junto a Spike Jonze (¿Quieres ser John Malkovich?, El ladrón de orquídeas), Kaufman sigue explorando –en esta nueva colaboración con otro niño mimado del videoclip como es el genial Michael Gondry– curiosas alteraciones de lo que se puede considerar como real. Habituado desde su primer guión a curiosear dentro de la cabeza de sus protagonistas (y también de sus espectadores), su Eterno resplandor... transcurre la mitad de su metraje en la mente de Joel. Y la otra mitad en el mundo que habitan quienes pretenden alterar las percepciones de esa mente.
Evitando cuidadosamente los efectos especiales más sofisticados y recurriendo meticulosamente a lo más tradicional, Michael Gondry logra maravillas con un fascinante regusto casero a la hora de poner en pantalla la lucha mental de Joel por defender los recuerdos de su Clementine. Acompañados por un joven elenco de lujo (Kirsten Dunst, Elijah Wood y Mark Ruffalo), Carrey y Winslet logran un muy buen trabajo al dar cuerpo a un romance casi condenado desde un principio por las características apenas esbozadas de sus personajes. Pero, cuando esos personajes deben defender lo poco que son, el film de Gondry alcanza a emocionar y con eso es más que suficiente.
Joel tirado en su cama con un casco ridículo, a merced de los irresponsables no-tan-profesionales que deberían “curarlo” de sus recuerdos, pero luchando con un último atisbo de “conciencia” onírica por su supervivencia sentimental: ése es el campo de batalla emocional de Eterno resplandor..., una película cínica pero melancólica, que asegura que no hay anteojos oscuros que resguarden de semejante brillo. Y que ese mundo gris de nuestros recuerdos, buenos o malos, es lo único que está vivo en medio de una (ir)realidad que existe apenas porque somos capaces de creer en ella.

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Jim Carrey y Kate Winslet le ponen el cuerpo a un romance casi condenado desde un principio.
 
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