ESPECTáCULOS

La interminable derrota de una ex estrella porno

En Excesos, el director James Cox retrata la caída de John Holmes, legendario performer sexual involucrado en drogas y un extraño crimen. Val Kilmer parece no salir del personaje Morrison.

 Por Martín Pérez

Como Boogie Nights, pero casi sin el Boogie. Así es como el periódico británico The Observer definió acertadamente a Excesos, la película de James Cox que cuenta la caída, sólo la caída, de la carrera del legendario actor porno John Holmes, más conocido como Jimmy Wadd. Treinta y cinco centímetros, dos mil películas, catorce mil mujeres. Tales cifras hicieron de Holmes un personaje legendario. Y marcaron la altura desde donde cayó su figura pública, hasta un pozo en el que la fiesta había terminado hace tiempo, pero él no parecía haberse dado por enterado. Demasiado adicto a la cocaína como para seguir trabajando, Holmes supo ser una figura patética de la noche de Los Angeles hasta que se vio involucrado en un extraño asesinato múltiple en el verano de 1981, en el que una banda de traficantes fue masacrada a golpes en su hogar de la calle Wonderland (de allí el nombre original de la película). Son esos sucesos los que intenta contar James Cox, que sitúa a un Holmes totalmente entregado a su destino y muy poco de fiar en brazos de una novia adolescente, justo en medio de dos pandillas enfrentadas, una de las cuales tuvo decididamente mucho más suerte que otra.
Una de las lucubraciones más recurrentes de la imaginería del rock es saber qué hubiese sucedido si Jim Morrison no hubiese muerto en París. De hecho, aun hoy hay quienes aseguran que el líder de los Doors aún está vivo. Al encarnar a John Holmes casi en el mismo registro con el que se hizo cargo de Morrison, Val Kilmer parece dar una de las posibles respuestas para aquella pregunta: si Morrison hubiese sobrevivido a su capítulo francés, tal vez hubiese caído como Holmes. Muy bien acompañado por un elenco que incluye, entre otros, a Carrie Fisher como efímera samaritana angelina, Lisa Friends Kudrow como la escrupulosa ex mujer de Holmes y Eric Bogosian como un exagerado gangster árabe, Kilmer es a la vez vulnerable y desmedido, tan perdido como su personaje en una película que parece nunca tener bien en claro su objetivo.
Casi como un Rashomon de sexo, drogas y rock’n’roll, Excesos cuenta el crimen de la calle Wonderland más de una vez. Primero lo presenta fuera de escena, desde el punto de vista de la novia adolescente olvidada en un motel. Después a través de las deducciones de una ridícula pareja de policías encargada de resolverlo, alimentados por la confesión de uno de los sobrevivientes. Y luego vendrá la versión de Holmes y hasta la versión de Cox. Pero no es precisamente el quién lo hizo lo que resulta interesante de una película como Excesos. La narración de la caída de una estrella, aun de una estrella del cine porno, es lo interesante de una historia llena de todos los excesos posibles en el filoso Los Angeles ochentoso que dejó la fiesta de los setenta. Como una Buenos muchachos sólo con su capítulo de la cocaína o una Boogie Nights en la que sólo hay resaca, Excesos se aferra demasiado a la resolución de un caso policial, poniéndose casi del otro lado del mostrador.
Con mucho rock en su banda de sonido, drogas en casi todas sus escenas y sexo en la entrepierna de Holmes, durante muy pocos momentos el film de Cox alcanza a dar en la clave de la historia de su protagonista, que ya fue contada mucho mejor –sin necesidad de ser literal– en la película de Paul Thomas Anderson.
Dos momentos son claves para mostrar lo que pudo ser y lo que termina siendo Excesos. Apenas empezada la película, Holmes entra en la fiesta de la banda de la calle Wonderland, y de golpe un par de chicas lo reconocen, y es casi obligado a dejarlas ver... y tocar. Pero el tema no se vuelve a tratar hasta que, luego de recorrer una y otra vez el crimen en cuestión, un Holmes a punto de huir discute con su ex mujer y se toma la entrepierna diciendo: “Todo el mundo quiere algo de esto”. Pero para cuando lo ha dicho, semejante frase apenas si es ridícula y fuera de contexto. Porque para esa altura de su metraje queda claro que una película como Excesos se pasó mirando todo el tiempo para otro lado.

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Kilmer es Holmes: 35 centímetros, 2 mil películas, 14 mil mujeres.
 
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