ESPECTáCULOS › NOA: UN VIAJE EN SUBDESARROLLO, UN FILM COLECTIVO

Por las rutas argentinas hasta el fin

Un grupo de estudiantes de cine salió por el país a proyectar películas al aire libre y a filmar las reacciones de un público virgen.

Por O. R.

Durante la realización del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata ’98, un grupo de amigos estudiantes de cine comenzó a planear, un poco en broma y otro poco en serio, proyectar películas de manera distinta de la tradicional. El proyecto fue madurando hasta concretarse al año siguiente. Se bautizaron Cine Ambulante y dieron nacimiento a una verdadera aventura cinematográfica: decidieron recorrer todo el camino hacia (y del) noroeste argentino durante tres meses, en el año 1999. La idea era detenerse en los pueblos del interior que no contaran con salas de cine y exhibir películas, preferentemente argentinas. Como corolario del viaje, el equipo registró una diversidad de imágenes que se transformaron en el largometraje NOA, un viaje en subdesarrollo, un documental que registra aquella aventura y otras historias surgidas del contacto con la gente de cada lugar. Dos integrantes del Cine Ambulante, Diego Olmos y Pablo Pintor, dirigieron la película que podrá verse mañana a las 21 en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543).
La película no tiene una estructura lineal y, en su primera parte, relata cómo se preparaban y se llevaban a cabo las proyecciones en los diversos pueblos y cómo era el trabajo de difusión (un megáfono al estilo circo) y cinematográfico. Poco a poco se va abriendo hacia otros lados hasta llegar a un contacto más íntimo con la gente de cada pueblo y se mete en su cotidianidad. “No tratamos de hacer una película sobre un viaje sino hacer una película que fuera un viaje en sí mismo”, describe Olmos. “Se trata de un viaje que pierde el rumbo, que toma otros caminos a los originalmente planeados. Es un grupo de amigos que salen a la ruta a hacer algo que les gusta y que se chocan con un país que les cambia los planes. Y en ese choque se genera algo que hace que ese rumbo inicial sea cada vez más difuso. No es un viaje lineal”, afirma.
“Fue todo transpiración”, reconoce Pintor. Recorrieron unos 6 mil kilómetros con un viejo colectivo estilo “trompita” (de los que tienen el motor adelante) del tío de uno de los integrantes del Cine Ambulante, que fue equipado con un laboratorio de fotos y una pequeña isla de edición junto al equipo de proyección de video y las 70 películas que llevaron. Con su motor home listo para la expedición artística, visitaron unos 24 pueblos de Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Córdoba, Tucumán, entre otros sitios, donde realizaron unas 90 proyecciones en total. Algunos pueblos recorridos fueron Acheral (Tucumán), Castelli (Chaco), Tilcara (Jujuy), Pluma del Pato y La Caldera (Salta). Cualquier sitio servía para la proyección de películas: se exhibieron en galpones de colegios, cines abandonados, un circo, canchas de fútbol, plazas y hasta en un geriátrico. El grupo eligió películas de diversos géneros, como cortos de animación, cine argentino, cine latinoamericano o de países centrales. Había de todo, desde cortos de Chaplin hasta Apocalypse Now!, pasando por películas de Buster Keaton y Pizza, birra, faso. En cuanto al criterio de selección, Pintor explica que “no partimos de las películas sino más bien de ciertas temáticas que nos podían llegar a servir de guías. Empezamos a armar una especie de ciclos temáticos y, en cada ciclo, tratamos de mostrar diferentes miradas sobre distintos temas. Lo que nos resultaba interesante al proyectar las películas era ver qué pasaba cuando las presentábamos en los distintos pueblos”. Una vez finalizada la proyección de cada película se proponían debates que no siempre llegaron a concretarse. Ambos directores coinciden que la mayor aceptación vino de parte de los chicos. Quizá contagiados por ese espíritu aventurero que caracteriza a la niñez.
Una de las inquietudes con las que llegaba el grupo Cine Ambulante era poder visualizar cómo es el cine actualmente en el interior y qué es lo que queda. Y se encontraron con ruinas, lugares donde los proyectores eran gigantes, verdaderas joyas de museo envueltas en telarañas. Los integrantes de Cine Ambulante funcionaron también como una especie dearqueólogos cinematográficos, llegando a sostener animadas charlas con viejos proyectoristas.

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Con su motor home visitaron unos 24 pueblos de Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Córdoba y Tucumán.
 
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