ESPECTáCULOS › MARCIAL DI FONZO BO, ACTOR Y DIRECTOR
DE LA VERSION FRANCESA DE EVA PERON, DE COPI

“Eva luchaba para no ser una estatua”

En versiones paralelas –argentina y francesa–, dentro del festival Tintas Frescas, la obra se presenta en el Alvear.

 Por Hilda Cabrera

¿Es necesario tomar distancia para evaluar sin prejuicios a la Eva Perón de Copi? El actor Marcial Di Fonzo Bo, argentino radicado en Francia desde 1987, responde de modo ambiguo: “Es difícil prever la reacción del público ante esta obra. Uno es consciente de la fuerza del texto, pero no sabe cómo ni cuánto recibirá el espectador”. Protagonista de la versión que presenta hoy en función de despedida, y en francés (con subtitulado), dentro del ciclo Tintas Frescas en Buenos Aires, organizado por el gobierno de la ciudad e instituciones francesas, Marcial destaca el hecho de que en sólo seis días pudieron concretarse dos montajes bien diferentes de esta desafiante pieza de Copi (Raúl Natalio Damonte Taborda), dibujante, actor y autor de novelas y ensayos que se afincó en París y murió enfermo de sida en esa ciudad en 1987. La obra fue estrenada en el Teatro de L’Eppée de Bois, en 1970, y provocó gran revuelo. La dirigió Alfredo Arias y el actor Facundo Bo, tío de Marcial, compuso a Eva. Lo que sucedió en esa época de fuertes posicionamientos demoró los deseados nuevos abordajes. En diálogo con Página/12, Di Fonzo cuenta que un grupo de artistas chilenos le pidió realizar un montaje, y así fue que en 2001 concretó una première en Chile, con Alfredo Castro en el papel de Eva. El elenco la presentó en teatros de Venezuela, México, España y Francia. Aún faltaba Argentina, “el lugar de Eva, personaje que me moría por hacer”, confiesa Di Fonzo, quien desde los 18 años reside en París, adonde llegó luego de un periplo por varias ciudades. “Crecí con la dictadura militar y los años de la democracia que le siguieron me parecían tibios. Quería vivir del teatro y pensaba que afuera me iría bien”, resume. Se instaló en París en diciembre de 1987, y en 1994 logró formar una cooperativa con otros actores. De ahí pasó a la dramaturgia y la dirección. Théâtre des Lucioles (de las Luciérnagas), nombre de su compañía, implica un desafío personal de supervivencia ante la destrucción. Surgió de un texto de Pier Paolo Pasolini, poeta, cineasta y escritor asesinado el 2 de noviembre de 1975. Se trata de un escrito de naturaleza política, donde el artista polemiza en contra de la clase dirigente: “Retrata a una sociedad y a un país degradados. Traza un paralelo entre el avance de las multinacionales y la desaparición total de las luciérnagas a causa de la gran polución y los bruscos cambios climáticos”, apunta Di Fonzo.
–¿Cuál es, a su entender, la visión de Copi sobre Eva?
–No pretendo que los demás compartan mi idea, pero yo no creo que la obra sea una profanación, como se dijo, de la figura de Eva. Copi demitifica: pone a Eva en el plano de lo humano y habla de manera directa de la muerte y el cáncer. Mi obra es sucia, desordenada, porque pone en evidencia esa lucha. Para mí fue importante que hubiera en este mismo encuentro una compañía argentina que defendiera este texto, que aceptara el riesgo, como lo hizo el elenco que dirige Gabo Correa.
–¿Qué extrae de esta experiencia?
–Creo que permite tomarle la temperatura al mito. Hubiera sido demasiado arrogante traer la puesta francesa y no dejar un espacio a otra local.
–¿Podría decirse que los personajes de las obras de Copi son en su mayoría depredadores?
–El teatro de Copi es negro, lúcido y corrosivo, sobre todo cuando se refiere a la muerte y a la marginalidad. Eva Perón es casi un clásico, pero no tiene un desarrollo lineal. No sé si sus personajes son depredadores, pero sí que nacen de la urgencia. Copi es caótico y su Eva se encuentra en ese terrible instante en que sólo falta que se le ponga la tapa a su cajón, con ella dentro. Me ayudó a comprender esto haber hecho antes otras obras: un espectáculo que se llamó Copi, un retrato (Copi, un portrait, de 1999), donde incluí fragmentos de Eva Perón, de historietas y de un texto maravilloso, El uruguayo. También un monólogo delirante sobre Loretta Strong, extractos de La noche de Madame Lucienne (que en Buenos Aires se conoció como La noche de la rata, estrenada en el Teatro Payró),y un ensayo precioso, autobiográfico, El Río de la Plata. Llevamos aquel espectáculo de gira durante casi dos años. Esto me convenció de que podía hacer la puesta íntegra de Eva..., que finalmente estrenamos en Chile, con actores chilenos, a la manera de una radionovela y para un público popular, masivo. Copi fue ante todo un ser libre, y nosotros podíamos permitirnos estos experimentos.
–¿Qué formas adopta el poder en Eva y Perón?
–El personaje de Perón es ingrato: parece distante porque sufre migraña o lo que sea. Eva muestra sus pasiones. La obra da esa impresión de cosa ya resuelta aun antes de empezar. Los personajes se encuentran desde el comienzo atrapados en la rueda del poder, que gira independientemente de ellos. La que lucha para no quedar convertida en estatua es Eva, y lo grita. Perón es el personaje trágico, el impotente atrapado en una red que tejió él mismo y de la que no va a desprenderse.
–¿Habrá más Copi después de esta puesta?
–Vuelvo a París para ensayar La Torre de la Defensa (La Tour de la Défense), que estrenaremos en mayo de 2005. Después haré la régie de una ópera de Salieri, en Suiza, y continuaré la saga con textos de autores argentinos que venimos preparando con el director Matthias Langhoff. La iniciamos con un escrito de Rodrigo García, otro de Alejandro Tantanian y de Lamborghini (El niño proletario). Seguimos con un trabajo de Rafael Spregelburd (Un momento argentino), que ya se estrenó en Londres, y de Javier Daulte (Fenómeno de masas). Presentaremos todo junto en el Festival de Avignon 2006. Por la primera trilogía, que ya mostramos en París, me dieron el Premio de la Crítica al mejor actor del año. El título de la trilogía es Ultimas noticias de Mataderos, todo muy sangriento.

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Alejandra Flechner fue Eva en la versión argentina.
 
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