ESPECTáCULOS › TELEVISION PETTINATO VUELVE HOY CON INDOMABLES

“Mientras dure la TV, esto puede durar años”

Roberto Pettinato vuelve con la intención de desdramatizar después del verano trágico. “Generar alegría y fortaleza, eso sí puedo hacerlo... la única misión es crear”, dice.

 Por Julián Gorodischer

Pettinato tiene “eso” que a muchos les falta: sabe regresar del papelón, sale airoso del trash de la semana televisiva, disfruta de la paradoja del rock star consagrado por el formato más remanido de la TV desde 2002: el programa de panel. Será ligeramente erotómano en el trato con la linda del programa Jackie Keen, malévolo con ganas para azuzar la ironía de Fernanda Iglesias, reinventado todo el tiempo como monologuista, capocómico revisteril o entrevistador chatero (su especialidad en la revista que dirige, La Mano). El se creía David Letterman y estaba feliz importando el tono de la pregunta maldita en Duro de acostar, y le gustó, después, el juego de aggiornar el programa deportivo (Orsai a la medianoche) o darle brillo a la nada en Indomables. “Y yo que alguna vez quise ser el Dennis Miller de Saturday Night Live...”, dice con el tufillo a frustrado de todo “buen chico judío” (¿lo será?). El, que vuelve con “el programa de culto” (por América a las 21), también se queja. ¿Qué es el éxito?
Se fue de la pantalla apenas por un mes y unos pocos días, pero en el medio pasó de todo y el país ya no parece el marco perfecto para el tono asordinado, el andar leve, el circo de voces en pelea constante o el cuereo indisimulado a las invitadas de la sección “Verdadero o Falso”. Indomables, como Pettinato, es y no es a la vez: un panel bobo que despedaza la programación de las tardes, un amable devenir vespertino que a la vez es un implacable resumen irónico de medios, una comedia ligera que se quiebra con el repentismo de un sablazo. Pero, ¿cómo mantener el tono, el gusto por la belleza que reside en la basura, en el país post Cromañón, a poco más de un mes de la tragedia? El cronista le pedirá reflexionar sobre eso en un chat en vivo (¡copión!), imitando el tonito que Pettinato impuso desde La Mano. Su obstinada negativa a la entrevista in situ podría dejar paso al chat con el debido crédito: se aclararía que él es el autor del género. ¿Tan así? Pero el conductor divo, requerido para una ficción sobre su propia vida (ver recuadro), adulado por llegar a la masa y a la minoría, se reserva el derecho de autor: “¡Sólo por correo electrónico!”
–¿Cómo encarar el humor en la era post Cromañón?
–¡Tsunamis, Cromañones, desgracias múltiples! Si cuento que vengo haciendo humor desde 1992, no tendría qué decir. La única misión es crear, generar fortaleza e invocar a quien sea para que sufra la menor cantidad de gente y la lista de muertos sea la más pequeña posible. Sobre los últimos dos ruegos no podré jamás hacer nada. Pero sobre generar alegría y fortaleza... ahí sí... Es como venir de un entierro de algún familiar y en la tele ver, simultáneamente, algo que te hace reír... y mágicamente te encontrás riendo y llorando a la vez.
Conclusión: no será un Pettinato testimonial, ni dará un golpe de timón a una zona dura de actualidad. Seguirá volcando a Indomables a la parodia mediática, fomentando el debate sobre figuras, papelones y chismes de farándula. La repartija de posiciones será siempre equitativa tanto a favor como en contra, con un mediador que eriza más de lo que calma, que se deleita en la incorrección (empujar a un niño de la tribuna, criticar a la embarazada por gorda, burlar la afectación de un panelista). Y en Pettinato nada suena hiriente u ofensivo, porque se desliza por el sarcasmo poniendo el cuerpo: él mismo será el primer agredido por su lengua filosa. Cuenta Fernanda Iglesias que “es reinseguro: tiene miedo de que sus chistes no hagan reír, se come las uñas en los cortes... Para no llegar solo al estudio, siempre está hablando por teléfono con alguien. Y nos dimos cuenta de que le tiene terror al loser”. Hasta aquí, no se anuncian mayores cambios. Indomables sólo innova en los accesorios: apertura con muñecos de plastilina, otra escenografía, más espacio para el segmento Kitsch de Sebastián Wainraich...
–¿Cambiar para que nada cambie?
–No soporto que me preguntes eso antes de verlo –y casi se puede escuchar ese tonito–. Los programas están hechos por argentinos, gente como nosotros que no trabaja lo indecible para renovar y renovar y renovar. Si lo hicieras, al mes la gente estaría diciendo: se están repitiendo. ¿Con qué? Bueno, con lo que se renovaron hace un mes. Los programas tienen vida propia, van creciendo a lo largo del año y muriendo hacia el final o, en Indomables, enloqueciendo hacia el final. Lo verdaderamente renovador del año es que Tinelli se haya ido a Canal 9.
–¿Y qué gusta del programa?
–Que se repita tanto como todos los que se repiten. Un equipo formidable de gente al que volvieron a darle la visa a Estados Unidos. ¡Toda la tele en una hora! Tener al productor (Diego Gvirtz) más temido de la televisión (¡lo dijo Noticias!). Ser así como es y punto. Podría durar durante años mientras dure la televisión y los demás programas. Ser el programa más emulado por los demás. Eso te da más vida aún. En fin...
–Lo que lo incomoda y lo que lo reconforta...
–Me incomoda todo eso que sueño que podíamos hacer y después me agarra fiaca y no se hizo... o tal vez me olvidé de que ya lo había pensado.
La vuelta, entonces, ocurre con esa gracia que da la falta de sorpresas, la tranquilidad de saber que aunque sea “algo” sigue igual a pesar de todo. En medio del sopor y la tristeza del verano, Pettinato se moverá hiperkinéticamente, en el opuesto del cuerpo televisivo tendiente a la inercia y la sobriedad: lejos de sillas, mostradores, sofás, mesas redondas... Si el panelista tiene un costo que pagar, lo hace con ganas. A Guillermo Pardini todavía le cuesta adaptarse a esa velocidad de maníaco compulsivo, pero agradece. “Es como ir al gimnasio, te mantiene en forma la cabeza...” También acepta el costo Fernanda Iglesias: “Nunca te lo dice dulcemente: te putea y vos creés que te está tratando mal. ¡Pero quiere ayudar! No sabe mostrar su parte sensible. Cuando estaba embarazada, me lo tomaba a mal”. En la entrevista con Página/12, Pettinato es igual: elude el chat, retacea las respuestas, tarda y se hace esperar, pero cuando el mail llega no defrauda.
–¿Cómo son los reencuentros después de poco tiempo?
–Sirven para observarse las canas, la gordura y el cabello. Las miradas serán las mismas y los recuerdos de la genialidad y la mediocridad de todos nosotros también. Es mejor dejar de verse durante años y volver... Lo hice con Orsai y el gordo Gonzalo Bonadeo. Eso fue más emocionante en este punto, porque tenía más expectativas.
–¿Y, cuando llegue el momento, sobre qué va a monologar?
–A mi esposa la mordió un pez en la playa y al otro día yo lo encontré agónico. Era enorme y tenía la boca como una sierra. Seguramente su último pedido al Dios de los peces fue morder a una turista y Dios se lo concedió. Su vida terminó ahí mismo, ni una palabra. “Ahora has mordido lo que querías, ven a mí...”, dijo esa voz (que en el caso de los dioses de los peces, a diferencia nuestra, es aguda y chillona) y se llevó su alma. Fue tremendo.
–...
–Era un chiste, no elegí nada todavía.
–¿De qué estaremos hablando todo el año (una predicción)?
–Del nuevo Videomatch pero por Canal 9/ de las Ideas del Sur pero por Canal 9/ de qué hará Chiche Gelblung/ de dos desgracias mundiales a confirmar/ de los colegios que son una mierda/ de los chicos que se alcoholizan y drogan/ de otro Cromañón más en donde los diarios dirán: ¡A menos de un año del anterior, ahora éste...! (lo cual demostrará una vez más cómo la historia se repite cuando no se cura)/ Tal vez haya otro atentado para los americanos/ La salud del Papa/ Nace un nuevo rap para blancos...

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Pettinato sigue en la radio, La Mano y la TV, incluyendo un proyecto de “semificción”.
 
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