ESPECTáCULOS

“Frida Kahlo es un sinónimo de resistencia y de ganas de vivir”

Ana María Casó estrenará mañana “Fridas”, un unipersonal escrito por Cristina Escofet. Se trata de un monólogo surgido de las pinturas de la artista mexicana, como si fuera una confesión.

Por Hilda Cabrera

Exorcizar el dolor, doblegarlo con sensualidad y contraponer al salvajismo de la vida la ternura y la esperanza. Estas fueron –según la actriz Ana María Casó– actitudes básicas en la pintora mexicana Frida Kahlo (1907-1954). Ese comportamiento ante el dolor y el deterioro sería privativo del universo femenino. Así lo cree Casó, quien mañana viernes estrenará Fridas, unipersonal de Cristina Escofet, en el Actor’s Studio. Este trabajo (que se verá sólo los viernes a las 21 en la sala de la avenida Corrientes 3571) es resultado de una ponencia de semimontado hecha por Escofet en el Congreso de Teatro Latinoamericano de la Universidad de Kansas del 2000. El texto es parte de Arquetipos: modelos para desarmar, un libro de esta autora. La pieza fue presentada también en el Ciclo 2000 del Club de Autores y en el Festival Internacional de Monólogos de Miami (mayo de 2001). Se trata de confesiones que parten de las mismas pinturas. “Como si éstas hablaran”, precisa Casó, en una entrevista con Página/12, al tiempo que enumera algunos títulos de las pinturas: El sueño y la cama, Las dos Fridas, Lo que vi en el agua, Flor de la vida, Yo y mis pericos, Autorretrato con pelo suelto, La columna rota, Pensando en la muerte y, entre otros, Mi vestido cuelga aquí.
La actriz adelanta que en este montaje no se exhibirán reproducciones de estos cuadros sino tan sólo elementos que remitan a ellos, conformando collages, donde unas muñecas (realizadas por Adriana Dicaprio) serán protagonistas. Casó ha elaborado un prólogo para explicar al público la razón por la que eligió el personaje Frida Kahlo. “Con Cristina ideamos una puesta sobria, de pequeños detalles, donde el espectador no me va a ver disfrazada de Frida. Sólo utilizaré algún anillo, o un collar, o colores que expresen parte del mundo personal de esta artista, transmitan algo de sus pinturas y del dolor de un cuerpo que debió soportar las secuelas de la poliomielitis, y después las quebraduras que le produjo un tremendo accidente y las cicatrices de más de treinta operaciones.”
Con el monólogo Fridas, Casó y la pampeana Escofet (autora, entre otras piezas, de Té de tías y Nunca usarás medias de seda, de obras de teatro infantil y miniseries para televisión) apuestan a universalizar, a través de la figura de Kahlo, la fuerza femenina ante el sufrimiento. Intento que no implica restarle gozo al trabajo. La actriz cree que esta obra acude al rescate del humor y del canto (ella misma cantará a cappella) como formas de distanciamiento del dolor: “Frida tenía un humor a prueba de infortunios –dice–. No se privó de nada, y eso es muy atractivo. Se tomó todas las libertades. Para las mujeres, Frida es sinónimo de resistencia, de ganas de vivir. Y esto a pesar de las operaciones y la desesperación de no poder ser madre. Esta puesta que compartimos con Escofet (con quien trabajó también en el montaje de otro unipersonal, Solas en la madriguera, de 1988) me da fuerzas para continuar en mi profesión. No es sencillo animarse a estrenar en este momento, pero soy actriz, y estoy convencida de que tengo que resistir desde este lugar”.
Casó se inició en el teatro siendo adolescente y participó de importantes puestas, entre ellas La ópera de dos centavos, de Bertolt Brecht, en el Teatro de los Independientes (lugar que después ocupó el Teatro Equipo Payró), cuando lo dirigía Onofre Lovero. Ya más cerca en el tiempo, de Una visita inoportuna, de Copi (en el San Martín), y versiones más o menos recientes de El jardín de los cerezos, de Anton Chéjov, y Esperando la carroza, de Jacobo Langsner. Respecto de Frida Kahlo, le impresiona el deseo de esta artista de vivir en permanente ebullición: “Le gustaba decir que había nacido en 1910 y no en 1907, como en realidad era, porque quería ser hija de la revolución mexicana de Zapata y Pancho Villa, corporizar una revolución que sacudió a los dueños de la tierra y puso en primer plano al indigenismo”.
Otra faceta que le atrae de Frida es la elaboración de un discurso femenino, “porque a las mujeres nos cuesta mucho asumirnos”. Entiende que en las mujeres pesan exigencias contra las cuales es necesario rebelarse.Por ejemplo, el mandato de mantenerse bellas para no ser excluidas: “Es como si no pudiéramos tener edad ni historia. Tampoco podemos mostrar nuestro enojo, porque nos arriesgamos a que nos consideren unas histéricas. Esto no pasa con los varones. Deberíamos aprender a manejar nuestras emociones para que no nos descalifiquen de antemano y podamos ocupar mejores espacios dentro de la sociedad”.

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“Fridas” es parte del libro “Arquetipos: modelos para desarmar”, de Cristina Escofet.
La puesta de la obra consta de elementos que remiten a las pinturas, formando collages.
 
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