ESPECTáCULOS

De Buenos Aires al mundo

Daniel Barenboim, nieto de inmigrantes judíos rusos y alumno de piano de su padre, dio su primer concierto, todavía con pantalones cortos, en la Sala Breyer de la calle Maipú, en Buenos Aires, en agosto de 1950. Tenía siete años. Desde entonces, la historia de uno de los músicos más completos e interesantes de la actualidad registra momentos cercanos a la leyenda: el concierto en Jerusalén con el público equipado con máscaras de gas, la primera actuación de la Filarmónica de Berlín después de la caída del Muro, con él en el podio, en que la entrada era, simplemente, cualquier prueba de que se hubiera llegado al lado oriental de la ciudad. Empezó como uno de los pianistas más importantes de su generación. Después comenzó su carrera como director orquestal: la Orquesta de Cámara Inglesa, la Orquesta de París. Fue el director titular más joven que tuvo la Sinfónica de Chicago. El Festival de Bayreuth lo tiene como uno de sus directores preferidos, es el invitado principal de la Filarmónica de Berlín y el director de la Opera Estatal de esa ciudad y de su orquesta, la Staatskapelle. En 1999 fundó, junto al intelectual palestino Edward Said, el Taller West-Eastern Divan, que invita a jóvenes músicos israelíes y de Medio Oriente, cada verano, a trabajar juntos. La orquesta tocó por primera vez en agosto del año pasado, en la ciudad árabe de Rabat. Desarrolla un programa de educación musical en territorios palestinos. “Cada hora en que esos jóvenes judíos, musulmanes o cristianos están estudiando el violín o están ensayando –dice–, es una hora o un día en que no están expuestos a los fundamentalismos y al camino de la violencia.”

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