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La admiración de sus colegas

- Atilio Stampone: “Conozco a Mariano desde que empezó a tocar. Cuando él hacía las comedias musicales, como El otro yo de Marcela, o Bésame Petronila, donde se inició como actor, en los ’50, yo tocaba el piano con la orquesta que dirigía él. Para mí, Mores es el compositor de tango de los últimos cincuenta años. Ni más, ni menos. Es alguien que debe tener cuarenta, cincuenta obras, y no hay una sola floja, son todas de primer nivel, y además originalísimas, con una gran personalidad. Exitos como Grisel, Uno o Cafetín de Buenos Aires demuestran que él tuvo mucho que ver con el boom del tango del ’40 y del ’50. Salvando las distancias, Mariano es al tango lo que es un Cole Porter, o Jobim a la música brasileña”.
- Emilio Balcarce: “Cuando lo conocí tendríamos 17 años. Ya entonces vi en él a un pianista nada común, muy bien formado con su instrumento y con ansias de componer. Lo que más aprecio de Mores, por sobre todo, es su gran inspiración como autor, aunque como pianista es de primera línea. Cuando se integró con Canaro, seguramente logró lo que por lo general nos falta a los músicos: sentido comercial agudo. Canaro lo tenía, y Mores debe haber asimilado de él muchos movimientos que tienen que ver con la capacidad de despertar interés comercial. El llevó nuestro tango a un nivel bastante alto, pero pienso que hubiera podido dar mucho más si no hubiera dependido tanto de lo comercial. Por eso su orquesta siempre tuvo un sabor que mezcla lo europeo con lo nuestro, no tiene un gran sabor típico, salvo con milongas como Firulete, donde se pone grande, y con su gran tango orquestal, Tanguera, ahí se muestra en todo su esplendor. A Mores, por sobre todas las cosas, lo considero un compositor excepcional”.
- Nicolás Ledesma: “Mariano Mores es uno de los grandes del tango y sin dudas es uno de los mejores compositores. El nos ha regalado algunos de los más lindos tangos; junto a Discépolo hizo cosas magníficas. Si no fue tan reconocido por algunos colegas quizás es porque siempre tuvo la cosa más lírica, siempre hizo lo que quiso arriba del escenario, no se metió con el público tanguero tanguero. El es showman, y por ahí no se dedicó a tocar solamente su obra, siempre buscó los efectos, la mezcla de temas suyos con otros temas populares. Pero aun así los tangueros lo reconocemos como a un grande, como a una figura fundamental, y debería estar siempre en el lugar que se merece. Lo reconozco como compositor, intérprete, director, artista. ¿Quién no disfruta tocando Cada vez que me recuerdes, Cafetín de Buenos Aires, Uno o Cristal? Todos sus tangos son hermosos”.

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