PSICOLOGíA

Hoy la “robusta montañesa” fuma porro y tiene sexo sin escrúpulos

Acerca de las diferencias y las coincidencias entre “psicoanálisis” y “psicoterapia” bajo las condiciones actuales del ejercicio profesional.

Por Guillermo Ferschtut*

Ya no estamos en la Viena de fin de siglo. Hoy Katherina, “la robusta montañesa” que analizó Freud, no es tan robusta, es distinta y afinada, se pinta, tiene menos tiempo, usa blue jean, fuma cigarrillos y a veces marihuana, tiene relaciones sexuales con menos escrúpulos y más frecuencia, además usa Internet y un poco de diván. ¿Otra sexualidad o la misma? ¿Otra sociedad?


Puede decirse que en la actualidad padecemos de la ausencia de un discriminante preciso para delimitar el psicoanálisis y la psicoterapia. Hay gente que trabaja en la línea de fuego, en hospitales o prepagas, etcétera. Es difícil y poco aconsejable andar con el diván a cuestas. Tiempo, relación y secuencia resultan difíciles de enmarcar. El problema radica en percibir, en el proceso mismo y en cada circunstancia, qué es psicoanálisis y qué es psicoterapia. Entonces hablaremos de procedimientos, pero siempre desde adentro y para cada terapeuta en particular. Esta es una dimensión decisiva y es preciso para cada operador –y en función de cada dupla– poder encontrar y valorar sus diferencias conceptuales entre una y otra práctica.
El psicoanálisis es un método que propicia el autodescubrimiento a través del insight, dejando de lado –en la medida de lo posible– la práctica de la sugestión. A mi entender la psicoterapia organiza modalidades de aprendizaje, que se agregan al advenimiento del insight.


El estándar de las cuatro sesiones semanales sirvió en algún momento como operador práctico de diferenciación entre psicoanálisis y psicoterapia, pero eso fue en unas circunstancias específicas que no son las actuales.


Entiendo que, entre uno u otro procedimiento hay más semejanzas que diferencias; sin embargo, prefiero pensar que hay momentos de predominancia psicoterapéutica en un tratamiento psicoanalítico o bien momentos profundamente psicoanalíticos en el desarrollo de una psicoterapia. El psicoanálisis será siempre una psicoterapia puesto que de allí ha emergido; lo inverso no es verdadero, ya que no toda psicoterapia es un psicoanálisis. Aquélla se remonta a la antigüedad y éste apenas tiene un siglo.


Cuando la diferencia entre psicoterapia y psicoanálisis está trazada brutal y exteriormente, se pierde la percepción de las dimensiones psicoanalíticas de los procesos psicoterapéuticos y de las dimensiones psicoterapéuticas de los procesos que supuestamente –según el rótulo– son psicoanalíticos o no.


Cuando hablamos de la diferencia entre lo que se entiende por psicoterapia y por psicoanálisis, nos encontramos con algunas coincidencias fundamentales entre la verdad y la cura. Este punto hace a la esencia del psicoanálisis y debe constituir el núcleo ético de todo psicoanalista. A partir de una ética es posible constituir una moral. La crisis surge respecto de lo que está bien y lo que está mal en aras del principio ético y no de la verdad surgida del mundo interno del paciente.
Los cambios en una terapia se suceden en una cadena infinita de crisis, aperturas y nuevos planteos, que la belleza del método brinda a sus usuarios. Sin embargo, actualmente, una parte del sentido original del concepto de cambio se pierde. Dada la velocidad y el incremento de losmismos, el concepto se hace sinónimo de crisis y la misma crisis deja de ser una variable para transformarse en una constante.
Creo que estos temas se re-equilibran o se diluyen si partimos de la perspectiva de que el psicoanálisis no debería subordinar los resultados terapéuticos a otros intereses que no sean el descubrimiento de la verdad. Esta posición puede resultar pomposa o solemne, sin embargo se trata de una búsqueda crítica, difícil y peligrosa por momentos, realizada entre dos, en una acción transformadora para ambos.


“Psicoanálisis o psicoterapia” pasa a ser “psicoanálisis y psicoterapia”, “psicoanálisis con psicoterapia” o “psicoterapia con psicoanálisis”. Así las nominaciones a veces limitan o encierran el problema que, además de ser más profundo de lo que parece a primera vista, es muy difícil posicionarse en alternativas excluyentes. El problema se parece a aquello de ¿a quién querés más a mamá o a papá? El chico no tiene otra salida que decir los quiero a los dos, a veces quiere más a papá, a veces a mamá... y aprende diplomacia.


Es necesario ver los objetivos del tratamiento psicoanalítico como la búsqueda de cambios fundamentales en la estructura psíquica e integración del material reprimido y disociado, y pensar la psicoterapia psicoanalítica como el objetivo de una parcial reorganización de la estructura psíquica en el contexto de cambios sintomáticos significantes.


Pero, por otro lado, hay cambios fundamentales observados en pacientes con psicoterapia psicoanalítica. Y, a través de variantes de la psicoterapia psicoanalítica. pacientes con severos desórdenes de la personalidad han respondido con cambios estructurales profundos.

* Fragmentos del trabajo Psicoanálisis y psicoterapia. Algunos comentarios, preparatorio del VII Symposium “Psicoanálisis y psicoterapia psicoanalítica. Complementariedades, diferencias y articulaciones”, que se llevará a cabo en la Sociedad Argentina de Psicoanálisis el 13 y 14 de este mes.

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