SOCIEDAD › MAR DEL PLATA CON PLAYAS REPLETAS PERO CON EL CENTRO RARAMENTE TRANQUILO

El verano que comenzó con cautela

Parece que la moderación será la onda de esta temporada: mucho cuidado con los gastos. Por eso, las playas se ven llenas pero no están los clásicos embotellamientos en la ciudad ni las colas en los negocios de siempre.

 Por Carlos Rodríguez

Desde Mar del Plata

“El plan es simple: a la mañana, playa con sanguchitos como almuerzo, a la noche cena hecha en el departamento y alguna vez, sólo alguna vez, salir a comer afuera.” Mario Ramírez, 42 años, es de Mendoza y veranea con su esposa Adriana y sus tres hijos. La familia Ramírez, de clase media con buen pasar económico, solía irse a Brasil, pero ahora sus metas son Mar del Plata o Pinamar. “Igual la pasamos bien”, se consuela el matrimonio, aunque se siente “devaluado a la hora de salir de viaje” por una debacle internacional que se perfila como el gran fantasma del año que comienza. La crisis del Norte que ¿llegó o no llegó? a la Argentina es tema recurrente en la apertura del verano 2009. Jorge “Cuchillo” González, mandamás del balneario La Caseta, confía en que los efectos locales serán menores: “Lo que se advierte, en los hechos concretos, es que todos estamos actuando preventivamente, hablo de los empresarios y de los veraneantes. Por ahora, todo sigue igual. Basta con mirar las playas”, que en toda la zona sur de Mar del Plata, al igual que en el centro de la ciudad, están colmadas. De todos modos, en el microcentro no hay embotellamientos de tránsito y todos coinciden en que, al menos en esta primera semana de enero, “hay menos gente que en años anteriores”.

Desde el sector oficial, sin embargo, afirman que el verano va viento en popa. El secretario de Turismo bonaerense, Germán Pérez, de visita en esta ciudad, le dijo a Página/12 que los precios locales “están mucho más accesibles que en Brasil y por esa razón, además de la histórica calidad y variedad de los servicios, la tendencia indica que va a ser muy buena la cantidad de turistas en Mar del Plata y en toda la costa, y que también son buenas las perspectivas para ciudades como Tandil, por ejemplo”. Aunque todavía demorará un par de días el informe del Ente Municipal de Turismo (Emtur) de Mar del Plata, voceros oficiales y privados sostienen que están reservadas en un 70 por ciento las plazas disponibles en casas y departamentos en alquiler, mientras que es “todavía mayor” la ocupación en hoteles de 3, 4 y 5 estrellas, con una buena presencia de extranjeros, sobre todo colombianos y europeos procedentes de Italia o España.

El presidente del Colegio de Martilleros, Miguel Angel Donsini, confirmó que las 250 mil plazas disponibles en alquiler “están ocupadas en un 65 por ciento”, mientras que llegó casi al ciento por ciento la ocupación en hoteles, para este primer fin de semana de enero. De todos modos, siempre a nivel extraoficial, se admite que la gente llega por pocos días y que cuida la plata mucho más que en años anteriores. El propio Jorge González admite que “las fiestas que se organizan en la playa, para despedir el año, tuvieron una concurrencia menor”. Los turistas viajaron a Mar del Plata, pero en vez de comer afuera lo hicieron en sus casas, con menos gasto. “Me parece que todos estamos abriendo el paraguas por temor a los efectos de la crisis, pero por ahora no hay síntomas concretos y todos tratan de curarse en salud”, insiste González, mientras se pasea por las carpas para conversar con sus clientes “de siempre”, que recibieron el año en La Caseta.

Todas las playas del sur –sobre todo Abracadabra, La Reserva, La Morocha, las que se apiñan cerca de los acantilados, y también las ubicadas en la zona de Punta Mogotes– estuvieron llenas de turistas los tres primeros días del año, que a diferencia de los precios o los agoreros pronósticos, fueron cada vez más propicios para tirarse en la arena. Los vientos fríos y las noches heladas del jueves 1º y el viernes 2 fueron compensados por un sol que hizo posible la estadía en los balnearios. Ayer sábado, la jornada estuvo mucho más cálida y la ciudad estuvo tranquila, como pocas veces durante la temporada. “Hay mucha menos gente. Te lo digo yo que hace años que soy taxista. Mirá cómo están las calles, tranquilas, con poco tránsito, esto es muy raro en enero”, asegura José García Méndez, mientras lleva a Página/12 desde la Terminal de Omnibus hasta la zona del Casino Central. Y las pruebas están a la vista: la circulación es rápida, sin embotellamientos ni bocinazos.

“Tenemos muchos clientes, pero el consumo es bajo. La gente se cuida mucho. Todos están pendientes de la crisis mundial. La conversación surge en todas las mesas. Todavía no pasó nada, pero todos creen que puede pasar y se cuidan”, afirma Luis, uno de los mozos del bar Barracuda, en Corrientes y Belgrano. La menor demanda quedó certificada las noches del viernes y el sábado. No hubo colas en lugares concurridos a la hora de la cena, como suelen ser, en el centro, los restaurantes Cocina Mamá, Montecatini o La Taberna de Papá, o los comederos de mariscos y pescado Chichilo o El Centellón, en el puerto marplatense. En una apreciación preliminar, antes de difundir las cifras oficiales, el titular del Emtur, Pablo Fernández Abdala, estimó que entre el fin de año y los dos primeros días de 2009 llegaron a Mar del Plata 410 mil turistas, aunque se admitió la posibilidad de que muchos de ellos sólo tuvieran reservas por el fin de semana.

Durante el mes de enero del año pasado, en Mar del Plata se llegó a un promedio de 290 mil turistas por día, alojados en la ciudad. Los datos de Fernández Abdala, de corroborarse, estarían indicando un comienzo de temporada similar o mejor que el del año pasado, aunque algunos operadores turísticos han manifestado sus dudas y piensan que el fantasma de la crisis puede jugar en contra. “Aunque venga la misma cantidad de turistas, los gastos, seguramente, van a ser menores, porque todos nos estamos cuidando por temor al qué vendrá”, admitió el dueño de un hotel céntrico que fue consultado por este diario.

El gobernador bonaerense Daniel Scioli, quien estuvo en esta ciudad y en Pinamar participando de los operativos de seguridad vial en las rutas provinciales, advirtió que había que tener “una gran responsabilidad” en materia de precios porque “el turismo es trabajo”. Scioli repitió la vieja sentencia que dice que “el turista que se va contento, vuelve”. En materia de precios, para dar sólo un ejemplo, se puede pasar de 3,50 a 6 pesos, para la misma botella de agua saborizada. La diferencia se advierte en comercios que están separados, apenas, por un par de cuadras. Lo mismo ocurre con algunos restaurantes, aunque se puede comer bien y con precios razonables, dada la amplitud de la oferta.

El único lugar, al menos en estos primeros días, que parece estar de espaldas a la crisis es el Casino Central, que estuvo lleno todas las noches, como siempre. En la puerta principal, que está sobre el Boulevard Marítimo, hay colas desde antes de la apertura, a las cuatro de la tarde. La mayoría son mujeres y entre ellas se destacan claramente las mayores de 40 años. Algunas se juegan unos pocos pesos; otras son capaces de empeñar al marido. “Mi única diversión son las maquinitas. Y bueno, qué otra cosa puedo esperar, querido”, dice doña Matilde, que con sus 76 años y su bastón a cuestas se pierde entre la multitud que quiere “salvar las vacaciones”, aunque por lo general se retira callada, arrastrando pies y frustraciones. La primera bola de la temporada, en una de las 64 mesas de ruleta americana, fue colorado el 27 (el peine, según los sueños para jugar a la quiniela).

Otro de los temas –molestos según la opinión de muchos– son los controles de tránsito y los operativos de seguridad montados en la ruta y en los lugares de diversión nocturna. Cerca de seis mil policías patrullan los principales destinos turísticos de la costa bonaerense. Sólo en la madrugada del primer día del año, la Secretaría de Tránsito de Mar del Plata secuestró treinta vehículos cuyos conductores no pudieron sortear el test de alcoholemia. Se produjeron algunas discusiones y hasta una pelea en la cual un patovica –el cazador cazado– salió con la cabeza lastimada, pero sin gravedad alguna. En la calle Alem, reducto de jóvenes, en la madrugada del 1º de enero se reunieron más de diez mil personas. Fue uno de los pocos lugares en los cuales los policías quedaron en desventaja numérica.

En las playas del sur, los que están en clara situación de inferioridad son los hombres. Las mujeres bellas ganan por goleada. Ayer por la tarde, mientras ellas se paseaban con prendas diminutas o pareos insinuantes, la mayoría de los más jóvenes jugaba a la pelota, al tejo o a la paleta. Era su manera de mostrarse. Jorge, Pedro y Fabián, tres futuras estrellas del fútbol marplatense, hacían malabares, en un inocente juego para tratar de deslumbrar a las chicas, que pasaban sin mirarlos. Una lástima. Para ellas, porque los chicos son simpáticos. Y para ellos, porque Josep Guardiola, el técnico del Barcelona F. C., veranea en Ibiza.

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Desde la arena, la ciudad tiene su aspecto normal de enero. Pero se ve la tranquilidad calles adentro.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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