SOCIEDAD › EL FRANCOTIRADOR CAPTURADO Y SUS EXTRAÑOS MOTIVOS

Washington vuelve a la vida

La captura del francotirador que mantuvo en vilo a EE.UU. trajo alivio. Aún no terminan de entenderse los motivos del veterano de guerra y el adolescente unidos en una macabra sociedad.

Washington respira aliviado. Después de tres semanas de pánico, la vida cotidiana de millones de personas recuperó ayer mismo la normalidad perdida por la ola de ataques del francotirador que mató a 10 personas e hirió a otras tres y mantuvo a la ciudad en vilo durante 22 días. “Nos sentimos bien. Tenemos el arma y ya no está en la calle”, dijo el jefe de la investigación, Charles Moose, en rueda de prensa, y se lamentó: “Ojalá los hubiéramos atrapado antes”. La confirmación de las autoridades de que la amenaza terminó con la detención de John Allen Muhammad y el joven John Lee Malvo devolvió la libertad a chicos y grandes: las tiendas vuelven a llenarse; los chicos regresan a la escuela y los automovilistas cargan combustible despreocupadamente. Aunque todavía no se presentaron los cargos, la pena de muerte ya ocupó los discursos de políticos y autoridades.
La población respondió a la noticia con grandes carteles que ayer colgaban en las calles con la leyenda “Francotirador atrapado” y el Washington Times tituló “Gracias a Dios, todo ha pasado”. El terror y la paranoia sembrados por los sucesivos ataques quedaron atrás. La policía lo da por hecho y la gente festeja el fin del pánico. Lo que aún no está claro es el móvil de los atacantes que no parecen haber elaborado un perfil para elegir a sus víctimas. Agredieron a chicos y adultos, hombres y mujeres, negros y blancos, estadounidenses e inmigrantes, todos con un sólo disparo. El perfil psicológico construido por los investigadores habla de un hombre frustrado al que nada le salía bien y menciona el fracaso de sus dos matrimonios, su baja del ejército y varios intentos de negocios que nunca funcionaron. El cuadro emergente es el de un veterano de la Guerra del Golfo y un inmigrante ilegal adolescente con un difícil pasado en común que construyeron una relación misteriosa y a los que les gustaba presentarse como padre e hijo sin serlo. Se habían conocido en un refugio para desamparados de Bellingham y juntos recorrieron varias ciudades de los Estados Unidos, un viaje que culminó el jueves con su detención.
Los testimonios de vecinos, conocidos y familiares presentan a Muhammad como una persona controladora, disciplinada y en algunos casos violenta, que encontró en Malvo a alguien que lo obedecía y que de alguna manera ocupó el lugar que antes tenían sus hijos, a los que ya no podía ver por una denuncia de su ex mujer. Tanto es así que el año pasado, la madre de Malvo, Uma James, denunció a la policía que Muhammad controlaba al joven.
Por ahora, Muhammad está detenido sin fianza por uso ilegal de armas y hostigamiento de su ex esposa e hijos mientras que Malvo permanece retenido como “testigo fundamental” del caso, a la espera de que los fiscales decidan los cargos contra ambos. En principio, serán acusados de homicidio en Alabama, pero por un crimen cometido anteriormente, el 21 de setiembre Montgomery, donde una mujer fue asesinada y otra herida en el robo a una tienda de licores.
La obsesiva idea de la pena de muerte ocupó el debate ayer, cuando las autoridades de Maryland, Virginia y Alabama, el distrito de Columbia y el gobierno federal empezaron a discutir dónde y por qué delitos serán juzgados los dos detenidos. A diferencia del distrito de Columbia, en los tres estados rige la pena de muerte. Sin embargo, en Maryland está suspendida ante la posibilidad de que en el pasado pudieron haberse ejecutado personas inocentes. Es sobre todo el estado de Virginia el que está interesado en llevar a cabo el juicio. Allí, después de Texas, es donde más se aplica la pena capital, tras haber sido reinstaurada en Estados Unidos en 1976, y también pueden ser ejecutados menores de edad. Por lo pronto, el pánico parece haber terminado. Así es como lo vive Washington hoy, entre el alivio y la sorpresa. Es que durante 21 de los 22 días que duró la pesadilla, nada se supo y ahora, en pocas horas, todo parece haber terminado. Fueron tres semanas en las que la policía estuvo despistada: la camioneta blanca que todos buscaban y que los testimonios señalaban parecería no haber existido nunca y los diversos perfilespsicológicos que elaboraron tampoco dieron en el blanco. Ahora se sabe, así lo aseguran las autoridades, que el asesino es negro y que el vehículo es un Chevrolet Caprice azul, el modelo favorito de los policías de civil que Muhammad habría comprado a un ex policía en 250 dólares. Los falsos indicios no sólo dificultaron las pesquisas, también perjudicaron a dos inmigrantes ilegales de México y Guatemala, detenidos cuando viajaban en una camioneta blanca y que serán expulsados del país. El francotirador quedó atrás y Washington tiene nuevos héroes: la policía y el chofer del camión que descubrió el Chevy en el que dormían Muhammad y Malvo. Ahora sólo falta que Hollywood empiece a producir la inevitable película.

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John Muhammad y John Lee Malvo se presentaban como padre e hijo, pero no tenían parentesco.
 
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