SOCIEDAD › UNA INVESTIGACIóN CONFIRMó QUE LA FAMILIA REAL DE LOS HABSBURGO DESAPARECIó POR SU ENDOGAMIA

La genética que fulminó una dinastía

Los Habsburgo fueron una de las familias reales más importantes en Europa por más de 500 años. Pero se casaban entre parientes para mantener la herencia. El entrecruzamiento genético derivó en incapacidades físicas y mentales. Y puso fin a los herederos.

 Por Steve Connor *

La dinastía Habsburgo fue una de las familias reales más importantes e influyentes en Europa durante más de 500 años y produjo gobernantes en Austria, Hungría, Bélgica, los Países Bajos y el imperio alemán. Luego, en 1700, la rama española de la familia llegó a su fin. Ahora los científicos creen que encontraron la explicación.

Un estudio del extenso árbol familiar de la Casa de los Habsburgo descubrió que el último rey Habsburgo español, Carlos II, fue el vástago de un matrimonio que era casi tan entrecruzado genéticamente como una relación incestuosa entre hermano y hermana o padres e hijos. Los científicos descubrieron que el afán de los Habsburgo de casarse con sus parientes para mantener la herencia de la dinastía intacta tuvo funestas consecuencias para las generaciones siguientes, que culminó en el último heredero del trono español, que era enfermo e impotente.

Carlos II de España fue apodado El Hechizado porque la gente de aquel entonces creía que sus incapacidades físicas y mentales eran el resultado de una hechicería. Ahora un estudio de la genética de sus ancestros más inmediatos encontró que tenía tanta consanguinidad que probablemente sufriera por lo menos de dos afecciones heredadas. A pesar de sus deformidades y sus graves problemas de salud, Carlos se casó dos veces en la esperanza de continuar el reino de los Habsburgo, pero fue incapaz de tener un heredero y murió sin hijos a la edad de 39 años. Fue el último de una larga línea de Habsburgos y significó el fin de la rama española de la dinastía.

Los científicos creen que pueden demostrar cuán entrecruzado estaba Carlos siguiendo un estudio de más de 3000 parientes de la familia Habsburgo extendiéndose a través de 16 generaciones. Los investigadores encontraron que su “coeficiente de consanguinidad” –un valor que indica la probabilidad de que un individuo reciba dos genes idénticos por descendencia debido a la cercanía de parentesco de sus padres– era igual a la de los hijos de un matrimonio incestuoso.

El profesor Gonzalo Alvarez, de la Universidad de Santiago de Compostela en España, encontró que los Habsburgo sufrían de una mortalidad infantil más alta que la media de la población, aunque la familia era inmensamente rica y no experimentaba los problemas de salud relacionados con la pobreza como le sucedía a mucha gente en esos tiempos.

También sufría una de la más altas incidencias de deformidades físicas, que estaban mejor ejemplificadas en el famoso “labio Habsburgo”, una prominente desfiguración de la mandíbula inferior causada por un problema heredado llamado progmatismo mandibular: cuando la mandíbula inferior crece más que la mandíbula superior. Carlos II no sólo sufrió de un extremo progmatismo, sino que se dice que la lengua era tan grande para su boca que tenía dificultad para hablar y se babeaba. También tenía una cabeza enorme, problemas intestinales, convulsiones y, según su primera mujer, eyaculación precoz.

“No pudo hablar hasta los cuatro años y no caminó hasta los ocho. Era bajo, débil y bastante delgado. Era una persona que mostraba muy poco interés en lo que lo rodeaba”, dijo el profesor Alvarez. “Parecía una persona mayor cuando tenía 30 años, sufría edemas en sus pies, piernas, abdomen y rostro. Durante los últimos años de su vida apenas se podía tener de pie y sufría de alucinaciones y convulsiones”, agregó.

Los problemas de salud de Carlos II de España no eran una consecuencia de vida, sino el resultado directo de muchas generaciones de matrimonios endogámicos dentro de la extensa dinastía Habsburgo, de acuerdo con el estudio publicado en el diario digital Plos One.

El lema de la dinastía Habsburgo –“Dejen que otros peleen las guerras, pero ustedes, feliz Austria, se casarán”– exacerbó la tendencia de los miembros de la familia a casarse entre sí. El padre de Carlos, Felipe IV, era el tío de su madre, Mariana de Austria; su bisabuelo, Felipe II, era también el tío de su bisabuela, Ana de Austria; y su abuela, María Ana de Austria, era simultáneamente su tía. Hubo muchos matrimonios entre primos dentro de la familia Habsburgo, así como entre tíos y sobrinas y más remotos miembros de la familia.

Esto significaba que a través de las generaciones, el coeficiente de consanguinidad aumentaba. Se calcula que el fundador de la dinastía española, Felipe I, tenía un coeficiente de consanguinidad de 0,025, lo que significa que sólo el 2,5 por ciento de sus genes probablemente eran idénticos por descendencia común. Pero 200 años y siete generaciones más tarde, el coeficiente se había multiplicado por 10 hasta 0,25 en el genoma de Carlos II, lo que significa que uno en cuatro de sus genes pueden haber sido idénticos.

Los peligros de salud en tan alto nivel de consanguinidad es que genes peligrosamente defectuosos, que generalmente son recesivos, pueden unirse en un individuo y así manifestarse como una enfermedad. Por esto el hijo del matrimonio entre primos tiene más riesgo de heredar las afecciones.

El profesor Alvarez y sus colegas creen que Carlos II sufría las consecuencias de un alto nivel de matrimonios endogámicos. Nueve de los once matrimonios a lo largo de los 200 años que precedieron a su nacimiento fueron consanguíneos.

Alvarez sugiere que Carlos II había heredado los genes que causaron dos enfermedades genéticas. Una es la deficiencia de la hormona pituitaria, que pudo afectar su crecimiento y desarrollo, y la otra era un problema renal que condujo a un desorden metabólico y que le causó la impotencia y la infertilidad. “Su debilidad muscular a una edad joven, el raquitismo, la sangre en la orina, su cabeza demasiado grande para su cuerpo podrían atribuirse a este desorden genético”, dijo. “De esta manera podemos especular que la mayoría de los síntomas que mostraba Carlos II podían explicarse por estos dos desórdenes genéticos.”

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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Carlos II de España, apodado El Hechizado, tenía graves incapacidades físicas y mentales.
 
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