SOCIEDAD › HABLA EL PERIODISTA HOLANDES QUE LOGRO ENTREVISTAR A JORGE ZORREGUIETA

“Mintió al decir que no sabía nada”

La sociedad holandesa pasó del repudio a Zorreguieta a la Maximanía. Jan Thielen es el único periodista que pudo dialogar con el padre de la inminente princesa. Y acaba de publicar un libro sobre la historia argentina a través de aquel apellido. Aquí, cuenta su investigación y revela la conclusión: “El sabía dónde encontrar a los desaparecidos”.

Jan Thielen tiene la pausada manera de hablar de los extranjeros que han vivido mucho en América latina. La misma paciente forma en que durante 15 meses, entre agosto de 2000 y octubre de 2001, pudo preguntarle sobre su pasado en la dictadura argentina al padre de la inminente princesa Máxima de Holanda, Jorge Zorreguieta, durante largas conversaciones en lo que el hombre llama “mi casa”, el restaurante de la Sociedad Rural Argentina. Unico periodista que fue recibido por el ex secretario de Agricultura de Jorge Rafael Videla, Thielen accedió también, a través del personaje de su libro recién publicado en Holanda (Jorge Zorreguieta, un retrato biográfico), a casi todo el equipo económico de José Martínez de Hoz. Entrevistándolos –y a través de la larga carrera de Zorreguieta en el poder– Thielen buscó reconstruir la historia de un país ajeno para los holandeses, y demostrar cuán exagerado podía ser el juicio sobre el pasado del hombre, o cuánto podía mentirles a los futuros súbditos de su hija al negar que siempre supo que los militares desaparecían y torturaban personas. “El propio Zorreguieta cuenta casos concretos de familiares que acudieron a él y él sabía dónde encontrar exactamente a los desaparecidos”, revela Thielen en esta entrevista.
–¿Qué pretendía Zorreguieta al acceder a ser entrevistado?
–Este personaje que se esconde de la prensa lo hace por propia voluntad, pero mucho más por la presión del gobierno holandés que teme que si él abre la boca empezará a defender cosas que en Holanda son indefendibles. Quizá haya querido abrir otra puerta para contar su historia. Aceptó que lo grabara con la condición de que no usaría eso para un artículo o para divulgar la grabación, cosa que he respetado. Luego me llamó para preguntar “¿cómo va tu libro?”.
–¿Cómo fue el primer encuentro, el acceso a él?
–Fue muy fácil en realidad. Nos citamos para un café y yo le comenté un aspecto de la Casa Real holandesa que él no conocía y que era que en el siglo XVII colonizaron el nordeste brasileño. Allí el príncipe, uno de los bis-bis abuelos de Guillermo, era el gobernador. Y las guerras con los portugueses eran por la posesión del azúcar. Para él fue divertido.
–¿Desde qué punto de vista comenzó la investigación?
–A mí en lo personal todo este asunto de “Máxima, la princesita” poco me interesaba. Mi intención era poner algo de equilibrio porque compartía que había mentiras sobre Zorreguieta. Pero él fue subsecretario y secretario de Estado y por lo tanto uno de los colaboradores más fieles del equipo económico de José Martínez de Hoz. El libro investiga entonces el papel de los civiles en ese equipo y de Zorreguieta en la dictadura, y determina que mintió al decir que no sabía lo que pasaba.
–Además sus funciones empezaron antes de la dictadura.
–Zorreguieta no pertenece a la oligarquía agraria. Pero es un hombre que tiene una formación muy antiperonista, como la clase media alta argentina, y empieza a militar en las organizaciones del sector donde desarrolla una carrera para llegar hasta el tope. Llegó a ser el secretario de la Sociedad Rural Argentina (SRA). En los años ‘70, cuando comenzó el caos, el papel de la SRA era aumentar las condiciones psicológicas y políticas para madurar el golpe de estado.
–¿De qué manera intervino en la preparación del golpe?
–La SRA se movilizó con los empresarios: se formó un grupo para estudiar las condiciones para preparar el gobierno. El 28 de enero de 1976 juntaron setecientos de los empresarios más importantes del país en la Bolsa de Cereales, anunciaron que dejarían de pagar los impuestos y un paro de actividades. El era el hombre que contactaba a las organizaciones para dejar de lado los intereses sectoriales y juntarlos bajo un objetivo no formulado pero sí evidente de preparar el golpe. Además de abundante bibliografía, uno de los que me dio mucha información fue (Antonio)Cafiero, que era ministro de Economía. El dice que la Sociedad Rural estaba serruchando las patas del ministro.
–¿Cómo comienza la relación de Zorreguieta con Videla?
–Simultáneamente, mientras el establishment se movilizaba para crear el caos había un grupo subterráneo que elaboraba los planes para ser ejecutados después del golpe, el grupo Perriaux. Allí estaba Mario Cadenas Madariaga, responsable de escribir el plan para el agro. Por eso el 24 de marzo fue nombrado secretario de Agricultura. Era íntimo amigo de Zorreguieta.
–¿Cuál es la interna que se juega ya en el poder?
–(El ex almirante Emilio) Massera tenía otra visión de la economía y por lo tanto no estaba de acuerdo con el equipo económico de Martínez de Hoz y el monetarismo. Esa lucha fue muy feroz. El equipo económico era el lugar más importante de esa puja, pues era el poder real.
–¿Cuál era el lugar de Zorreguieta en esa disputa?
–El era importante porque manejaba agricultura y con el cambio del modelo económico tenía un rol fundamental como negociador de los precios de los granos en el mercado mundial: en eso era excelente. Todos los integrantes del equipo económico lo reconocen.
–Quizás él mismo vendía granos a Rusia...
–El no fue personalmente a Rusia, pero sí fue a China antes del 79, cuando todavía era subsecretario. También tenía fama de ser un conciliador entre las diferentes posiciones dentro del equipo económico. Era un funcionario exitosísimo en la misma época que se torturaba y se desaparecía, que es lo importante.
–Ha habido artículos sobre desapariciones de empleados del Inta, dependiente de Zorreguieta, y en los movimientos agrarios del norte del país por las que se podría responsabilizarlo.
–Hubo publicaciones en Holanda de que Zorreguieta tenía que ver con desapariciones de pequeños campesinos en el interior del Chaco y Tucumán, pero no me consta. Esa fue una de las acusaciones que se le hicieron, a mi modo de ver, injustamente. Yo lo dudo.
–¿Por qué?
–Creo que su papel no estaba vinculado a esas prácticas. El defendía los intereses de los grandes terratenientes de la provincia de Buenos Aires y para ellos los pequeños campesinos no eran una amenaza. Esas desapariciones eran responsabilidad en general de las autoridades militares locales. Lo otro es conspirativo.
–¿Descarta que puede haber señalado víctimas?
–No me cabe la menor duda, y esto es conocido, que aquí hubo muchos empresarios que entregaron listas de delegados, sindicalistas, enemigos políticos que luego fueron desaparecidos. Pero a mí no me consta que Zorreguieta alguna vez usó su dedo para marcar.
–Zorreguieta emitió un comunicado en Holanda para decir que recién se enteró de lo que había pasado al terminar la dictadura.
–Hablando con los integrantes del equipo económico me cuentan una cantidad de relatos sobre cómo cada uno de ellos fueron llamados para salvar personas. El propio Zorreguieta cuenta casos concretos de familiares que acudieron a él y él sabía dónde exactamente encontrar a un tal Domínguez, un funcionario de la bolsa de Cereales que fue liberado de Campo de Mayo por sus gestiones. Cadenas Madariaga cuenta el caso del banquero (Julio) Werthein, cuya prima había sido secuestrada: él junto al general (Santiago) Rivero, fueron a Campo de Mayo y sacaron a la muchacha. Alejandro Estrada me contó el caso de un amigo personal por el que acude a Videla y le exige la liberación. Lo soltaron pero el hombre había sido terriblemente torturado. Estrada dice que lo llevó entonces directamente ante Videla para que le cuente a él. A Videla no le impresionó, por supuesto, lo que escuchaba. Ahí Estrada se dio cuenta de que no era posible hablar porque lo hacían de todos modos. Son íntimos amigos de Zorreguieta y a cada uno de ellos les pasó uno, dos o tres casos.
–¿Cuál es su conclusión a partir de estos datos?
–Mi conclusión es que si cada uno puede hoy contar casos concretos con nombres y apellidos y con lujos de detalle es porque se habló mucho y sabían lo que pasaba. Además, luego empiezan a tener desapariciones de personas que cada uno de ellos conocía. Por ejemplo, el caso del periodista Julián Delgado, director de la revista económica Mercado. Era un hombre íntimo de cada uno de los integrantes del equipo, alguien que lo defendía pero que fue secuestrado por Massera. Delgado acompañó a Martínez de Hoz a Washington, se conocían de los cócteles, de la vida social. Cuando yo le menciono a Zorreguieta este caso, él me dice espontáneamente: “Sí, ése fue Massera”. Juntando estos casos es lo que escribo en uno de los capítulos del libro, porque los otros relatan la historia argentina y la de Zorreguieta a través de treinta años, y a través de su carrera en el poder, qué es lo que pasaba con el país. La idea fue colocar a Zorreguieta en un sentido histórico y tratar de explicar a los holandeses qué es este país. Conociendo todos estos detalles de la boca de Zorreguieta, de la boca de todos estos funcionarios, resulta que Zorreguieta dice en Holanda que él nunca supo. Pero supo. El libro demuestra que supo.

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