SOCIEDAD › EL CASO DE SANDRA GAMBOA, ASESINADA EN LA PLATA

Un femicidio y dos años de impunidad

 Por Mariana Carbajal

Sandra Ayala Gamboa tenía 21 años cuando fue vista con vida por última vez, el 16 de febrero de 2007. Su cuerpo fue encontrado siete días después, con signos de estrangulamiento y de violación, en un edificio del Ministerio de Economía de la provincia de Buenos Aires, ubicado en pleno centro de la ciudad de La Plata, en avenida 7 entre 45 y 46. Desde entonces, su crimen está impune.

Ayer, en un nuevo aniversario de su asesinato, su madre Nelly Gamboa, junto a organizaciones de mujeres de la capital bonaerense, reclamaron frente al edificio donde apareció muerta por el esclarecimiento del femicidio. El caso no registra avances en la Justicia, denunció Casa de la Mujer Azucena Villaflor.

La investigación está ahora en manos de la UFI Nº 4 de La Plata, a cargo del fiscal Fernando Cartasegna. La madre tiene desde hace poco tiempo nuevamente el patrocinio legal del abogado Ernesto Martín, de la Fundación Miguel Bru, quien se está poniendo al tanto de los siete cuerpos que suma el expediente. Una hipótesis que baraja la Justicia es que podría haber sido víctima de un violador serial, que actuaba en La Plata.

“La impunidad es un sello distintivo de la mayoría de los femicidios, y el de Sandra no escapa a esa característica”, apuntó a Página/12 la periodista Gabriela Barcaglioni, integrante de Las Azucenas, quien realiza un relevamiento de los crímenes de mujeres en el país a partir de la publicación de los casos en la prensa. Según su registro, que se publica en el portal Artemisa, hasta ayer –sin contar el caso de Recoleta– se habían cometido en el mes de febrero cinco femicidios. En enero, contabilizó catorce.

Sandra hacía tres meses que había llegado al país desde el Perú, su país natal, cuando fue asesinada. Era enfermera y quería estudiar Medicina en La Plata. Su novio, a quien había conocido en Perú, la había invitado a viajar a la capital provincial donde él residía. Sandra tenía pasaje para regresar a Perú el día 22 de febrero, cuando fue encontrado su cuerpo. El día que desapareció, la joven había salido de la pensión ubicada en calle 44 esquina 6, donde vivía con su novio, Augusto Menaye, para encontrarse con un hombre que le había ofrecido trabajo. Walter Silva –un allegado a la familia que también vivía en la misma pensión– los había contactado. Desde entonces, su madre se radicó en la Argentina para reclamar “justicia” por el crimen de su hija.

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