SOCIEDAD › NATALIA MUESA LLEGO AL PAIS DEPORTADA DE MIAMI

El fin del sueño americano

De la ilusión del sueño americano a la pesadilla de ser un latino ilegal en Estados unidos. La tercera argentina deportada por Migraciones, Natalia Muesa, regresó ayer al país desde Miami, después de casi tres meses de cárcel y unas cuantas idas y venidas burocráticas. “Nunca más voy a salir de Córdoba. Lo que vivimos no se lo deseo a nadie”, resumió la joven cordobesa de 23 años, ni bien arribó a Ezeiza junto a su amiga Gloria Pérez, también deportada. Natalia se había entregado a la Justicia estadounidense el 20 de setiembre, días después de que los otros siete argentinos que trabajaban con ella en el aeropuerto de West Palm Beach fueran detenidos en una redada del FBI por trabajar con papeles falsos.
“No voy a poder borrar en mi vida esas esposas y cadenas que te ponen, las puertas que se golpeaban fuerte, los gritos... y uno que no entendía nada”, dijo con la voz quebrada al llegar a Ezeiza. Por la tarde viajó a Córdoba con su familia.
Natalia Muesa es la tercera deportada y el próximo será su marido, Marcelo Saldaño, quien podría volver a la Argentina el viernes. Saldaño y los otros seis argentinos, entre ellos el mendocino Carlos Funes, que regresó ayer, habían sido detenidos mientras trabajaban en el aeropuerto de West Palm Beach a principios de setiembre. En el momento de la razzia del FBI, Muesa no fue detenida porque estaba de franco. Una semana después, Natalia se entregó a la justicia y reconoció su delito, tras lo cual comenzaron los trámites para que pudiera ser deportada.
Muesa había llegado a Estados Unidos con su marido el 13 de febrero. Viajaron con la ilusión de conseguir allá un mejor nivel de vida. Con seguro social y residencia falsos, comprados ilegalmente a 130 dólares, la pareja consiguió trabajo como personal de limpieza en el aeropuerto. “Mis padres me dieron una infancia con todo y yo pensé que podía recompensar lo que habían hecho por mí, pero lamentablemente les devolví esta angustia, este dolor”, manifestó ayer la joven. Y agregó: “Yo ya pagué por lo que hice, de nada me puedo arrepentir”.
Fueron casi tres meses de cárcel. Primero pasó por la prisión de mujeres de Stockade y, una vez que avanzaron las negociaciones entre la defensa y la fiscalía, fue trasladada a una dependencia de Migraciones, en el aeropuerto de West Palm Beach. “Nunca pensé que me iba a pasar esto. Soñé tanto con llegar acá. Uno cambia los valores, ahora quiero estar con mi familia y disfrutarlos, a mí no me importa nada más, el dinero no hace la felicidad”, reflexionó ayer Natalia.

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