SOCIEDAD › LA ACTUAL PAREJA DEL ACUSADO POR EL CRIMEN DE TOMáS NEGó HABER ESTADO CON éL A LA HORA DEL HOMICIDIO

Una declaración que demolió la coartada

La mujer sostuvo el viernes la coartada de Adalberto Cuello. Pero el fin de semana pidió declarar nuevamente y ayer se desdijo. Además, hallaron el guardapolvo y la mochila del niño y una pala con la que lo habrían matado.

 Por Raúl Kollmann

Los investigadores judiciales y policiales parecen, ahora sí, encaminados a cerrar el caso Tomás. Como anticipó en exclusiva Página/12 el domingo y ayer, María Inés, la actual pareja de Adalberto Cuello, terminó demoliendo su coartada. La mujer se había acercado el sábado a la fiscalía de Javier Ochoaizpuro acompañada de un abogado y manifestó su deseo de volver a declarar. El viernes había dicho que estuvo con Cuello, respaldando la coartada del acusado, pero en ese momento le advirtieron que los análisis de posición de los celulares de ambos, de ella y Cuello, los ubicaban en lugares distintos a la hora de la desaparición de Tomás. María Inés reconoció ayer que no estaba con Cuello y que además le prestó su auto, un Fiat Palio, que habría sido el usado para llevar al chico hasta el lugar donde lo mataron. Cuando Cuello devolvió el coche, entregándoselo a los padres de María Inés, les dijo: “Se los dejo perfumado”. Se ve que el hombre intentó tapar con algún líquido o químico cualquier rastro que pudiera quedar en el vehículo. Ayer también aparecieron la mochila y el guardapolvo de Tomás, así como una pala que se habría usado para matar al niño (ver aparte).

María Inés es una asistente social que trabaja con chicos de capacidades diferentes en la escuela que está frente a la que concurría Tomás. Quedó involucrada en el caso porque Cuello dijo que fue con ella a cobrarle una deuda a un amigo y que después ella se fue a trabajar, mientras que él regresó a la vivienda que compartían. Todo en el mismo horario de la desaparición del niño.

El viernes María Inés sostuvo la coartada de Cuello, pero en la fiscalía ya le dejaron entrever que se exponía a ser imputada por encubrimiento. Es que el fiscal tenía en su poder un preinforme sobre la ubicación de los celulares realizado por quien es hoy número dos de la Bonaerense, Hugo Matzkin, pero tiene una larga capacitación en materia de informática y comunicaciones. El estudio ya indicaba que el celular de María Inés estaba en el centro de Lincoln y el de Cuello, en las afueras.

Como consignó este diario, sorpresivamente, el sábado a la tarde María Inés volvió con un abogado, Néstor Muñón, y pidió declarar. En la fiscalía le dijeron que le tomarían una nueva testimonial, pero recién el lunes. En verdad se estaba esperando el informe definitivo de la posición de los celulares, a partir de listados oficiales enviados por las empresas prestadoras del servicio. La sensación que quedó es que María Inés desarmaría la coartada de su pareja.

La hipótesis se confirmó ayer. La mujer dijo que no estuvo con Cuello en el horario de la desaparición de Tomás, que no lo acompañó a cobrar ninguna deuda y que ella no tuvo ninguna relación con el caso. A la salida de la fiscalía se la vio muy compungida y su abogado pronunció una frase lapidaria: “Se cae por tierra la versión de Cuello. La imputación que se le hace a Cuello ha quedado firme con la declaración de ella, porque desdice todo y tira abajo la coartada de Cuello.” El letrado podría haberse limitado a decir que su defendida no tenía nada que ver, pero con su frase le tiró toda la acusación encima al imputado. Se ve que su diagnóstico surge de diálogos con María Inés.

En la fiscalía nunca se pensó que la joven había participado del homicidio. Los criminalistas, como Raúl Torre, sostienen que asesinatos sórdidos como el de Tomás son obra de un solo sujeto porque es muy difícil que alguien acompañe algo tan enfermizo. La única convicción que mantenían Ochoaizpuro y los investigadores policiales era que María Inés estaba tapando –tal vez por temor o amor– a su pareja. Ambos mantienen una relación sentimental desde hace unos diez años, pero con idas y vueltas. En la última época, después de la separación de Cuello y Leonor, la madre de Tomás, María Inés volvió a convivir con Cuello.

La coartada no sólo se cayó por ese lado. El acusado no quiso decir en su declaración a quién le había ido a cobrar una deuda aquel martes a la hora de la desaparición de Tomás. Se limitó a revelar que fue con María Inés, no encontró a la persona, la chica se fue a trabajar y él volvió a su casa. María Inés contó que a ella le dijo que quien le debía el dinero era un tal Lechuga. Ayer también se produjo la declaración de este último. El apodado Lechuga dijo que el martes a esa hora él estaba en su casa y que Cuello no apareció por allí.

Para redondear la jornada desfavorable para el acusado, los padres de María Inés relataron que Cuello les devolvió el Fiat Palio a ellos a primera hora de la tarde de ese martes. “Acá se los entrego perfumado”, les dijo. El hecho llamó la atención de ambos y Cuello les aclaró que había limpiado los asientos con una remera. De todas maneras, se sorprendieron con tan inusual actitud. Es posible que el acusado haya decidido limpiar el auto de rastros. De todas maneras, en la revisión microscópica del vehículo no se encontraron sangre ni vestigios de Tomás. Todo indica que Cuello llevó el niño en ese auto hasta el descampado y que lo mató allí, donde se encontró el cuerpo.

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La coartada que armó Adalberto Cuello se desvaneció ayer, con la declaración de su pareja.
 
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