SOCIEDAD

Las tabacaleras insisten en comprar científicos

Una revista publicó un estudio que oculta los efectos nocivos del tabaco en fumadores pasivos. Página/12 pudo saber que el autor fue contratado por Philip Morris.

 Por Alejandra Dandan

El 30 de enero de 1998 la Philip Morris le enviaba una correspondencia privada a uno de los científicos más reconocidos de Estados Unidos. La carta, a cuyo texto accedió Página/12, menciona un contrato por 150.000 dólares. El científico en cuestión era James E. Enstrom, desde ayer protagonista de un acalorado escándalo desatado en el todo el mundo por un estudio que minimiza los efectos nocivos del tabaco en fumadores pasivos. El informe acaba de ser publicado por el British Medical Journal, uno de los semanarios científicos ingleses más prestigiosos. Según los organismos internacionales enrolados en la lucha contra el cáncer, la investigación de Enstrom no sólo “tiene datos incorrectos”. Intenta ejercer un poder de lobby sobre la opinión pública y sobre los especialistas en un momento clave para las tabacaleras: el próximo lunes se firma en Ginebra el Convenio Marco para el Control del Tabaco. Su informe impacta directo sobre las negociaciones que se llevan adelante ahora.
Los datos del “Informe Enstrom” son elocuentes. Reniegan de las evidencias logradas hasta aquí por los científicos antitabaco. “La relación entre las personas que inhalan el humo de cigarrillo sin fumarlo y las enfermedades de cáncer de pulmón y ataques cardíacos –escribió Enstrom–, es mucho menor que la que se creía en un principio.” En ese mismo tono aseguró que “el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares no aumenta un treinta por ciento –tal como mencionaban otros estudios– entre fumadores pasivos”.
La difusión de su tesis en el British Medical Journal alarmó a especialistas de todo el mundo. Ayer Enstrom recibió críticas de organizaciones europeas y norteamericanas que pusieron al descubierto rápidamente la relación comercial entre sus criterios de supuesto científico independiente y las tabacaleras. Página/12 obtuvo uno de los documentos reservados de Philip Morris que revela esa relación. El documento es una carta firmada por el vicepresidente de Asuntos Científicos de la compañía, Richard A. Charchaman, y tiene como referencia el título del programa de estudio de Enstrom: “Los bajos niveles de mortalidad en fumadores activos”. La compañía lo contrató para fundamentar justamente esa tesis.
“Philip Morris –comienza la carta– está encantada de enviar el segundo pago por el monto de 75 mil dólares de un total de 150 mil que fue presentado a usted de acuerdo con su propuesta.” Esa suma representaba el monto que Enstrom y su gente cobrarían por el segundo año de trabajo. “Nosotros deseamos –escribe la compañía– encontrar una investigación científica de calidad (...). Solicitamos estar informados de los avances de la investigación a través de periódicos, reportes y por una presentación anual de la investigación que se le haga llegar a la compañía y a la comunidad.” Lo más importante, dicen antes de terminar, es que “solicitamos que los resultados se publiquen en revistas especializadas”.
Aunque el estudio que acaba de publicarse no se refiere específicamente a la mortalidad en fumadores activos sino de los fumadores pasivos, el vínculo de Enstrom con la tabacalera está vigente. Tal como lo demuestra otro documento al que accedió este diario, Enstrom había intentado publicar un artículo similar en JAMA, otra revista científica. Por varias razones, los editores cuestionaron la información y rechazaron el artículo. Ahora, y a sólo tres días de la reunión en Ginebra, las tabacaleras encontraron aire en la publicación inglesa. Esta no es ni la primera ni la única vez que toma estado público la intervención de las compañías en este tipo de enredos científicos. Tal como reveló Página/12 hace unos meses, las tabacaleras trabajaron incluso en la Argentina comprando voluntades del menemismo para vetar la ley que prohibía la publicidad de tabaco.

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No es la primera vez que toma estado público el pago a científicos por parte de las tabacaleras.
En la Argentina compraron voluntades del menemismo para vetar la ley que prohibía la publicidad de tabaco.
 
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