SOCIEDAD › REPERCUSIONES TRAS LA DECISIóN DE PERMITIR LA “PíLDORA DEL DíA DESPUéS” EN CASOS DE VIOLACIóN

El debate que lanzó la Iglesia alemana

Los obispos alemanes habían aprobado el uso del fármaco, al considerar la evidencia científica de que no es abortivo. Ayer, la Iglesia de España coincidió en que es “legítimo” evitar la fecundación tras una violación, pero insistió con los reparos sobre esa píldora.

 Por Mariana Carbajal

Después de la decisión de los obispos alemanes de permitir el uso de la “píldora del día después” en casos de violación, en España la Iglesia consideró que sería legítimo el uso de ese fármaco, siempre que se trate de un medicamento que evite la fecundación y no tenga un “efecto abortivo”. La “píldora del día después” efectivamente no es abortiva, pero el portavoz de la Conferencia Episcopal española dijo que “hasta ahora” no conoce ningún medicamento con esas características. En la Argentina y otros países de Latinoamérica, la anticoncepción hormonal de emergencia (AHE) o “píldora del día después” ha sido el blanco –igual que otros contraceptivos– de diversos grupos católicos, que llevan adelante litigios desde hace varios años en la Justicia para prohibir su fabricación, venta y distribución gratuita, con el argumento falaz de que tiene efectos abortivos. Incluso, durante el gobierno menemista, la Corte Suprema de Justicia pretendió prohibir una de las marcas que había en el mercado, a partir de un recurso de amparo presentado por la ONG católica cordobesa Portal de Belén.

“La Iglesia siempre ha sido renuente a aceptar la evidencia científica. Se maneja con pensamiento dogmático. No existe ninguna evidencia científica que demuestre que el levonorgestrel, que es el producto original de la píldora del día después, sea abortivo. El problema es que en algunos países europeos le han puesto ese nombre, por cuestiones de marketing, a la píldora abortiva, la RU486 (mifepristona) y se ha generado confusión”, explicó a Página/12 el médico e investigador independiente del Conicet Carlos Nagle, uno de los científicos argentinos que más investigó el tema. Nagle dirige el Centro de Investigación en Reproducción Humana y Experimental (Cirhe) del Instituto Universitario Cemic, que colaboran con la OMS en investigación y desarrollo en salud reproductiva.

El levonorgestrel, una progestina sintética de segunda generación, actúa inhibiendo la ovulación, explicó Nagle. En el caso de que la ovulación se haya producido, no impide la fecundación ni tampoco la anidación del óvulo. “Si la mujer está embarazada, no tiene ningún efecto. La gestación continúa normalmente”, aclaró el científico. Se debe tomar dentro de las 72 horas de producida la relación sexual sin protección.

Ayer, el secretario general de la Conferencia Episcopal española, Juan Antonio Martínez Camino, afirmó a la prensa que una violación es un acto “de injusticia y violencia” ante lo cual es “legítimo impedir la fecundación, pero no abortar, porque nunca es legítimo quitar la vida a un ser humano”. Curiosamente, Martínez dijo que no conocía ningún medicamento que tenga esas características, pero señaló que, si existe, se podría utilizar en casos de violación, ya que “la consideración moral sería distinta”. “Si en Alemania lo hay, nosotros no lo conocemos”, sostuvo el también obispo auxiliar de Madrid. “Todos los fármacos que conocemos hasta ahora y que se llaman píldora del día después consisten en un compuesto hormonal que puede impedir la anidación del óvulo fecundado si se ha dado la fecundación y eso es impedir que siga adelante la vida de un ser humano incipiente y es un aborto precoz”, afirmó, repitiendo así información que no tiene ningún basamento científico. Ese mismo argumento falaz fue el que esgrimió la Corte Suprema cuando durante la gestión menemista dictó un fallo para prohibir una marca de AHE –a partir de un recurso de amparo presentado por la ONG cordobesa Portal de Belén–, pero la sentencia no tuvo efecto porque se refería a una versión comercial del contraceptivo de emergencia, que ya no estaba en el mercado. La evidencia científica existente demuestra que la AHE no tiene efectos antiimplantatorios.

Los obispos alemanes autorizaron la semana pasada el uso de la píldora del día después en los hospitales católicos del país en casos de violación “siempre y cuando sea para evitar la fecundación y no provocar un aborto” y señalaron que “los medicamentos que provoquen la muerte del embrión seguirán sin poder ser empleados”.

La Conferencia Episcopal Alemana afirmó que “el cambio de opinión en los hospitales católicos en lo referente a esa píldora ha sido posible gracias a los nuevos preparados médicos con otros efectos que han aparecido recientemente en el mercado”. El anuncio se produjo después de la fuerte polémica abierta en Alemania debido a que dos hospitales católicos de Colonia, la mayor arquidiócesis del país, se negaron a administrar la “píldora del día después” a una mujer que había sido víctima de una violación.

La cruzada católica contra AHE se extendió por varios países latinoamericanos. En Perú, por ejemplo, en octubre de 2009 el Tribunal Constitucional prohibió al gobierno del entonces presidente Alan García la distribución gratuita de la anticoncepción hormonal de emergencia, por considerar –erróneamente– que no hay evidencias científicas para descartar que sea abortiva. La sentencia respondió a un recurso de amparo presentado en 2004 por una ONG religiosa.

La ley argentina de salud sexual y reproductiva ampara el derecho de las mujeres a usar la AHE y obliga a los gobiernos a incorporarla a sus planes gratuitamente. No obstante, hace varios años en algunas provincias, grupos antiderechos católicos iniciaron demandas para prohibir su fabricación, venta o distribución. Una de ellas es Córdoba. También hay una causa abierta en Tierra del Fuego, donde la presentación fue promovida por un defensor público. De todas formas, en todas las guardias hospitalarias debería estar disponible. “Lamentablemente, en la Argentina también tenemos algunos gobernadores que son dogmáticos y ponen trabas para que las mujeres accedan a la píldora del día después”, señaló Nagle. En el país, se puede adquirir en farmacias sin receta médica.

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El secretario general de la Conferencia Episcopal española, Juan Antonio Martínez Camino.
 
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