Con reposera y equipo de mate los más grandes, que esperaban con ganas a Víctor Heredia y León Gieco; los más jóvenes lanzados a bailar con Cielo Razzo o La Vela Puerca. Once mil personas pagaron el bono contribución para participar del Festival Solidario “Fuerza Rosario” en beneficio de los damnificados por la explosión del 6 de agosto. Muchos se quedaron afuera, con las ganas. Pasadas las 20, los organizadores le entregaron a la Fundación Ciudad de Rosario un cheque por los 445.180 pesos recaudados. Más temprano, en la cancha de Central Córdoba, un partido a beneficio había juntado 125.000 pesos. “Todos regalaron el laburo, hasta los pibes de carga y descarga que muchas veces no tienen para comer”, subrayó Andrés Abiad, de MA, la productora de espectáculos que convocó a los artistas participantes.

“Cuando me enteré de que estaba La Vela, decidimos venir, pero más que nada para colaborar en algo, porque si no, sentís que no hacés nada y esto lo mínimo”, expresó Franco, de 18, que esperaba ansioso al grupo uruguayo junto con Cecilia y Virginia, de 17. Cuando algunas de las personas que perdieron su casa subieron al escenario, la locutora María Fernanda Rey pidió un aplauso “para darles fuerza”, y el Metropolitano tembló con la ovación. Antes de subir, Andrea Arjona, “la jujeña”, que vivía en Salta 2133, contó: “La solidaridad es lo que me contiene, lo que me llena, me hace sentir viva. Pero tengo una mezcla con el dolor, por mis vecinos, que yo veía todos los días y no están”. Está alojada en un hotel, buscando departamento “como loca”.

A falta de fundador, Rosario construyó su identidad en base a mitos que alimentan su amor propio. Desde la explosión en Salta 2141, que el 6 de agosto pasado terminó con la vida de 21 personas y afectó la vivienda de 238 familias, el impulso solidario se sumó a ese catálogo. Eso se subrayó una y otra vez ayer, desde el escenario pero también debajo. Lo vivieron los integrantes del Grupo Especial de Rescate, que salieron al hall del Metropolitano con su uniforme naranja y recibieron un aplauso espontáneo, además de pedidos de fotos. “La emoción es la misma que sentimos cuando se terminó todo”, dijo Ariel, recién llegado al Salón.

Rosario Solidaria fue la organización que canalizó el trabajo voluntario para que desde el martes pudieran venderse 11.000 entradas. Un record para cinco días. Sus referentes iban de acá para allá, y subieron al escenario en el momento de entregar la donación. Una de ellas, Jorgelina Moroni, decidió quedarse a un costado. “Yo me quedo con lo que me queda acá”, dijo señalándose el corazón, para subrayar que “los protagonistas son los que están allá abajo”. De los bonos contribución vendidos, más del 70 por ciento fueron de 30 pesos; casi el 20 de 70 pesos y el resto, los más caros, de 100 pesos. Así, cada uno colaboró con lo que pudo. “Fuerza Rosario, somos muchos, muchísimos, con las mejores intenciones”, arengó Patricia Dibert desde la conducción, antes de la entrega oficial del cheque.

Abajo había emoción mezclada con ganas de disfrutar de la música. Melanie, de 15, se entretenía con un chupetín mientras descansaba, sentada en canastita, a un costado del público. En ese momento tocaba Dios Salve a la Reina, la banda de tributo a Queen que también se llevó su ovación. Ella y su amiga Antonella, de 16, prefirieron a Cristian Amado, que convocó a rescatistas al escenario. Antes, Raúl Lavié les había dedicado la canción “Honrar la vida”. Otro temblor de once mil palmas.

Antes del show de Cielo Razzo, Fabricio Simeoni recitó una poesía, que los asistentes siguieron en silencio. Una de las que lo escuchó con atención fue Maribel Díaz, coreuta de Vilma Palma e Vampiros, que se quedó con sus padres para ver el festival, después de actuar. “El Pájaro (Gómez) se ofreció y yo estoy feliz de poder ayudar”, dijo la joven, ya mezclada entre el público.