SOCIEDAD › TESTIMONIO DE SONIA MOLINA, CAUTIVA DURANTE TRES MESES EN UNA CASA DE CORONEL SUáREZ

“Me hizo comer excremento de perro”

“Fui abusada tantas veces que no recuerdo la primera”, contó la mujer ante el tribunal en el juicio oral contra sus dos captores, un presunto pastor evangélico y una periodista. Los acusan de “reducción a la servidumbre y lesiones graves”.

Sonia Molina, la mujer que estuvo cautiva durante tres meses en poder de una pareja en una casa de Coronel Suárez, relató ayer ante la Justicia que sufrió abusos sexuales “tantas veces que no recuerdo la primera” y que, en una oportunidad, la obligaron a comer “excremento de perro”. Declaró en el primer día del juicio oral contra la periodista Estefanía Heit y su esposo, el supuesto pastor Jesús Olivera, acusados de “reducción a la servidumbre, lesiones graves y estafas”, más el cargo de “abuso sexual” en el caso de Olivera.

La primera audiencia comenzó pasadas las 10.20 en el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) Nº 1 de Bahía Blanca, frente a la plaza central de la ciudad. “Quiero que esto empiece, termine y se haga justicia. Lo menos que puedo esperar es una condena contra estas personas. Nadie puede estar por su propia voluntad en el estado que yo estaba”, expresó Molina a los medios, antes de ingresar a declarar. La mujer, de 35 años, resaltó además que tanto Heit como Olivera comparten “la misma responsabilidad” en lo sucedido.

Frente a los jueces Mario Lindro Burgos, Hugo de Rosa y Elena Baquenado, la víctima contó que conoció a Olivera en 2009, en la localidad de Río Colorado, Río Negro. El dijo ser un pastor evangélico y la convenció de entregarle dinero para crear una congregación. Según Molina, Olivera le “propuso trabajar en una ONG. Cobré 22 mil pesos en cheques, que entregué, para lo que iba a ser la congregación, en forma personal a Olivera. La idea no era formar un templo al que la gente se sintiera obligada a ir sino un lugar con fines solidarios”.

Contó que fue a vivir a Coronel Suárez, donde “me llevaron a la casa y me encerraron. Siempre estaban las amenazas a la nena (su hija) y mi familia, sólo salía a cobrar giros de Western Union”. “Me habían quemado en la mano. Me pegaba Olivera y Heit me pegó una sola vez. Decían que yo estaba endemoniada y me golpeaba sola. Y que me pegaban para sacarme el demonio”, contó. También expresó que sufrió “abusos carnales, oral y anal”, y que “fueron tantas veces que no recuerdo la primera”.

Asimismo negó haber hecho “ayuno” como parte de las prácticas evangélicas. “Me daban las sobras de lo que quedaba, después empezaron con el tema del ayuno y me daban polenta con alimento para perros”, dijo. “En una oportunidad –agregó–, Olivera me hizo comer excremento de perro o el agua mezclada con excremento de perros.”

Molina contó que intentó al menos cinco veces escapar de la casa de los acusados, pero siempre fue descubierta por alguno de ellos. También describió la ocasión en la que logró huir y pedir ayuda: “Un día, Olivera me tiró lavandina, me llevaron a una habitación donde me pusieron bolsas en los pies (para escuchar si ella se movía)”, recordó. “Tenía las piernas adormecidas, me paré, me vestí y levanté la persiana de la ventana”, contó. Tras salir de allí, fue auxiliada por un taxista que la llevó hasta el domicilio donde ella había trabajado cuidando a un anciano. Allí recibió asistencia y luego fue a realizar la denuncia ante la policía.

El fiscal a cargo del juicio, Eduardo Zaratiegui, señaló ayer que “la fiscalía va a mantener la acusación de tentativa de homicidio” para ambos acusados. Entiende que esta situación hubiera desembocado irremediablemente en la muerte y que los imputados, de alguna manera, “aceptaban esa posibilidad más allá de que la quisieran o no”.

“Los delitos que nosotros intentamos probar son todos muy gravosos; quizás el que es menos es la estafa, porque tiene un máximo de seis años, después estamos hablando de delitos que tienen 15 y 25 años”, agregó en la puerta de los tribunales. “Lo que entiendo es que se trató de una maniobra estafatoria de alguien que se sentía pastor, porque realmente no está acreditado que sea pastor, ni mucho menos.”

En ese contexto, el funcionario judicial indicó que “no hay videos que demuestren abuso sexual. Existen dos videos cortos que muestran el estado de desnutrición y de confusión en que se encontraba Sonia Molina”. Zaratiegui dijo que entre los argumentos incriminatorios “hay elementos químicos como una muestra de PSA positiva de una bombacha secuestrada de la víctima, que habla de un contacto sexual” y “el informe del médico de la policía, que dijo que (Molina) presentaba indicios de actividad sexual en los días anteriores a su revisación”.

Por su parte, Leonardo Gómez Talamoni, abogado defensor de Heit, sostuvo que “Sonia Molina admitió haber ido a parar a la casa de ellos por un tema religioso y no está demostrado en la causa que haya estado secuestrada”.

Con respecto al estado en el que fue encontrada Molina al momento del hecho, el defensor explicó que “es una paradoja, porque ella dice que no tenía fuerzas y mientras tanto escapó, según dice, saltando paredones”. “Es muy importante escucharla entre todos a ver qué dice y si tiene testigos que ratifiquen o rectifiquen sus dichos”, dijo Gómez Talamoni.

Finalmente afirmó que “por lo que se pudo apreciar en su cuerpo y en las fotografías que constan en la causa, Molina vivía mal, pero no sabemos por qué. Vamos a ver en el juicio si se puede demostrar que haber llegado a ese estado se originó voluntariamente por Sonia o si fueron mis clientes los que la indujeron.”

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Jesús Olivera y su esposa, Estefanía Heit, en el banquillo de los acusados.
Imagen: DyN
 
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