SOCIEDAD

La mujer muerta en la casa por una bala policial que vino de la calle

Un policía federal persiguió en Claypole a tres ladrones que robaron en una panadería. Un balazo atravesó la pared de una casilla donde estaba Mónica Maidana. Murió frente a sus hijos.

 Por Horacio Cecchi

Si existe una idea aproximada para definir el irreversible encadenamiento de casualidades, ésa es la idea de fatalidad. Aunque a Mónica Maidana, de 26 años, no la mató una idea sino una bala de 9 milímetros, la fatalidad parece haber hilvanado sus redes alrededor de ella. El domingo, con sus tres hijas de 4, 5 y 6 años, pasó de visita por la casilla de sus cuñados, ubicada en un barrio humilde a escasas cuadras de la estación de Claypole. Esa noche, las cuatro durmieron en el lugar. A las 8 de la mañana del lunes, Mónica empezó a levantar a sus hijas. A esa hora, tres hombres asaltaban una panadería ubicada a veinte metros. El asalto duró diez minutos. Un vecino avisó al sargento de la Federal Julio Chaile, que vive frente a la panadería. Chaile salió a la vereda. En ese momento, los delincuentes abandonaban la panadería. Chaile dio la voz de alto. Le tiraron. El sargento también hizo fuego. Fueron ocho a diez disparos de ambos bandos. Mónica vestía a su hija más pequeña, las dos mayores jugaban junto a su madre y la cuñada le cebaba un mate. Todos los disparos dieron en paredes y árboles. No tuvo tiempo de darse cuenta de que una bala del policía atravesó la endeble pared de la casilla para impactar en su cabeza. Sólo no jalar el gatillo hubiera cortado el desenlace.
El barrio es humilde. Casas bajas. Algunas con revoque, otras con el cemento a la vista. Otras, apenas tienen paredes de tablones de madera. La mayor parte de las calles son de tierra, unas pocas son asfaltadas. España y Mendoza, a nueve cuadras de la estación de tren. Sobre la esquina, en un terreno cercado por una alambrada, se levanta la enjuta casilla de madera de Gabriel. Gabriel vive con su mujer, María del Carmen, y sus dos hijos, Maxi, de 13, y Daniel, de 11. Gabriel tiene un hermano. Su mujer era Mónica Ramona Maidana.
La falta de asfalto hace de las calles del barrio una encrucijada. Por ejemplo, España es de asfalto hasta el 5000, se interrumpe con un pequeño manchón de tierra y barro de dos cuadras y prosigue desde el 4700 en dirección a la estación. Mendoza nace en lo que los vecinos llaman “el campito”, sobre Falucho. Tiene una sola cuadra de asfalto y es ésa, entre Falucho y España.
El dibujo del asfalto jugó un papel nimio y decisivo. Es absurdo que una vida dependa de un trazo negro de alquitrán. Pero ese trazo viene por España, dobla a la izquierda en Mendoza y retoma a derecha o izquierda por Falucho. Es el único escape viable. La panadería de Fabián, en España 4785, está a veinte metros de la casilla de Gabriel, pero tiene asfalto. Un blanco estratégico. Enfrente, vive el sargento Julio César Chaile.
Nadie sabrá dónde se inició el hilván de las casualidades. Mónica no vivía en Claypole sino en Florencio Varela. Ya conocía el barrio. Había vivido durante varios años en otra casilla sobre España, frente a la casa de Gabriel. Pero el domingo decidió pasar de visita por lo de sus cuñados. La acompañaban sus hijas Abigail, de 6; Pamela, de 5, y Micaela, de 4. La visita era un paso del plan de Mónica. Temprano, al día siguiente, iría con sus hijas al Registro Civil de Rafael Calzada para sacar el documento de Micaela. Pensaba viajar con las nenas a visitar a sus abuelos, en el Chaco.
Aunque la casilla de Gabriel es enjuta, se hicieron un lugar. Mónica y sus nenas pasaron la noche en la cama marinera de los chicos de Gabriel, en el diminuto cuarto apenas separado por una cortina del dormitorio matrimonial. Las dos mayores durmieron en la cama superior, y Mónica y Micaela en la de abajo. Ya antes de las 8 estaban todos en pie. Gabriel había salido a trabajar temprano. Maxi y Daniel habían ido a la escuela. Mientras Abigail y Pamela jugueteaban en la cama de arriba, María del Carmen cebaba el mate a Mónica, que empezaba a vestir a Micaela.
Todo eso iba ocurriendo mientras un Falcon gris perla paraba frente a la panadería. Bajaron tres hombres armados. Los asaltantes aprovecharon que una de las hermanas de Fabián barría la vereda para meterse en la panadería. Fabián preparaba pan en el fondo. Trabaron la puerta trasera y lo dejaron fuera. No les costó dominar a la madre del panadero, a sus dos hermanas, y a su hija de 3 años que fue sujetada con cordones de zapatillas al inodoro.
Don Avalos, un jubilado que vive enfrente, vio todo y tocó el timbre de Chaile. Pasaron diez minutos. Cuando los dos asaltantes salieron, Chaile estaba en la puerta. Dicen que dio la voz de alto. Le respondieron a los tiros mientras huían, abandonando el Falcon y el asfalto, hacia Mendoza. Hacia la casilla donde Mónica vestía a Micaela, a escasos centímetros de sus otras dos hijas y de su cuñada que extendía el brazo con el mate. La pared de madera tiene cantidad de agujeros. El más pequeño es de apenas 9 milímetros. Lo hizo una bala disparada por Chaile. Un almanaque con un San Cayetano no fue obstáculo. En un instante, Mónica se derrumbó con la bala en el cráneo. Chaile fue detenido por orden del fiscal Juan José Vaello, acusado de homicidio culposo. Es el modo con que el Código Penal designa a la fatalidad.

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La casilla de España al 4800, donde Mónica había pasado la noche junto a sus tres hijas.
 
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