SOCIEDAD › EL VIOLENTO SISMO DE ECUADOR YA DEJó 413 MUERTOS Y 3 MIL HERIDOS

Como una estela de destrozos

La costa del Pacífico ecuatoriano fue pulverizada por el tremendo terremoto sufrido el fin de semana. Siguen rescatando sobrevivientes entre los escombros. Hay infinidad de desaparecidos, rutas destruidas y edificios desmoronados por doquier.

Socorristas y sobrevivientes desesperados continuaban escarbando entre las ruinas en busca de personas atrapadas tras el tremendo sismo ocurrido en Ecuador, el peor en 40 años y que dejó hasta el momento 413 muertos, cerca de 3 mil heridos y una estela de destrozos en la costa del Pacífico. El fenómeno se sintió también en Colombia y Perú. La ayuda internacional llega al país para reforzar las tareas de rescate, pese a la falta de energía eléctrica en algunas zonas. Cuatro personas permanecieron 30 horas bajo los escombros y fueron rescatadas vivas en Tarqui. Los sobrevivientes temen nuevas réplicas, que ya suman 230, y esperan asistencia mientras eligen pernoctar a la intemperie. En una recorrida por las principales zonas afectadas, el presidente Rafael Correa afirmó que la reconstrucción por los daños causados por el sismo costará “miles de millones de dólares” y que el país vive “la mayor tragedia de los últimos 67 años”.

Edificios desmenuzados, puentes caídos, carreteras rajadas, postes de luz tendidos en el asfalto: el devastador terremoto de Ecuador dejó una huella de muerte y destrucción. Toneladas de escombros eran removidos en los que otrora fueran apacibles balnearios, mientras perros de la policía verificaban la presencia de supervivientes y cadáveres. Basta recorrer las poblaciones de las provincias de Esmeraldas y Manabí para constatar que los daños provocados por el rabioso temblor de la tierra son desproporcionados y representarán un mazazo económico para este pequeño país petrolero, golpeado ya por la caída de los precios del crudo.

Mientras el canciller ecuatoriano Guillaume Long detallaba que arribaron al país rescatistas de Venezuela, Colombia, Perú, México, Cuba, Bolivia, Chile, Suiza y España, los damnificados aguardan barcos con agua potable, aviones con maquinaria para remover restos, camiones con ropa, artículos de aseo, medicinas y alimentos. La cartera de Transporte y Obras Públicas local confirmó que el terremoto causó daños en unos mil kilómetros de la red vial del país. Al respecto, el economista Sebastián Oleas señaló que al menos esta vez “no se rompió el oleoducto”, como en el terremoto de 1987, que dejó al país sin poder exportar petróleo durante seis meses.

En la ciudad de Portoviejo, capital de Manabí, la playa el Murciélago no tenía bañistas. Allí colapsaron casi todas las construcciones del casco comercial y bancario. Muchas personas en shock y con velas prendidas esperaban noticias de familiares que no se reportaban desde que ocurrió la catástrofe. En Cojimíes, los expertos del Instituto Oceanográfico de la Armada (Inocar) detectaron una perturbación del océano y afirmaron que el sismo de magnitud 7,8 generó un tsunami local de menor magnitud.

Declarada zona de desastre, Pedernales –una tranquila localidad turística de 60 mil habitantes con playas sobre el Pacífico– se convirtió en la Zona Cero del terremoto que azotó a Ecuador. Sobre calles en las que se levantaban casas y edificios, ahora están arremolinadas toneladas de escombros y hierros retorcidos. “Las imágenes de masiva destrucción se parecen a las dejadas por bombardeos, como una película de guerra”, dijo Kléber Gallardo, un profesor que recorría asombrado lo que queda de ese poblado del noroeste ecuatoriano y donde fue rescatada con vida una niña de 7 años que llevaba 20 horas atascada bajo los restos de un edificio. No obstante, se presume que aún hay gente bajo los escombros, por lo que el vicepresidente Jorge Glas anunció que “se están elaborando listas de desaparecidos”. La Cámara de Turismo de Pedernales cree que el 90 por ciento de la infraestructura hotelera está destrozada, hay falta de agua potable, de energía eléctrica y fallas en el servicio de telefonía e Internet. Los afectados no quieren asistir a los albergues bajo techo por miedo; en cambio aceptan asistir a lugares abiertos en busca de refugio.

En Manta, puerto pesquero y balneario turístico de 253 mil habitantes, varios hoteles quedaron en ruinas. A cada paso se presencia polvo, hierros retorcidos, trozos de cemento, ventanales rotos y sobre todo el dolor de quienes buscan ayuda para tratar de rescatar a sus familiares de entre los escombros. En el barrio Tarqui, bomberos llegados de Quito celebraban el rescate de tres personas sepultadas. Asimismo, tres jugadores paraguayos que militan en el Manta Fútbol Club salvaron su vida al derrumbarse el edificio que habitaban. “Lo perdí todo. Vi mi departamento desplomado y autos que eran tragados por la tierra”, aseguró el arquero Paolo Ortiz.

Pero el fenómeno no se sintió sólo en tierra. El equipo de Universidad Católica que debía jugar frente a Delfín pasó zozobra aun en el aire. El DT Jorge Célico reveló que cuando el avión aterrizó en el aeropuerto Eloy Alfaro, por la ventanilla veía “todo oscuro”. Y enseguida, la nave volvió a despegar. “No sabíamos lo que pasaba. Alguien de la tripulación comentó que hubo un terremoto y que la torre de control se cayó”, dijo. Ya de regreso a Quito, el técnico reconoció que “el piloto estaba muy estresado”.

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Una imagen ahora cotidiana de Manta, uno de los centros turísticos deshechos por el sismo.
Imagen: Télam
 
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