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“Soriano construyó una estética y una ideología de la literatura”

El autor de Cuarteles de invierno fue homenajeado en la sala Cortázar, que estuvo repleta. Con distintas miradas, Osvaldo Bayer, José Pablo Feinmann, Juan Martini y Guillermo Saccomanno destacaron su figura.

 Por Silvina Friera

¿Desde qué lugar se puede leer hoy el conjunto de la literatura de Osvaldo Soriano? Esta pregunta no fue el disparador de la presentación de reedición de la obra del autor de Triste, solitario y final, pero estuvo repiqueteando en el ambiente de la sala Julio Cortázar, abarrotada de lectores del Gordo que escucharon a Osvaldo Bayer, José Pablo Feinmann, Juan Martini y Guillermo Saccomanno, coordinados por Osvaldo Quiroga. “El me decía que le hubiera gustado ser un escritor realista, pero que nunca pudo serlo porque la Argentina era un país fantástico –recordó Bayer–. Sin embargo, fue uno de los escritores que más supo interpretar esa realidad argentina, por lo menos es el que mejor ha descripto al peronismo en Cuarteles de invierno y en No habrá más pena ni olvido”.
Aunque Miguel Rep no pudo asistir, Saccomanno leyó un texto que el dibujante escribió para la ocasión. “Siempre tenía razón el Gordo, en sus diagnósticos políticos, en sus lecturas de la historia argentina, en sus presagios. Pero no tuvo el presagio clave o no nos lo contó y se murió. Ninguno de nosotros estaba preparado para ese desenlace. Qué enorme su presencia, qué vacío deja su ausencia. Yo lo admiré y admiro a Osvaldo, lo quise y lo quiero y ahora gracias a Juan Forn (a cargo de la reedición de las obras) hago las tapas de todos los libros del Gordo como si las comentara con Soriano”.
Feinmann, que eligió prologar No habrá más penas ni olvido, empezó reflexionando sobre el sentido de la frase de Mateo, uno de los personajes de este relato: “Si yo nunca me metí en política, siempre fui peronista”. El autor de La crítica de las armas comparó esta frase con la del sindicalista Lorenzo Miguel, que decía que el peronismo era comer tallarines o ravioles con la vieja los domingos. “El peronismo ha sido tantas cosas que ya es muy difícil que sea una –explicó Feinmann–. Estamos muy lejos de la versión naïf del personaje de Soriano, que expresa una definición muy buena, que quizás sea la más auténticamente popular”. En opinión de Feinmann la Academia eligió como objeto de su odio a Osvaldo, durante la década del ‘80, porque la estética que se planteó en aquellos años fue el giro lingüístico de Derrida, que estableció la primacía del lenguaje. “Como la deconstrucción es un método literario que reposa y no sale del texto, se glorificó el lenguaje como elemento privativo, esencial y fundante de la literatura, en detrimento de las novelas narrativas, que eran abominables –aclaró Feinmann–. Entonces, la voz de orden de la Academia fue que no había que narrar y la novela de Ricardo Piglia, Respiración artificial, fue consagrada como la Biblia.
“Soriano es víctima de ese esquema cultural. Ese señor que narra es postergado en nombre de los escritores exquisitos que le dan primacía al lenguaje, como Piglia, Saer y posteriormente Aira”, añadió Feinmann, que además recordó un soneto escrito por un poeta que comenzaba diciendo: “Mezcla de monja y de puta” (por sor y ano). “¿Quién es el animalito?”, quiso saber Osvaldo Quiroga. “Guillermo Saavedra –respondió Feinmann–, que además hizo un comentario demoledor de A sus plantas rendido un león en el que sostenía que para narrar una revolución –que de eso trata el libro– había que utilizar métodos revolucionarios sin explicitar cuáles eran esos métodos”. Martini, por su parte, confesó que la escritura de Soriano le ganaba por knock out. “Descubrí esto antes de que Soriano publicara su primera novela en 1973. Empecé a leer sus crónicas en el diario La Opinión y no lo podía creer. Recuerdo sus trabajos sobre Robledo Puch, la novela policial, Chandler y la calidad de cronista y narrador que había en su escritura periodística”, reconoció Martini. “Triste, solitario y final fue un cross a la mandíbula. Soriano introduce pasos de comedia, de parodia, de realidad e irrealidad. Es un escritor insoslayable de la literatura argentina de los últimos 30 años. El espíritu de los ’70, los ’80 y buena parte de los ’90 está instalado en sus novelas”.
Según Saccomanno, la famosa “roña” entre la Academia y los escritores es un malentendido. “El tiempo pasa y lo que quedan son las obras. Osvaldo es un escritor que no sólo está venciendo el tiempo sino a la mesa de saldo, que es lo que más molesta a ciertos sectores de la crítica. La Academia, que suena para nosotros como mala palabra, forma técnicos y el escritor está mirando otra cosa. Porque nosotros estamos metidos en la realidad, con las manos sucias a lo largo de la historia, tenemos una visión más singular y más totalizadora de lo que es la realidad, y otra manera de comprender la literatura y la teoría literaria”. El autor de La lengua del malón aseguró que Soriano es un clásico de la literatura argentina porque es el continuador lógico de Arlt. “Lo que no se le perdona a Soriano no es sólo la popularidad que tenía con sus contratapas de Página/12, equiparables a las Aguafuertes porteñas de Arlt, sino que además tenía una idea de la literatura vinculada con la solidaridad y por eso construyó una estética y una ideología de la literatura”.

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Osvaldo Soriano, un escritor entrañable que sigue siendo objeto de debate.
La Feria del Libro fue el marco para la presentación de la reedición de su obra.
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