SOCIEDAD › EL RELATO QUE HIZO LA HERMANA DE PABLO LANUSSE

Un viaje con muchas dudas

Pasó a manos de la Justicia nacional ordinaria la causa por la presunta desaparición de la hermana del interventor de Santiago del Estero, Pablo Lanusse. Desde ayer a la mañana, el expediente caratulado como “privación ilegítima de la libertad” está en manos de Ana Yacobucci, a cargo de la fiscalía de instrucción 32 de la Capital. Los investigadores aún no descartan la hipótesis de que el supuesto secuestro haya sido un mensaje mafioso dirigido al ex fiscal Lanusse. Su hermana Silvia declaró por primera vez ayer, según las fuentes. Página/12 relata a continuación la versión que ella dio inicialmente del supuesto viaje de Silvia a lo largo de mil kilómetros y a bordo de una cuatro x cuatro doble cabina polarizada conducida por tres desconocidos con acento de provincia.
El relato del presunto viaje ahora integra el expediente que durante unas horas estuvo en manos del fiscal federal de Santiago, Alberto Pravia. La hermana de Lanusse recién había aparecido y quien declaró en la causa no fue ella sino el jefe de gabinete de la intervención, el tucumano Pablo Fontdevilla, a quien Silvia le relató informalmente lo que habría vivido. De acuerdo con el testimonio de Fontdevilla, durante el viaje Silvia escuchó al menos cuatro referencias directas al trabajo de su hermano en Santiago. Y una sobre su destino: “A vos te hicimos cruzar todas las provincias –le habrían advertido–, a tu hermano le vamos a hacer cruzar la frontera”.
Tal como se dijo hasta ahora, pocas horas antes, Silvia volvía de un viaje a la ciudad de Tandil en un micro de la empresa Turismo Parque. Según la versión inicial, en Retiro, cuando iba en busca de un taxi, una mujer la frenó con un objeto contundente y la obligó a subir a una cuatro x cuatro donde la esperaban dos hombres. Las tres personas estaban cubiertas con gorros, de acuerdo con el relato. “Quedate quietita –le decían–, sabemos que tenés hijos.” Ese tipo de menciones se habría repetido durante el viaje hasta que entraron a Santiago del Estero. Allí, la camioneta dio varias vueltas y pasó frente a la Casa de Gobierno: “Sabemos que acá está tu hermano”, le dijeron antes de darle el mensaje de que podía terminar “cruzando una frontera”.
No la liberaron ahí mismo, sino –siempre según esta versión– en uno de los barrios más pobres de los alrededores de Santiago. Aún no ha sido identificado el lugar, lo único que sabe la Justicia es que caminó durante unas dos horas para llegar hasta el centro de Santiago. Con los pies embarrados apareció en la sede del Automóvil Club Argentino ubicado sobre la avenida Belgrano, en pleno centro santiagueño. Ella no declaró porque estaba bajo estado de shock. Aunque la denuncia del secuestro partió de uno de los ministros de la intervención, Pablo Lanusse aún no salió a confirmarla oficialmente. Públicamente, uno de sus hermanos pareció restarle peso al indicar que Silvia estaba bajo tratamiento psiquiátrico y que tenía algunos “desconectes”. Con el correr de las horas, la familia se refugió en el silencio mientras acompañaba la presentación de Silvia en la fiscalía porteña.

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