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Como en la recordada película El crimen de Cuenca, un tucumano estuvo dos años preso acusado de matar a un hombre que está con vida. En las próximas horas, el juez de instrucción Juan Francisco Pisa ordenará la libertad de Rubén Darío Ovejero, el hombre acusado por el supuesto asesinato de Pedro “Ojota” Roldán ocurrido el 22 de septiembre de 2003 en las inmediaciones del río Salí, a pocos kilómetros de la capital de la provincia. El caso no tiene antecedentes en la Justicia tucumana. Y según el defensor oficial, Jorge Montero –abogado de la causa–, la culpa es de la policía. “Evidentemente hubo una pésima instrucción de la policía, que nunca verificó la identidad del cadáver. Por eso este muchacho, siendo inocente, pasó casi dos años preso”, explicó. El cuerpo, que apareció en las inmediaciones del río Salí, fue identificado como el de Roldán. Los vecinos del barrio le adjudicaron su muerte a Ovejero porque había tenido problemas con el falso muerto. “Roldán es un borracho que acostumbraba manosear a las mujeres del barrio, pero él es incapaz de matar a alguien”, explicó Rosa Ovejero, hermana del acusado. Aunque en aquel momento se declaró inocente, Ovejero fue detenido. Pasó los últimos dos años en el penal de Villa Urquiza. El caso pegó un giro judicial recién ahora porque sus familiares descubrieron que Roldán estaba vivo y lo obligaron a presentarse en los tribunales para demostrar la inocencia del acusado.

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