SOCIEDAD › UN PREFECTO, CUSTODIA DE UN SUPER

Misterio por un crimen

La única certeza que tienen los investigadores del crimen del suboficial de la Prefectura Naval Carlos Romero es que está muerto. El prefecto cumplía tareas de vigilancia en un supermercado chino de Boedo. Pero para desempeñarse estaba fuera de su jurisdicción. El dueño del local asegura que el uniformado asesinado era “un amigo”. Aún no se sabe si el lunes a la noche intentó evitar un asalto al comercio o si fueron a buscarlo a él para matarlo de cinco tiros y robarle el arma reglamentaria.
Hasta la tarde de ayer, los detectives no atraparon a ningún sospechoso y se dedicaban a indagar en las relaciones y actividades de la víctima, el ayudante de segunda Carlos Romero, de 35 años, que trabajaba en la Unidad Fluvial de Prefectura del Río de la Plata, en el puerto de Buenos Aires. Los pesquisas querían determinar en qué circunstancias custodiaba el supermercado, ya que si bien el dueño del comercio dijo que era un amigo que a veces lo visitaba a la hora de cierre, varios vecinos afirmaron a la policía que Romero era vigilador del lugar, lo que legalmente no podía hacer.
Según los investigadores, en diciembre de 2004 hubo en el mismo local un aparente intento de robo. En esa ocasión, los delincuentes se tirotearon con otro prefecto que vigilaba en forma ilegal. Hay un dato más que llama la atención a los policías, y es que el asesino de Romero le disparó con un arma calibre 9 milímetros, el mismo que tenía la pistola del suboficial que será enterrado hoy a las 14.30 en el cementerio de Olivos.

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