SOCIEDAD

El asalto al Banco Río sigue con las aguas tan turbias como entonces

Hallaron picos y herramientas para cavar el túnel. Estaban bajo el agua. Buscan otro túnel que lleve a una casa. La jurisdicción del pluvial es municipal. Dudas sobre quién construyó el conducto.

 Por Horacio Cecchi

Antes fue el túnel. Ahora es el túnel del túnel. Los investigadores del espectacular caso del robo al Banco Río buscaban ayer, no a ciegas pero casi a tientas, un camino abierto en las paredes del acueducto pluvial que pudiera comunicar el acueducto principal con una vivienda próxima al banco, que la banda hubiera alquilado a los efectos. En esa búsqueda a tientas, los policías encontraron algunas herramientas supuestamente usadas por la banda. Al mismo tiempo, la polémica sobre el túnel quedó medianamente saldada: Aguas Argentinas negó tener jurisdicción sobre acueductos de desagüe pluvial, que corresponden a las municipalidades y, además, desconoció que hubiera encargado a ninguna contratista los trabajos que según versiones se habían realizado para corregir filtraciones en los sótanos de la sucursal, en 2001.

El dato de las herramientas es curioso. Por un lado revela que la solución del enigma del Río va en marcha. Por el otro, que marcha lento, no para los tiempos judiciales sino para las ansiedades públicas que, finalmente, son el mercurio del termómetro de los políticos. El hallazgo de las herramientas (picos y elementos para cavar) se produjo en alguna parte del acueducto. Por ese túnel es que prepararon el golpe y por allí es que fugaron. Tal como se suponía, las herramientas fueron halladas bajo el agua, arrojadas por la banda para anular pistas.

La búsqueda de las herramientas tuvo lugar en simultáneo con la búsqueda de otro conducto abierto por la banda desde el túnel principal y que conduciría a una casa próxima. Motivo: el motor de esa hipótesis es que no creen que durante los meses de preparación del túnel, la banda se hubiera movido ida y vuelta, centenares de veces para salir a una boca de tormenta en público y arriesgarse a que alguien sospechara de algo raro. Mucho más lógico pareció a los investigadores que se hubiera abierto un conducto menor, semejante al que completaron hasta el banco, pero para llevar desde el acueducto a alguna casa alquilada y próxima a la sucursal y de ese modo obviar las miradas indiscretas sobre un grupo de personajes entrando y saliendo de bajo tierra con trajes de neoprene y caras de Rififí.

En pocas palabras, los investigadores están motorizando la hipótesis de otro túnel dentro del túnel. Al mismo tiempo, la polémica sobre quién realizó el conducto que llegó hasta metros del banco, si tuvo competencia la empresa Aguas Argentinas o una contratista o si correspondió a la Municipalidad de San Isidro, son temas que se zanjan: la norma es que la proveedora de aguas (para el caso Aguas Argentinas) se debe encargar de proveer de agua potable y cloacas. En cambio, el agua de lluvia, la que se descuelga por las rejillas y desemboca en las alcantarillas corresponde a la municipalidad.

En el caso del Banco Río, el acueducto principal, utilizado por la banda para escapar con el gomón, es de estos últimos. La concesionaria de Aguas técnicamente cerró la canilla de información y secó sus fuentes. Pero desde la empresa deslizaron que no tenían nada que ver con el acueducto ni con el conducto completado por los chorros hasta el banco. “Si hay una filtración –confió un ingeniero en hidráulica–, no se hace ese trabajo. Nunca se vio en hidráulica una obra de semejante ingeniería para corregir una filtración. A lo sumo, se hacen conductos de cateo de 5 a 15 centímetros.” De todos modos, si no fue Aguas Argentinas, quién fue. “Si el techo del conducto es de cemento, lo hizo una contratista; si no, lo hizo la banda”, pensó en voz alta un ingeniero especialista en hidráulica. Y el conducto, según los investigadores, tiene techo de cemento. Quién lo hizo, por ahora es un misterio o, al menos, los investigadores lo guardan bajo el agua.

Por otro lado, la alarma lleva a otras problemáticas quizás ya resueltas por los investigadores pero, de ninguna manera, hechas públicas. ¿Por qué la banda entró de día corriendo riesgos? Quizá, sólo quizá, porque lo único que no controlaban era la alarma, o sea, la alarma funcionaba.También es cierto que lo único que un banco no puede aceptar públicamente es que su alarma no funcione; y la Bonaerense, que semejante robo no lo haya cometido una banda de altísima capacidad y tecnología.

Una vez más, el arte de la distracción muestra su efectividad: en los bancos la seguridad está pensada para evitar que alguien entre; en las cárceles, para que alguien salga. Alguien usó la imaginación e invirtió las funciones.

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Por el momento, en el caso Río, todo lo que parece ser parece que no es y lo que es no parece.
 
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