SOCIEDAD

La trama mediática de la policía y los secuestros

El papel de los medios es alimentado por la propia policía. Cafiero criticó ayer a las “poderosas empresas periodísticas”.

 Por Alejandra Dandan

Juan Marcos Anceschi ayer tenía que salir de su casa para pagar el rescate de su hijo. El frente estaba inundado de cámaras de televisión y el hombre las evitó saltando por los patios vecinos. Esa imagen comentada durante el día como un chiste es una síntesis perfecta: está poniendo en escena las consecuencias que puede tener una cobertura en busca de una primicia. ¿Cuáles son las consecuencias? ¿Quién proporciona las primicias capaces de “poner en riesgo una vida” sino la propia policía? Para el ministro de Seguridad bonaerense, la culpa es de “las poderosas empresas periodísticas”. Juan Pablo Cafiero ayer salió con los tapones de punta contra ellos. Para el ministro, ciertos medios no sólo ponen en riesgo las negociaciones, parecen sembrar una psicosis fenomenal e intencionada. Pero el fenómeno es más complejo. En la guerra de las versiones en la que participan policías, medios y políticos, cada uno pone en juego sus propios intereses.
Cafiero se refirió a un tipo de medios: los “medios poderosos económicamente”. Y les dio un consejo: “Deberían abstenerse de difundir operaciones políticas –dijo– que terminan poniendo en riesgo la vida” de aquellos que están atravesando una situación como lo fue la del padre de Juan Pablo, el chico de Ramos Mejía secuestrado y reaparecido el jueves de madrugada. Para el ministro, ese tipo de medios, que no identificó, suelen hacer de la información un “espectáculo frívolo” y peligroso. De algún modo, cierto tipo de coberturas, para Cafiero, alimentan un estado “predelictual y de mayor violencia. Y a río revuelto, ganancia de pescadores”.
En este momento, ese río revuelto no es sólo parte de su retórica. Es una buena metáfora para definir lo que está ocurriendo con los secuestros, la intervención de las fuerza de seguridad e incluso con los medios. Mientras el ministro pide sigilo, alguien está soltando información supuestamente reservada. Y si no es la familia, quien pasa la información es alguna de las fuerzas de seguridad, incluso la de su provincia. Pero también lo hace la Federal. Ambas fuerzas están en campos enfrentados como los jugadores de un partido de fútbol: quien tiene más goles gana y los goles en contra los cuentan a favor. Quien tiene más delitos en territorio propio pierde, y en el caso de la provincia no es solo, y ni siquiera, la Bonaerense: en el camino pierde el propio ministro. De hecho, ayer mismo y una vez más, Cafiero tuvo que desmentir nuevas versiones sobre su renuncia.
Aun en ese escenario, Cafiero no habla de los medios en general, y este es uno de los factores que tiene en cuenta Luis Quevedo, cuando analiza el tema. Quevedo es un sociólogo especialista en el cruce entre medios y política. Desde ese lugar cree que “hay actitudes muy diferentes en los medios: los que más utilizan estos temas para amedrentar a la población o simplemente como una herramienta comercial, lo que hacen es colocarse en competencias unos contra otros tratando de mostrarse como quienes mejor interrogan al poder en relación al delito”.
¿Cuál es la responsabilidad de los medios con la información de un secuestro? Quevedo está convencido de que el trabajo de los medios en las coberturas no es un problema sólo de ética. “Es un problema de cómo las autoridades operan frente a esto y de cuánto los alienta también pasándoles información”. El rol de los medios es otro: “Es imposible que los medios reflexionen sobre su propia tarea”, dice nuevamente el sociólogo. Y es así porque “son empresas comerciales con estrategias comerciales”. Por eso “responden a políticas de Estado: son alimentados por las internas políticas, internas policiales, no son controlados en su accionar”.
De ese territorio más complejo y cruzado por un poder en ocasiones fragmentado y, también, descontrolado, habló ayer el ministro de Seguridad. Cafiero está convencido de que ciertos medios y ciertascoberturas apuntan a generar una situación de pánico. En un programa de radio se dedicó a explicar que la gente común se da cuenta de que la sucesión de noticias de secuestros tiene “otras connotaciones”. Y ese discurso connotado buscaría generar “una sensación de pánico”, de “violencia psíquica” para poner “a la sociedad de rodillas frente a los delincuentes”.
Y el ministro no está tan lejos de aquello que piensa, por ejemplo Alicia Entel, directora del Instituto Walter Benjamin y especialista en el análisis del discurso de los medios. También ella está convencida de que ciertos medios sólo pretenden agitar el miedo: “Directa o indirectamente están provocando –dice– un estado de parálisis que bloquea o intenta bloquear ese estado real de efervescencia que vive en este momento las organizaciones sociales”. Pero en este juego ¿quién fomenta o a quien le interesa estimular una audiencia de teleciudadanos dormidos? “A los medios con alto nivel de coparticipación con las zonas de poder –dice la investigadora–, o quienes buscan que se les condone ciertas deudas históricas o quienes quieran conseguir privilegios o beneficios de las zonas de poder”.

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Juan Pablo Cafiero advirtió que se busca sembrar psicosis.
 
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