SOCIEDAD › LOS PADRES DE DIEGO PERALTA, EN EL OBELISCO

El dolor junto a los bocinazos

 Por Carlos Rodríguez

En el Obelisco, la manifestación contra la violencia giró en torno de los padres de Diego Peralta, el joven cuyo secuestro y homicidio marcó uno de los picos más altos de la crónica policial reciente. “Yo no estoy acá sólo por Diego. Estoy para que no pasen más estas cosas y les pido a las madres que se quedaron en sus casas que piensen y que salgan a pedir que pare la violencia y para que se haga justicia. Es muy feo que te maten a un hijo”. Emilse Silva, la mamá de Diego Peralta, se quebró en la primera entrevista y lloró como nunca lo hizo en público.
“Es mucho dolor”, se justificó como si tuviera que hacerlo. Después le dejó lugar al agradecimiento: “Me sentí muy acompañada, muy apoyada por la gente”. Entre banderas blancas que pedían “paz” y otras que decían “no a la violencia”, Emilse y Luis Peralta se reunieron con otras víctimas, algunas de la violencia policial.
En el grupo que rodeaba a los Peralta estaba María Teresa Schiavini, la madre de Sergio, un joven asesinado en mayo de 1991, en Lomas de Zamora, durante un violento operativo policial. “Esto sigue pasando porque no nos escucharon a nosotros, porque no se hizo justicia”, dijo Schiavini. El heterogéneo grupo reunía a otras víctimas del gatillo fácil nucleadas en la Cofavi y también a Jorge Hernández, papá de Jimena, la nena muerta en la pileta de un colegio religioso y cuyo caso nunca fue esclarecido.
A las dos de la tarde de ayer, la Plaza de la República, de uno y otro lado del Obelisco, estuvo llena de transeúntes o manifestantes encolumnados que se sumaron a la idea de hacer “ruido” contra la violencia. Fedecámaras, que agrupa a comerciantes minoristas, repartió banderas blancas. Los automovilistas tocaron bocinas, de los edificios cercanos se lanzaron papelitos y algunos taxistas, sin bajar de sus vehículos, pronunciaron verdaderos discursos que terminaban de manera invariable: “¡Que se vayan todos los políticos corruptos!”.
De tan heterogéneos, los corrillos nuclearon a grupos de abogados con estudios cerca de Tribunales, a funcionarios del Poder Judicial y a ciudadanos corrientes, la mayoría de clase media.
Lo curioso es que todos parecían coincidir, al menos ayer. La única diferencia visible fue cuando se instaló la mención a la “pena de muerte”. La primera que habló a favor fue Emilse Peralta, quien confió en que “si las cosas siguen así muchos van a coincidir conmigo”. Al menos ayer, en el Obelisco, esa coincidencia no se dio, pero todos callaron sin atreverse ante el dolor de una madre. Ayer, en medio de las expresiones contra la violencia, el juez federal Carlos Ferreiro Pella le dictó la “falta de mérito” a diez de los 17 detenidos en la causa por el homicidio de Diego Peralta, entre ellos a dos policías señalados como sospechosos por varios testigos. “Ahora nos quieren hacer pensar que no hubo policías –se lamentó Emilse ante Página/12–. Nosotros vamos a seguir luchando para que se sepa toda la verdad, para que se haga justicia”, concluyó.

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Emilse y Luis Peralta.
Los padres del chico muerto.
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