SOCIEDAD › GRUPOS ULTRACATóLICOS BUSCARON OBSTACULIZAR LOS DEBATES EN TUCUMáN

“Nunca vi abortar a mi perra”

Con falsas denuncias y respaldadas a distancia por grupos de hombres, mujeres ultracatólicas intentaron impedir los debates y fueron expulsadas. “Pueden participar todas, siempre que acuerden en profundizar los derechos sexuales y reproductivos.”

 Por Luciana Peker

Desde San Miguel de Tucumán

Un grupo de mujeres intentó copar los talleres –pero especialmente los dedicados a la problemática del aborto– para que los debates propuestos por el 24º Encuentro de Tucumán no avancen en la propuesta de nuevas normas que regulen el aborto no punible o la atención post aborto. El argumento fue insistir con la discusión de la filosofía eclesiástica que considera que las jóvenes tienen que llegar vírgenes al matrimonio y sostiene que las mujeres deben gestar los hijos que lleguen a su vientre –aprueban apenas el coitus interruptus– e incluso exponer su vida si el embarazo pone en riesgo su salud.

El sábado 10 de octubre un grupo nutrido de religiosas, de distintas edades, ingresó a la Escuela Mármol –la sede de debates donde se produjo la mayor cantidad de incidentes– y una señora le mandó un mensaje de texto a su marido para que la defienda de las supuestas agresiones que las participantes con pañuelos verdes –que las identifican con la consigna “Anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”– le estaban propinando. El domingo, los grupos religiosos volvieron a irrumpir masivamente en otra reunión.

Había distintas posturas entre las integrantes de la Comisión Organizadora del 24º Encuentro de Mujeres sobre cómo resolver la situación, pero finalmente las religiosas fueron expulsadas de las discusiones programadas para avanzar en los derechos de género, en una ciudad en la que un sector de la población es fuertemente conservador y, por eso, no está reglamentada la Ley de Educación Sexual Integral, la Ley de Derechos Sexuales y Procreación Responsable, y la educación pública no es laica ya que contiene como materia obligatoria clases de religión.

Las expulsadas –que en realidad habían ido a provocar a quienes querían juntarse a conversar en un taller llamado “Estrategias para aprobar la legalización del aborto”– empezaron a gritar ofendidas: “Si es un Encuentro de Mujeres ¿por qué no nos dejan participar?”, como lo hizo, por ejemplo, Georgina Núñez, de 24 años.

“Es sorprendente que en el siglo XXI exista este activismo fascista”, subraya la directora del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), María José Lubertino. “Desde el Encuentro de Mendoza (en el 2004), donde recién se había aprobado la anticoncepción de emergencia y había una tendencia muy agresiva en la población, que no se veía algo tan extraño”, refleja Lubertino en una escuela donde adentro se respiraban debates y afuera las mujeres ultracatólicas se quejaban de censura y una extraña barrera de varones esperaba en cada esquina.

Adentro de la escuela, las chicas más jóvenes cantaban consignas contra la Iglesia. Una de las mujeres, alta y elegante, que quedó en la calle estaba vestida de negro, tenía tacos y una adherente remera negra. Sorprendió su gesto cuando levantó su dedo en señal de fuck you. Ella, junto con otras militantes conservadoras, custodiadas desde la cuadra de enfrente por un batallón de muchachos que parecían un vallado de jugadores de rugby, no se fueron de la puerta como para seguir amedrentando con su presencia. La mujer que alzó su dedo también baja el martillo. Es Josefina Penna, jueza de paz de Yerba Buena, en Tucumán. “Nosotras defendemos la familia, pero ellas nos excluyen por católicas y agreden nuestro credo”, sostuvo.

–¿Por qué les interesa venir a un Encuentro que convoca a estrategias para legalizar el aborto cuando ustedes no están de acuerdo con el aborto?

–No es copar el Encuentro –respondió Penna– ni es un intento de provocación. Es que si el Encuentro se llama de mujeres tiene que llamarse de mujeres, si no que se llame de abortistas.

–¿Les preocupa bajar la mortalidad materna que en Argentina tiene indicadores altísimos (prácticamente muere una mujer por día) y es mayor que en Uruguay, Costa Rica y Chile por la cantidad de fallecimientos por abortos clandestinos?

–Es como si te hacés una cirugía estética o transportás droga dentro de tu cuerpo y terminás muriendo. Si abortás te estás sometiendo a un riesgo innecesario. Tenés que parirlo al chico y entregarlo –propone en un argumento que esgrime a las mujeres como fábricas de hijos para familias que buscan procreadoras gratuitas.

Liliana está con ella –es su tía– y aunque no quiere dar su apellido se muestra más enérgica contra las mujeres que mueren como consecuencia de la falta de atención hospitalaria durante y después de la interrupción de un embarazo no buscado: “Son asesinas, por eso se ponen en ese riesgo”, las culpa. Mirta Moyano también replica contra el interés por bajar la mortalidad materna: “Hablan de la mortalidad materna y no se preocupan por la seguridad de la gente inocente”, arremete en tono mediático.

Ante las preguntas de la prensa, ellas se muestran como mujeres que, individualmente, habían decidido concurrir al Encuentro. Sin embargo, la gran cantidad de merchandising religioso en toda la ciudad, la cantidad de varones amedrentando a las participantes de las escuelas y la organización posterior en la marcha para custodiar la Catedral reflejaron un dispositivo dispuesto para que en el 24º Encuentro no se pudiera debatir. O que, mediáticamente, quedara estigmatizado como violento y conflictivo.

Y ellas se mostraban como víctimas, sí, con esa palabrita tan de moda: inocentes. El sábado una mujer dijo ser golpeada y el domingo otra expresó que la habían tirado por la ventana. También llamaron a una ambulancia por la supuesta agresión a una fiel católica. Un periodista –que prefiere reservar su identidad– del diario local La Gaceta contrapone: “Estuve todo el día en la puerta de la Escuela Mármol. Una mujer dijo que la tiraron por la ventana, pero yo la vi tirarse a ella ex profeso. También se denunció que hubo una mujer golpeada pero yo hablé con el paramédico y me relató que lo llamaron porque había una señora con hipertensión”.

Moyano sabe que mostrarse como expulsadas y agredidas va a prender en muchos medios. Por eso, aprovecha los micrófonos y se queja: “Hay distintos movimientos pro vida y queremos libertad de expresión”, un latiguillo muy utilizado últimamente por sectores de poder que, en este caso, buscan volver a una visión de la mujer que la reduce a sus supuestas funciones naturales. Florencia también está exaltada y compara (en un sesgo de darwinismo machista): “Yo tengo una perra y nunca la vi abortar y la vi pariendo dos veces. Nunca se van a sacar un hijo como si fuera una cucaracha”, compara.

El impulso de la Iglesia a que las mujeres irrumpieran en las escuelas se intentó hacer pasar por una casualidad permanente. Sin embargo, quedó claro al final de la marcha que fue un plan sistemático frente a la convocatoria de las tucumanas a que las mujeres de todo el país debatan en su tierra. “No te voy a dar mi nombre porque formo parte de una institución católica, pero lo que necesita este país son familias bien constituidas”, dice una activista católica, que también muestra que la jerarquía eclesiástica –y sus fieles más militantes– está empezando a priorizar la pelea contra la diversidad sexual, ante la mayor visibilización de mujeres lesbianas en los Encuentros.

Sofía Ganem, de “Jóvenes por la elección y el placer”, dice desde el patio de la Escuela Mármol, donde los carteles festejan las carabelas y el día de la raza y muestran a las familias de mamá y papá sin reflejar ninguna posibilidad vincular diferente. “Las católicas buscan romper la dinámica del Encuentro y desnaturalizarlo. Están provocando para que salga en los medios que somos violentas. Una tía mía me mostró cómo la Iglesia los convocó por mail para que los varones traigan a las mujeres en camionetas y que ellas se metan en los talleres. .”

“Las marchas de la Iglesia no son significativas en cantidad de gente . El Encuentro es plural pero con la base del acuerdo en sostener y avanzar en los derechos sexuales y reproductivos. Aunque no hay que asustarse”, pide Lubertino.

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Grupos de hombres respaldaron desde la vereda de enfrente a las mujeres que quisieron obstruir los debates.
Imagen: Gonzalo Martinez
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