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Tironeado desde siempre entre quienes lo tomaron como botín político y quienes apuntaban a su privatización, el Mercado Central de Buenos Aires había logrado, el último año, cristalizar el primer proyecto para desarrollar una inversión de riesgo por parte de un consorcio privado para urbanizar 300 hectáreas sin que al Estado le costara un peso. En medio de ese proceso cayeron dos gobiernos y se desencadenó una interna que desembocó en los episodios de ayer.
Inaugurado el 15 de octubre de 1984, el Mercado Central nació para concentrar toda la actividad de distribución de frutas y verduras, un ente intermediario entre los productores y los minoristas cuya intención era suplantar a los mercados de abasto de Capital y el Gran Buenos Aires. Y, de paso, garantizar un control fitosanitario de los productos destinados al consumo.
Su conducción, desde el inicio, fue tripartita: el directorio estaba compuesto por dos representantes del gobierno nacional, otros dos del bonaerense y dos más de la ciudad de Buenos Aires. Por allí pasaron figuras notables, como Hernán Bernasconi, quien presidió el directorio en 1991, antes de ser diputado, ministro, juez federal de Dolores y preso por asociación ilícita.
Dos años antes, en 1989, el directorio había sido presidido por Juan Carlos Piriz, un hombre fiel al entonces presidente de la Cámara de Diputados, Alberto Pierri. El cargo de Piriz parecía vitalicio: ocupó un cargo en el directorio hasta ayer, pese a que su jefe político no ocupa ya cargo público alguno.
Pierri, el hombre fuerte de La Matanza, fue quien manejó desde afuera los hilos del Mercado Central. El dato quedó en evidencia con una investigación del periodista Hernán López Echagüe, quien reveló que la patota que agredió a un grupo de periodistas en la Sociedad Rural, en 1993, fue reclutada por Pierri en el Mercado Central. Días después el propio López Echagüe fue atacado por otra patota.
Semejante escándalo desembocó en la intervención del Mercado Central: el presidente Carlos Menem designó en el cargo al subcomisario Luis Abelardo Patti, y anunció su intención de privatizar el mercado concentrador. Los despidos que impulsó Patti no mellaron el poder del pierrismo en el mercado.
En la actualidad, en el mercado hay 650 puestos, a cargo de operadores o consignatarios. Estos ocupan locales por los que pagan entre 1300 y 1500 pesos mensuales. Son los encargados de recibir la mercadería de los productores y venderla a los minoristas, por lo cual cobran una comisión que ronda el 7 por ciento.
La recaudación del mercado ronda los 25 millones de pesos anuales, un monto que es equivalente a los gastos: el 65 por ciento se destina a los sueldos de los 400 trabajadores del mercado, mientras que el resto se gasta en pago de servicio y mantenimiento.