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Domingo, 9 de noviembre de 2003

OPINIÓN > EL RECIENTE ACUERDO DE BRASIL CON EL FMI

Las cosas por su nombre

Por Alejandro Marcó del Pont *

El presidente de Brasil debería ordenar y definir los roles de su gobierno. Algo parecido a lo ocurrido en la célebre novela Cien años de soledad, cuando los habitantes de Macondo habían olvidado el nombre de las cosas. Aureliano Buendía tomó un hisopo entintado y los marcó: mesa, silla, pared. Después, ante las posibilidades de olvido, vio que el nombre no alcanzaba, así que completó los letreros con una explicación. En el de vaca puso: “Esta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche”.
De ese mismo modo, Lula debería poner letreros a sus ministros para que recuerden cuál es su función. Así, ni el ministro de Economía ni el presidente del Banco Central podrían cerrar acuerdos con organismos internacionales, si la cabeza política no se encuentra en el país. Con ese simple formato, el líder del PT evitaría tener que realizar discursos desde el exterior negando la posibilidad de un acuerdo con el FMI, mientras sus funcionarios coronan en una conferencia de prensa los detalles de la extensión del acuerdo con el FMI.
También se evitaría menoscabar las posibilidades que su país tenía de incluir metas sociales en la negociación con el Fondo. Brasil generó un sobreahorro sobre las metas pautadas con el FMI, al recaudar 2900 millones de reales más. Debe quedar claro: el gobierno de Lula recaudó más de lo pautado, o sea que es ahorro de Brasil, no del FMI. También sería bueno recordarle al gabinete que para ahorrar esa suma, el gobierno recortó 12.000 millones de reales del presupuesto nacional 2003.
Asimismo, el presidente de Brasil todavía puede ponerle nombre a los indicadores. De manera tal que cuando el PBI se retraiga por tres trimestres consecutivos como sucedió, se llame crisis. Cuando el desempleo aumenta durante 8 meses, se llame pérdida de dignidad. Cuando el comercio minorista cae cerca del 40 por ciento, se llame retracción de la demanda. Y cuando se tiene el 50 por ciento del país bajo el nivel de la pobreza, se llame pésima distribución de ingreso.
Los rótulos deberían incluir que cuando los bancos ganan un 50 por ciento más con negocios de deuda, es especulación. Cuando la bolsa sube y la tasa de interés real es la más alta del mundo, es rentismo. Es decir, cuando al sistema financiero le va bien y a la economía real mal, es error de política económica.
Por ultimo, quizás el letrero más importante: si se prorroga un acuerdo con un organismo internacional que incluye un préstamo por 14.000 millones de dólares que el gobierno dice que no es necesario, el rótulo debería decir para qué firmé.

* Director de KP&M Consultores.

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