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Domingo, 25 de noviembre de 2012

ESCENARIO: EL DóLAR Y LA INTEGRACIóN

Moneda regional

 Por Diego Rubinzal

La buena relación existente entre los gobiernos latinoamericanos es un poderoso activo regional. Una cuestión no menor es la presencia de mandatarios que comparten una similar cosmovisión ideológica. En ese sentido, los presidentes de Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Venezuela y Uruguay están situados –aun cuando entre ellos existan diferencias de diverso tipo– en el centroizquierda del espectro político. La intensificación de los vínculos regionales también incluye a las naciones gobernadas por líderes de centroderecha (Chile, Colombia). La consolidación de ese nuevo escenario es la que permitió la creación de la Unasur, del Banco del Sur y la incipiente utilización de monedas propias en el intercambio comercial regional. La multiplicación del intercambio comercial, los avances en materia institucional y la consolidación como zona de paz son todos elementos que realzan las potencialidades futuras de América latina. En ese marco, ¿es posible imaginar la construcción de un área monetaria común?

La crisis de la Eurozona, agudizada a partir del corset impuesto por la moneda única, desaconsejaría ese camino. La implementación de una moneda común única latina o sudamericana no daría cuenta de la existencia de estructuras económico-sociales muy disímiles. Eso provocaría una negativa reducción de los márgenes de ejecución de las políticas cambiarias y monetarias que se reputen soberanamente como adecuadas. Sin embargo, el economista Andrés Asiain sostiene que es posible (y deseable) constituir un área monetaria regional que no repita los errores provocados en la experiencia europea. Ello requeriría un diseño que no incluyera ni una renuncia a las monedas nacionales, ni la ejecución de políticas monetarias coordinadas, ni la fijación de paridades cambiarias.

“El objetivo no es la unificación monetaria de los diversos países, sino la creación de una moneda regional que apunte a sustituir el papel que hoy día ocupa el dólar estadounidense en el sistema financiero de la región”, sostiene Asiain en Una moneda regional. Un paso más en el camino de la integración e independencia en América latina. La creación de una moneda regional (sin renunciar a las monedas nacionales) posibilitaría el progresivo reemplazo de la utilización del dólar como reserva de valor.

La sustitución del actual sistema bimonetario (moneda doméstica-dólar) dominante en la región reduciría una de las principales fuentes de inestabilidad cambiaria: la fuga de capitales. Asiain explica que “el objetivo es que la moneda común sustituya al dólar en las funciones que actualmente cumple en la región, potenciando de esa manera los márgenes de las políticas monetarias y cambiarias nacionales. Es decir, avanzar en la constitución de un espacio monetario regional que libere las finanzas de los países de su dependencia con las instituciones financieras de Washington y la sustituya por instituciones regionales bajo su soberanía”.

La constitución de un área monetaria regional requeriría por lo menos dos cuestiones centrales:

1. La creación de un banco central regional encargado de la emisión de moneda regional –y otros títulos denominados en ella–, otorgamiento de créditos y administración de las reservas internacionales aportadas por los países miembros.

2. La cotización estable de la moneda regional frente a las principales monedas del mundo. Asiain plantea que una alternativa para cumplir con ese objetivo sería “el establecimiento de una paridad fija frente a una canasta de monedas: dólar norteamericano, euro, yen, yuan y las monedas de los países de la región, bajo una determinada ponderación.

El hecho de que la moneda regional no reemplace a las monedas locales hace que su estabilidad cambiaria no atente contra la competitividad de las producciones nacionales, que seguirá dependiendo de la situación y políticas de cada país. “Si se aprovecha la coyuntura de prosperidad para generar instrumentos financieros de aceptación internacional, se ganaría en autonomía para afrontar coyunturas como la actual crisis, e implementar políticas de expansión del gasto interno que sostengan la expansión económica. Se constituiría, a su vez, en una herramienta para fortalecer la independencia regional frente a las instituciones financieras extra-regionales”, concluye Asiain

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