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Domingo, 12 de octubre de 2003

ENFOQUE

Un fantasma recorre Manhattan

“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se producen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez como farsa.”
Karl Marx,
“El Dieciocho Brumario
de Luis Bonaparte” (1852)

Por Jorge Gaggero
Economista

El exceso de autoestima que los argentinos solíamos exhibir en el pasado podría llevarnos hoy a pensar que la convertibilidad fue un “gran hecho” y su impulsor, Domingo Cavallo, un “personaje de la historia universal”. Aceptando por un momento tamaña megalomía –y siguiendo a Marx–, podríamos decir que la adopción por parte del tándem Cavallo I-Llach I (en 1991) del régimen de “caja de conversión” con tipo de cambio fijo “1 a 1” como opción de largo plazo constituyó la tragedia, y que el intento de resucitación post mortem de ese régimen por parte de Cavallo II (en el 2001) fue la farsa.
¿O sería quizá más acertado ubicar a su “histórica” licuación y nacionalización de deudas empresarias de 1982 como tragedia y la adopción y naufragio de la convertibilidad (1991-2001) como farsa?
Sea como fuere, el espectro que hoy lleva el nombre de Domingo Cavallo en su anónima oficina del East Side hace un alto en sus tareas de asesoramiento a fantasmales empresas con intereses en Argentina para decir su verdad (La Nación, 28 de setiembre de 2003):
u “El verdadero ajuste de los salarios públicos y privados, y el deterioro del nivel de vida de los argentinos vinieron por la devaluación y otras medidas del año pasado” (la dinámica del régimen de convertibilidad no tuvo nada que ver).
u “Yo creo que en aquel entonces (durante la década del 90) el FMI estaba cumpliendo con su misión. Podrían ser criticables... el gasto excesivo de las provincias y el endeudamiento provincial con el sistema bancario, que fue lo que produjo todo el descalabro en nuestro país” (yo no tuve nada que ver).
u “Creo que los responsables de lo que pasó (desde el 19 de diciembre de 2001, cuando renuncié) son Eduardo Duhalde, Raúl Alfonsín y el Fondo” (nuevamente, yo no tuve nada que ver) ... pero “entiendo que a esta altura (Kirchner y su gente) prefieran echarle la culpa a Menem o a De la Rúa o a Cavallo” (soy “cabeza de turco”).
El intento argentino de eternizar un “régimen de caja de conversión en un solo país” (de economía bastante compleja y diversificada; nada parecido a Estonia, Bulgaria y otras pequeñas naciones desprendidas del Este, por un lado, ni a un Hong Kong recostado sobre las amplias espaldas de China, por el otro) parece haber sido una anomalía histórica similar, aunque más breve y menos relevante, al empecinamiento eslavo en “construir el comunismo en un solo país”. Fundamentalismo “por derecha”, el uno; imposible utopía “por iz-quierda”, el otro. Extravíos sin destino, ambos.
El ex ministro no descarta, sin embargo, volver a las andadas. En junio próximo tiene pensado regresar al país para dedicarse a la política, siempre a partir de una praxis “marxista” iluminada por la clarividente definición del “maestro”:
“La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”, Groucho Marx, circa 1960.

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