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Domingo, 28 de agosto de 2016

OPINIóN › EL IMPACTO DE LA ELIMINACIóN DE RETENCIONES

Inflación y redistribución

 Por Ricardo Romero *

Hace pocas semanas falleció Julio H. G. Olivera, un destacado economista que fue Rector de la Universidad de Buenos Aires y ex secretario de Ciencia y Tecnología, incluso estuvo nominado a Premio Nobel en dos oportunidades. Su principal legado fue pensar estructuralmente el problema de la inflación y críticamente la noción de crecimiento. Ideas que permiten salir del manual neoclásico, que centra el problema en la emisión monetaria, para comprender los problemas estructurales de inflación que tiene Argentina en su relación con la economía internacional.

En tal sentido, es necesario entender que un país exportador de alimentos al retirar las retenciones trasladará los precios del mercado mundial al interno, provocando inflación, sencillamente porque el productor prefiere vender al exterior en dólares antes que aquí en pesos.

Siguiendo el manual, alguien podría reducir esto a una inflación de costos, sin embargo, hay que observar la oligopolización que presenta la economía argentina, donde diez empresas junto a cuatro cadenas de distribución pueden trasladar estos precios y/o pueden decidir desabastecer el mercado local para sustanciar ganancias en dólares.

Esto afecta a trabajadores, principales demandantes de alimentos, quienes pierden poder adquisitivo y se empobrecen, porque consumen menos, a costa de empresarios que ganan más, en tanto no logren compensar la caída salarial en paritarias. La redistribución regresiva del ingreso es un efecto inmediato de la suba de precios de alimentos que se consolida en largo plazo si no se compensan los sueldos.

Si queremos una Argentina que progrese, con el objetivo de “Pobreza Cero”, se debe generar una política que reemplace el sistema de retenciones y garantice alimentos a la población. Por eso, podría pensarse en cuotas de producción interna, garantizadas por vía privada o estatal, que abastezcan a precios bajos productos básicos y favorezcan el poder adquisitivo de los trabajadores.

En definitiva, ser el “Granero del Mundo” no garantiza el bienestar de la ciudadanía, por el contrario, puede generar un país rico en alimentos lleno de pobres. En ese sentido, Julio H. G. Olivera nos interpela cuando sostenía: “Aun en el campo estrictamente económico es necesario distinguir entre los fenómenos de crecimiento, desarrollo y progreso. Un país puede crecer sin desarrollarse, y puede crecer y desarrollarse sin progresar”.

* Profesor titular Macroeconomía ESCCP y Economía Política CNBA. @Richardbsas

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