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Jueves, 12 de abril de 2012

TEATRO › SE ESTRENó EN EL TEATRO DEL SUR UNA NUEVA VERSIóN DE CACHAFAZ, DE COPI

“Cachafaz es un Quijote de conventillo”

El autor, actor e historietista había escrito esta pieza en París, en 1987, el mismo año de su muerte. La directora Tatiana Santana y los actores Emilio Bardi y Claudio Pazos dan cuenta de la vigencia de esta obra, irreverente y revulsiva como todo lo que hizo Copi.

 Por Cecilia Hopkins

“Tragedia bárbara en dos actos y en verso”, así subtituló Raúl Damonte Taborda, más conocido como Copi, a su obra Cachafaz. El escritor, actor e historietista radicado en París desde 1962 (ver recuadro) concibió esta pieza en 1987, el mismo año de su muerte. Irreverente y revulsiva como toda la obra literaria de Copi, Cachafaz abreva en el sainete y la poesía gauchesca para narrar la historia de una singular pareja que logra llevar a cabo un plan que tiene mucho de venganza y reivindicación social. La joven directora Tatiana Santana acaba de estrenar en el Teatro del Sur (Venezuela 2255) una versión de esta obra que potencia su raigambre rioplatense. Así, la pareja que componen dos marginales –el malevo Cachafaz y su amada, una travesti conocida como la Raulito (eficazmente interpretados por Emilio Bardi y Claudio Pazos)– sublevan a los vecinos del conventillo montevideano donde viven, al ritmo de los candombes y milongas que se interpretan en vivo, con música original de Rony Keselman y coreografías de Mecha Fernández.

Bullanguera y entusiasta, la vecindad es una creación coral que está a cargo de Rosario Albornoz, Catalina Lescano, Patricia Martínez, Pilar Rodríguez Rey, Andrés Granier y Marcelo Lirio. Este es uno de los logros de la puesta de Santana, ya que el autor previó musicalizar un solo fragmento de esta obra que no pudo estrenar en vida. Recién en 2010, con música de Oscar Strasnoy, Cachafaz se dio a conocer en Francia, aunque en formato de ópera. En Buenos Aires, el director Miguel Pittier fue el primero en estrenar esta pieza, en 2001.

Cachafaz describe la transformación que se produce en la pareja protagónica cuando, sin proponérselo, encuentra una curiosa forma de satisfacer el hambre propio y ajeno y, de paso, sacar de circulación a los milicos que importunan al vecindario. La práctica del asesinato en serie y la antropofagia colectiva se produce en un clima de delirio y humor negro. Pero por su irrefutable eficacia, tiene un efecto integrador para el Cachafaz y la Raulito, quienes se vuelven dignos del respeto de los mismos vecinos que antes los discriminaban. “A Cachafaz se lo ve borracho y tirado en la cama, pero luego, cuando se inspira, pone a su pareja en un lugar sagrado”, coinciden la directora, Bardi y Pazos, en la entrevista con Página/12. Según destacan, es el disparatado plan lo que autoriza al personaje “a dar cátedra a los vecinos del conventillo, que sienten como legítimo el hecho de soñar con algo que se quiere alcanzar”.

Encaramado en un andamio, con su encendido discurso, Cachafaz va en contra del poder político y a contrapelo de lo establecido por la religión católica, a pesar del culto a la virgen que tanto él como la Raulito profesan. Sin el menor sentido de la contradicción, Cachafaz declara: “El comerse a un bicho malo como lo fueron ustedes no tiene nada de malo, al contrario, es muy decente. Mastique quien tiene dientes”.

A la hora de comenzar los ensayos, lo que más preocupaba a Pazos era lograr que “el texto no sonara vulgar sino que, por el contrario, se captara su vuelo”. Para Bardi, quien ya había participado en 1995 de la puesta de La pirámide a las órdenes de Roberto Villanueva, el desafío mayor radicaba en interpretar un texto en verso, con rima irregular, particularmente intrincado.

–¿Cuál es la lectura política que hacen de esta obra?

Emilio Bardi: –No sabemos hasta qué punto Copi la escribió pensando en lo que aquí había pasado. Nosotros, en cambio, no podemos dejar de verla desde lo ocurrido durante la dictadura.

Claudio Pazos: –Copi era muy contradictorio, no solamente porque enlaza lo procaz con lo poético, sino porque aparte de hablar sobre la libertad se puede ver que también hay mucho machismo implícito en la obra. Por otro lado, Copi se declaraba antiperonista y sin embargo la obra nos parece muy peronista.

Tatiana Santana: –Es difícil dilucidar qué amaba y qué odiaba Copi. Nosotros vimos en esa pareja un parecido a Perón, con su pragmatismo, y a Evita, su soporte emocional. Son una pareja que generó amor y odio. También podríamos pensar en los Kirchner...

–¿Cuáles son los aspectos machistas de la obra?

C. P.: –Cachafaz desvaloriza a la Raulito. Entre ellos existe la discusión sobre quién de los dos es el puto de la pareja.

–¿Hay un dejo de homofobia también?

C. P.: –Sí, y es porque creo que donde más homofobia hay es entre los homosexuales. Es muy contradictorio. Hay que tener en cuenta que la sexualidad te define pero no te hace mejor persona.

–¿Les costó encontrarles la vuelta a sus personajes?

E. B.: -Para mí, Cachafaz es un Quijote de conventillo, principalmente porque lucha en contra de una moral conservadora.

C. P.: –La leí muchísimas veces y tardé en encontrarle el mundo a la obra. Creo que el vínculo entre ellos es lo más importante para contar esa historia: dos que se aman, que se necesitan mutuamente porque se complementan, a pesar de estar viviendo en un contexto social que los desecha.

–A lo largo de la obra se opera una transformación importante en esta pareja.

C. P.: –Sí, porque en un principio parece una pareja destinada a fracasar. Pero con desparpajo se muestran como son, a pesar del prejuicio y el prejuicio de los vecinos.

E. B.: –Porque son fieles a sí mismos, eso es lo que los vuelve queribles y respetables.

–¿Intercambian sus roles dentro de la pareja?

C. P.: –La Raulito sabe comportarse como una señora pero también es capaz de tomar decisiones importantes y ahí entra su costado masculino. No por casualidad se pone las botas del primer milico que matan.

T. S.: –Es que en un contexto de hambre la situación es diferente, porque la necesidad iguala a los géneros: pensar en las diferencias no tiene sentido cuando hay que solucionar el tema del hambre. Es por eso que en parte, el travestismo de la Raulito se desdibuja.

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La directora y los actores potenciaron en la obra su raigambre rioplatense.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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