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Miércoles, 14 de agosto de 2013

TEATRO › TRAICIóN, DEL BRITáNICO HAROLD PINTER

Aquello que no se dice

Bajo la dirección de Ciro Zorzoli, la obra acaba de subir a escena en el Teatro Picadero. El elenco está integrado por Paola Krum, Daniel Hendler, Diego Velázquez y Gabriel Urbani.

 Por Cecilia Hopkins

Maestro en el arte de “descubrir el precipicio bajo la irrelevancia cotidiana” (así fue presentado en 2005 en la ceremonia de entrega del Premio Nobel), el británico Harold Pinter escribió Traición en 1978, obra que cuenta la relación que se da entre un matrimonio y un amigo del marido (también amante de la esposa) a lo largo de nueve años. La particularidad de esta pieza reside en la inversión de los acontecimientos. Así, la acción comienza en 1977, cuando todo vínculo amoroso ha desaparecido y, al volver hacia atrás, el espectador es testigo del desgaste de las pasiones y los ideales del trío involucrado. Con un elenco integrado por Paola Krum, Daniel Hendler, Diego Velázquez y Gabriel Urbani, bajo la dirección de Ciro Zorzoli, la obra –presente en varias oportunidades en la cartelera porteña– acaba de subir a escena en el Teatro Picadero.

Nacido en Mar del Plata, formado como actor en Buenos Aires, Zorzoli fue perfilando desde los ’90 un estilo propio que se dio a conocer a un público más amplio con el estreno de Estado de ira, obra que pasó del teatro Sarmiento a la calle Corrientes, y con Las criadas, de Jean Genet, en la que Marilú Marini tenía un rol destacado, junto a Paola Barrientos y Victoria Almeida. Zorzoli reconoce que lo que tienen en común sus trabajos es la decisión de “poner al actor en el centro de la puesta e invitarlo a jugar para que la obra emerja del encuentro entre ellos y el espectador”. Las posibilidades actorales que ofrece la obra de Pinter lo tentaron a realizar esta puesta: “Leí Traición –cuenta en la entrevista con Página/12–, y lo que pasa es que dan ganas de actuarla; la obra se completa con el trabajo del actor, porque la palabra está dicha, más que para afirmar, para ocultar, para enmascarar lo que no se quiere decir”.

Con una formación musical que comenzó en la infancia, Zorzoli encuentra que lo actoral está estrechamente unido a pautas musicales. Y si una melodía se desenvuelve entre tensiones hasta que concluye, para el director su desafío consistió en encontrar “ese mismo encadenamiento, pero en términos de acción”. Así, el uso de la palabra con resonancias de oralidad es lo que interesó a Zorzoli: “Cuando leo una obra estoy muy atento a cómo suena –explica–, y en el caso de Traición hay un ritmo hecho de pausas y silencios que va marcando la lógica del diálogo como una música que va y que vuelve”, describe.

“Como si fuera un tobogán –compara el director–, la verdadera historia que se cuenta sucede a partir de lo que no se dice, porque hay muy pocos actos de sinceridad.” Tal vez el que más le llamó la atención para hacer una lectura global de la obra fue la confesión que hace uno de los personajes respecto del desagrado que siente acerca de su trabajo vinculado con la literatura. Es que los amigos que se conocieron en la época de estudiantes comenzaron su carrera como editores de revistas de poesía y continuaron como “descubridores de talentos” en el campo de la literatura en prosa, un tema que le permite al autor algunas críticas al mundillo snob de las industrias culturales.

En relación con los años en los cuales transcurre la acción de la obra, Zorzoli no quiso efectuar cambios: “Es cierto que desde entonces hasta ahora hubo un cambio de hábitos muy grande –reconoce el director–, porque en la obra se habla del envío de cartas o de llamados desde un teléfono público. Pero eso mismo me hizo reflexionar sobre la hiperconectividad de hoy, y me hizo pensar que, tal vez, es esa misma facilidad en la comunicación que existe en el presente la que termina dificultándola”, considera.

–¿Se pueden relacionar sus últimas puestas desde alguna perspectiva?

–Genet también trabaja desde el lenguaje, pero de otra forma, porque sus personajes se expresan a borbotones. Esa exuberancia no se encuentra en Pinter, un autor que siempre se destacó por su economía de recursos. Pero, sin embargo, los dos coinciden en crear un lenguaje poético sobre situaciones supuestamente cotidianas.

–¿Cómo está visto el adulterio en la obra?

–No hay una opinión moral respecto del adulterio. Sí hay un quiebre respecto de la confianza que había entre el matrimonio y entre los amigos o entre los amantes. Se habla de aquello que se percibe, de los indicios que luego se niegan. Y de un pacto no consciente que existe entre los tres para establecer una relación de triángulo.

–¿De qué otras traiciones habla la obra?

–La historia se despliega a lo largo de nueve años. De jóvenes, los personajes tenían otros ideales, se embarcaron en proyectos en los cuales creían. En el presente añoran las lecturas del pasado, la pasión con la que trabajaban. Construyeron su vida alrededor de la literatura, pero eso mismo se vació de sentido, porque su trabajo parece haberse convertido en una excusa para vender un producto.

* Traición, Teatro Picadero (pasaje Enrique Santos Discépolo 1857) de miércoles a domingos, en horarios diversos.

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“Cuando leo una obra estoy muy atento a cómo suena”, dice Zorzoli.
Imagen: Pablo Piovano
 
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