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Domingo, 22 de marzo de 2015

CULTURA › DEMORAS EN LAS OBRAS EDILICIAS DEL TEATRO SAN MARTíN

Riesgo a corazón abierto

La programación del principal teatro de la ciudad es una incógnita, porque la restauración del edificio está llevando más tiempo del que había anunciado el gobierno porteño. “Todo es muy difícil”, reconoce Alberto Ligaluppi, director del CTBA.

 Por Paula Sabatés

Cuando el pasado domingo bajó de cartel La nueva autoridad, escrita y dirigida por Mario Segade, las tres salas del Teatro San Martín quedaron vacías. La Cunill Cabanellas, donde se veía esa pieza de miércoles a domingos, era la única del teatro ubicado en avenida Corrientes 1530 que tenía actividad. La Casacuberta y la Martín Coronado habían quedado sin uso desde fines del año pasado, cuando la mítica institución decidió abocarse de lleno a la obra de reconstrucción edilicia. Desde entonces no hay actividad teatral (salvo por la obra que acaba de terminar sus funciones) y todavía no se presentó la programación que el teatro más importante de la ciudad tendrá para este año.

El megaplán de obras de infraestructura incluye, además de las salas teatrales, la de cine Leopoldo Lugones (que comenzó su actividad el miércoles pasado con problemas de ascensores y aire acondicionado), las salas de ensayo de danza, los baños y el hall central. Fue presentado conjuntamente por el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi, y el de Desarrollo Urbano, Daniel Chaín, en junio de 2013, luego de que la comunidad teatral –actores y empleados del teatro y también público– manifestara sus quejas por la precaria situación edilicia del teatro, las constantes cancelaciones de espectáculos y la “privatización encubierta” de las instalaciones.

Definida en aquel entonces por los funcionarios como una “operación a corazón abierto”, la obra estuvo presupuestada en 72 millones de pesos, aunque en ese número también se incluían algunas mejoras para el Teatro Alvear (también dependiente del Complejo Teatral de Buenos Aires y actualmente cerrado) y el depósito Gregoria Pérez (que el complejo posee en el barrio de Chacarita). La idea inicial era mantener el teatro en actividad mientras se desarrollara la obra. “Todos los órganos del cuerpo del teatro tienen que seguir funcionando. Tenemos que evitar un paro cardíaco”, dijo Chaín en esa oportunidad.

Si bien Lombardi y Chaín estimaron que las reformas no estarían terminadas hasta finales de este año, lo cierto es que algunas de las mejoras van bastante más atrasadas de lo esperado. Más allá de la auspiciosa aunque demorada reapertura de la Lugones, la de la Martín Coronado está prevista para dentro de dos meses (la fecha estimada es el 25 de mayo) y la Casacuberta recién para mitad de año. Sólo entonces –si concluyen a tiempo las refacciones– esas salas tendrán actividad, contrariamente a lo prometido por los funcionarios, que cuando presentaron el plan de obras hicieron especial hincapié en que evitarían igualar la situación del Teatro Colón, que permaneció totalmente cerrado durante su prolongada refacción.

“Todo es muy difícil. La verdad es que los tiempos no son como yo los esperaba. El cine debería haber estado hace algunos meses y no estuvo. Y algunas otras partes del teatro están demorando más de lo previsto. El orden tampoco es el lógico, porque algunas licitaciones salen antes que otras y eso atrasa”, confiesa a Página/12 Alberto Ligaluppi, director general del CTBA desde fines de 2010. Y agrega: “Pero es así, cuando uno se mete en una obra en su propia casa eso también pasa”. Además, el director cuenta que la convivencia entre quienes trabajan en la obra y los empleados del teatro tampoco es fácil, algunos días no tienen agua ni aire acondicionado. “Yo fui un defensor de que el teatro permaneciera abierto, y aunque hoy no haya funciones, tenemos la mayor actividad que nos permite la obra”, asegura, aunque esa actividad se limita a funciones administrativas y a la de los bailarines, que continúan ensayando, aunque no tienen sala donde estrenar.

De todos modos, aunque admite las adversidades, Ligaluppi es un férreo defensor del megaplán de reformas, al que no ve únicamente como una recuperación edilicia sino también “histórica”. “Nunca se hizo una obra de esta magnitud en este teatro. Cuando yo entré se caía a pedazos. De cien baños funcionaban veinticinco”, asegura, a la vez que confiesa que nunca se imaginó que le iba a tocar semejante tarea durante su gestión. “Yo pensé que venía a programar arte, no a dirigir una obra edilicia. Pero fue el destino, es lo que me tocó, y estoy contento porque el teatro va a quedar muy bien, con una tecnología única en América latina”, sostiene.

La obra tiene como objetivo modernizar el edificio concebido por el arquitecto Mario Roberto Alvarez e inaugurado en 1960, pero sin cambiar su estructura, porque está catalogado como patrimonio cultural. Deberán quedar inauguradas las nuevas salas de ensayo de danza (hasta ahora el teatro no tenía), restaurados completamente los depósitos y modernizadas las salas Coronado, Casacuberta y Cabanellas. Todo será, sin embargo, “disimulado”, según Ligaluppi, porque estéticamente el teatro deberá lucir como el que fue en los ’60. “Se está recuperando el modernismo de aquella época, además de los vestuarios, las fotos y las músicas que se usaron en los primeros años y que estaban perdidos”, suma el director.

De todos modos, y aunque el resultado final sea promisorio, todavía hay que ser cautelosos, porque lo cierto es que a fines de marzo todavía no hay programación, y no va a haberla hasta “más adelante”, cuando el estado de las obras, por ahora incierto, esté más definido. El mismo Ligaluppi confirmó a este diario algunos adelantos: el georgiano Robert Sturua se presentará durante quince días con su elenco ruso, vendrá el grupo de danza coreano 18 Monkeys a bailar música de Piazzolla, se podrá ver a la actriz catalana Nuria Espert en La violación de Lucrecia, de William Shakespeare, y el teatro será sede central del FIBA, en septiembre. Pero el núcleo duro de la programación del teatro más importante de la ciudad aún no fue anunciada ni tiene fecha de presentación.

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Estado actual de las obras. “Tenemos que evitar un paro cardíaco”, dijo el ministro Chaín.
Imagen: Fotos Leandro Teysseire
 
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